Los festejos y la algarabía generada en razón de los vuelos rasantes de los aviones comprados a Dinamarca, los F-16, y las expresiones grandilocuentes del presidente Javier Milei al resaltar la llegada a la Argentina: “Es un día histórico para el país”, realmente nos hizo recordar al querido personaje farandulesco “Minguito Tinguitella” con la expresión del lunfardo popular que penetraba en las fibras más íntimas de la sociedad argentina.
En realidad es un suceso importante, atento al proceso de armamentización “moderna” que -según el relato oficialista- viene a cubrir un vacío dejado por otras administraciones que limitaron el poder de fuego y acción de las Fuerzas Armadas, desmantelando lo poco que había.
La historia tiene varias lecturas según el libro que se lea. Una que nos resulta importante es, primero, celebrar la llegada de los seis aviones que con sus vuelos rasantes, por Córdoba y luego por CABA, se mostraron en su factible verdadero potencial.
Hablamos de factibilidad porque debemos reconocernos legos en materia aeronáutica y solo nos resta un margen de capacidad para saber si todas las condiciones estructurales están preparadas para que esa monstruosa inversión pueda ser puesta en servicio de forma inmediata.
Todo indica que “celebramos el carnaval” pero “el pomo no tiene agua”, que es más o menos como decir estamos ante el proceso de la “manta corta” o racionalmente empezamos por el medio hacia el final. Resta aún lo básico y elemental: no tenemos todavía pilotos entrenados para el manejo de esta aeronave, tampoco un lugar con pista adecuada a los efectos de que puedan desplazarse dichos aviones. Posiblemente haya otros aspectos técnicos que se nos escapan y que Argentina, país emergente, no cuenta con ellos.
El presidente Milei exultante expresó: “La llegada de los primeros seis aviones de combate F-16 marca un punto de inflexión para la defensa nacional” y destacó el impacto de esta adquisición en la seguridad del país, “Después de una ansiosa espera tengo finalmente detrás mío los primeros seis aviones de combate F-16. Con esta importante inversión en armamento militar vamos a robustecer sustancialmente nuestra fuerza aérea”.
Hasta ahí todo aceptable, más allá de que se puede compartir o no ese logro armamentístico al que, supuestamente, habrá que esperar un tiempo para que rindan efectivamente los beneficios que aseguran.
Según palabras presidenciales “Los ángeles protectores se mostraron a los argentinos”. Para Milei, estos F-16 representan “los nuevos custodios del espacio aéreo nacional” y su llegada constituye un hito: “Hoy es un día histórico para el país, porque a partir de hoy todos y cada uno de nosotros estará un poco más seguro”.
Nadie puede objetar que esas palabras apunten a una realidad futura aunque existen algunas dudas de que esa seguridad protectora pueda concretarse en el breve plazo. Hacen falta inversiones no solo económicas sino en lo que concierne a la preparación humana, que no dudamos que puedan concretarse, pero sí presuponemos que no será de inmediato.
Según un informe del portal “Chequeado”, la operación de compra, firmada en marzo de 2024, incluye 24 aeronaves por US$ 301,2 millones y $ 44.694 millones para obras de infraestructura entre 2024 y 2027, estas últimas aún están en plan de comenzar a realizarse.
Los F-16 son de combate supersónico compacto y multifunción. Especialistas destacan que recuperan capacidad perdida en 2015, con el retiro de los Mirage, aunque señalan limitaciones técnicas que deberían ser consideradas.
Vale la pena señalar que: “el F-16 fue diseñado en la década de 1970 por la compañía estadounidense General Dynamics y entró en servicio en 1978. Según informa
Los especialistas en temas de aeronavegación entienden como necesaria la incorporación de material de defensa ante un vaciamiento progresivo que sufrieron las Fuerzas Armadas desde hace muchas décadas atrás y que resultó desfavorable para la seguridad del país interior, el cuidado de fronteras, entre otras operaciones vitales que hacen a
Celebramos la llegada del “tren”, pero faltan las vías y hay que preparar a los maquinistas. Eso demandará tiempo y fondos, que sin lugar a dudas, al no tenerlos el Banco Central, marcarán más endeudamiento.
Lo cuestionable está dado no en el interés, que compartimos, de lograr seguridad para el país, sino en los discursos que procuran convencer a la ciudadanía de que estamos mal pero vamos a estar mejor; que el sacrificio es necesario para encontrarnos con una Argentina en pleno crecimiento.
Pero la realidad nos indica otra cosa. Por ahora volemos en los F-16 Dinamarqueses de fabricación estadounidense y como dijo el inefable “Minguito”: ¡Tenemos todo papá!... Soñar no cuesta nada, por ahora.



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