Es una frase muy popular cuando se pretende desgastar o provocar malestar social a una determinada persona, fundamentalmente políticos, y más en etapa de campaña.
Dan comienzo al operativo búsqueda, que consiste en hurgar en los ‘roperos’ o ‘archivos’ que siempre aparecen y obligan a los ‘apuntados’ a que necesariamente salgan a explicar.
Tener “un muerto en el ropero, en el armario o en el placard” es mantener un secreto que te afecta tanto que no podrías dejarlo saber, y también esconder o disimular un asunto deshonroso o vergonzoso que si se supiera haría que la gente cambiara radicalmente la imagen que tienen de tí.
Esto sucede con nuestra clase política. En los últimos días aparecen los archivos, abundan los carpetazos y guardan celosamente los más “escandalosos” para el recorrido final, obligando al supuesto acusado, a tener que abandonar la intensidad de su campaña para ocuparse de desvirtuar el contenido de lo que han sacado a la luz.
De ninguna manera podemos asegurar que aquello que se está denunciando es mentira o verdad. Sí que suena raro que esperaron hasta esta circunstancia para hacerlo conocer y darle trascendencia. Algunos episodios con presentaciones ante los estrados judiciales para que determinen la veracidad de los hechos que señalan como irregulares.
Nuestra pregunta es, ¿si no hubiera estos sucesos de carácter político de por medio, no habría denuncia? Claro, no lo podemos saber, pero realmente es llamativo.
Apareció lo de Milei, cuando esta figura tan controvertida en las últimas horas se mostraba, claramente, como una formal amenaza para las aspiraciones de los dos sectores -que en los papeles- muestran posibilidades concretas de llegar a las generales de octubre y de resultar parejos ir a noviembre al balotaje.
Después los cruces violentos de los dos candidatos más firmes de Juntos por el Cambio, ambos del PRO, Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich, ponían de relieve dos maneras distintas de hacer política y quedaban expuestos al carpetazo.
Una, la del consenso, la unidad, todo sirve y que se sumen los que quieran, la idea es eliminar al oficialismo actual. La otra es todo lo contrario, no un rejunte, sino un consenso programático, que constituya un frente donde las situaciones irregulares se eliminen, graficadas en esa frase: “o todo o la nada”.
Divididas las aguas internamente, aparecieron los “pescadores” que vieron la oportunidad del desgaste. Como decía José Hernández, en pasajes de su obra Martín Fierro: “Los hermanos sean unidos, esa es la ley primera, porque si entre ellos se pelean los devoran los de afuera”. Y comenzó la búsqueda en el “placard”.
Esta realidad es innegable y tras trazar la historia de la figura del PRO, Patricia Bullrich, desde sus años jóvenes hasta el presente, buscando señalar que los cambios en su forma de ver el país no han cambiado, ahora apareció una denuncia formal contra una fundación que funciona bajo su dirección.
El tema fue tratado por el ministro de Justicia y Derechos Humanos, Martín Soria, quien dispuso “la intervención por 180 días hábiles del Instituto de Estudios Estratégicos en Seguridad Asociación Civil (IEES), con sede social en la ciudad de Buenos Aires y presidido por la precandidata presidencial de Juntos por el Cambio (JxC), Patricia Bullrich, por irregularidades contables”, entre otras cuestiones.
Claramente un embate furibundo que pretende mostrar que, quien se ha convertido en uno de los candidatos más críticos del oficialismo, que les señala irregularidades, ausencia de controles, desmanejos en lo económico y social, está alcanzada por las anormalidades que ella misma critica.
Como era de esperar, Patricia Bullrich salió a través de las redes sociales a responder a esta situación que se ha creado a partir de las acciones del ministro de Justicia de la Nación Martín Soria, diciendo: “Sergio Massa decidió continuar atacándome, esta vez a través del ministro de Justicia, en lugar de ocuparse de la inflación galopante y del estado calamitoso de la economía”.
Hoy lo que se percibe es una campaña donde los protagonistas no reparan en límite alguno, cuando se trata de diferenciarse de sus adversarios políticos.
Este axioma (“enunciados muy evidentes, que se consideran verdades universales y que se utilizan en distintas ciencias y teorías como fundamentos para realizar otros enunciados o hipótesis”) que sería el de referirse a que todos o la gran mayoría tiene en su historia situaciones que prefiere olvidar, o que fueron errores del pasado, queda materializado en la expresión popular referida a lo que guarda celosamente en un rincón del placard.
Si apelan a estos recursos para lograr desacreditar al oponente, sin lugar a dudas debemos coincidir en que estamos ante la campaña más “sucia” de las últimas contiendas electorales.
Nuestra gran incógnita es cómo las recibe la sociedad. Hasta qué punto puede afectar su intención de voto. Esta circunstancia recién podrá apreciarse con legitimidad cuando den vuelta las urnas.



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