El nombramiento de Diego Santilli al frente del Ministerio del Interior y darle la potestad de poder negociar por lo menos con 20 gobernadores que han mostrado, más allá de la coincidencia o no de carácter ideológico, posibilidades de acuerdos que les permitan acceder -a través de sus legisladores a los proyectos de ley que envía el ejecutivo- marca un progreso, el de abandonar la intransigencia y buscar canales de diálogo.
El ex PRO, hoy funcionario y adherente incondicional de La Libertad Avanza, lleva realizadas varias reuniones con mandatarios provinciales habiendo encontrado -en los hasta ahora entrevistados- voluntad de colaborar, en el marco de que se atiendan necesidades básicas que han, en muchos casos, paralizado sus provincias.
Hasta ahora todo parecía desarrollarse en un clima de entendimiento, uno de los factores a los que apunta el gobierno libertario. No se evidencia que este clima pueda llegar a cambiar, pero sí, lo trascendido en varios portales de noticias, ha alertado a los mandatarios que aún resta entrevistar respecto a futuras decisiones que pueden concretarse entre estados federales y Ministerio del Interior.
La información difundida habla de expresiones ministeriales que plantean una discriminación entre quienes tienen varios legisladores, que serían necesarios para robustecer al oficialismo, y los que tienen menos representatividad legislativa.
Es evidente que Santilli busca lo más conveniente para el sector que representa, pero no sería una señal de sano equilibrio si le brindara más apoyo a quienes tengan más legisladores. Por el contrario, resultaría una hábil estrategia pero con un marcado destrato para quienes son más chicos y no les ofrecen garantías de apoyos desequilibrantes.
La negociación que está llevando a cabo el titular de Interior permanece abierta. Atento a que no ha cumplido aún con su promesa de mantener contacto con por lo menos los 20 gobernadores que estuvieron en la reunión presidencial.
Este factor, como era de preverse, está generando un condicionamiento natural y facilitando un espacio que está siendo aprovechado para que pueda moverse un internismo que no favorece para nada al desarrollo del futuro accionar legislativo con algún marcado equilibrio.
La inactividad legislativa no señala distensión política, sino expectativa y mucha incertidumbre.
Se suceden pulseadas en diferentes espacios y la mirada está puesta en las tratativas por el Presupuesto. El Gobierno recibe guiños, pero también reclamos. Se esperan, además, definiciones sobre la reforma laboral, sobre la cual se han establecido escenarios de fuerte rechazo por un lado y de aprobación con modificaciones, decididamente de sectores poderosos de la industria y el comercio que pretenden un profundo cambio que elimine la “industria del juicio”.
Con simultaneidad a las gestiones que está realizando Diego Santilli se producen, en el ámbito legislativo, conflictos de poder cuyos resultados no serían positivos para el sector libertario, sino que abren las puertas para los opositores.
La disputa de la actual Ministra de Seguridad y futura senadora, Patricia Bullrich con la presidente del Senado de la Nación, Victoria Villarruel, pareciera pasar por su peor momento. El posicionamiento de la vice presidenta de la Nación se muestra firme y decidido a no ceder espacios que le corresponden.
Bullrich, con la anuencia de Javier y Karina Milei, está intentando debilitar su poder y comenzar a manejar secretarías y lograr una gestión política y administrativa de la Cámara. Es -por ahora- un intento, los resultados una incógnita, dada la actitud de mesura muy calculada de la titular del Senado quien, pese a los embates de Milei, logró ganar la pulseada manteniendo al puntano Bartolomé Abdala como presidente provisional de la cámara.
Pero la “guerra” y las estrategias, no exentas de malicia, claramente han ocupado el centro de las internas que hoy se están librando en todos los escenarios en los cuales el presidente Javier Milei quiere mantener el absoluto dominio.
A días de darse por concluido el período de sesiones ordinarias se está esperando la decisión presidencial del llamado a extraordinarias, que, ya fuera anunciado, se produciría durante el mes de diciembre. Las demoras que se producen obedecen a la ausencia -aún- de los posibles acuerdos que le aseguren los votos necesarios para Presupuesto, ley laboral, nuevo régimen de ley Penal, entre otros proyectos que serán objeto de conflictos y debates álgidos.
Todo está en el marco de las negociaciones de todos los sectores. El oficialismo busca conformar un acuerdo con los 20 gobernadores con los cuales en la primera reunión lograron un fluido diálogo y señales de acordar, especialmente, para la ley de leyes: El Presupuesto.
La oposición está cerrada en sus problemas internos aún irresueltos ante la disyuntiva que ofrece mantener el liderazgo de Cristina -aunque este presa- o, como muchos ya lo han manifestado, buscar nombres y reacomodar al peronismo alejandolo del kirchnerismo y de La Cámpora.
En todo manejo político hay una distorsión de lo considerado “normal” o “sano” dentro de un contexto cultural y puede manifestarse de varias formas. Desde una perspectiva freudiana, esto implica una estrategia psíquica para lidiar con los factores del poder.
Este es el panorama de la actualidad política. Habrá que esperar qué resultados tenemos para enfrentar los próximos dos años del gobierno libertario.



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