En realidad, da vergüenza ajena ver cómo se están despedazando quienes dicen pertenecer a una nueva clase política y solo están buscando cómo prenderse a la “teta” del Estado, ya sea nacional o provincial.
Tener buena memoria siempre es saludable y ayuda a darnos cuenta que -en líneas generales- todos son iguales, podrán tener distintos modos, pretender mostrarse impolutos, pero en el fondo no son más sinvergüenzas porque no les da el “piné”.
Santiago Caputo, el asesor “estrellado”, hoy casi desplazado del “triángulo de hierro”, poco menos que convertido en hojalata, ha comenzado a mostrar sus verdaderas intenciones.
Lo dijo su mentor, el consultor ecuatoriano Jaime Durán Barba, el asesor que le mostró al ex presidente Mauricio Macri dónde estaba el cementerio de los fracasados políticos: “Este chico -refiriéndose a Caputo- se lo llamaba el ‘comelibros’, es joven ambicioso y no tiene límites”.
La realidad ha demostrado que se quedó corto. El asesor ex estrella, no tiene reparos en acometer contra todos los que se le cruzan en su camino y, si bien está dotado de una inteligencia, a considerar de importancia, alimentó erróneamente las psicopatías presidenciales y el crecimiento del personaje de “el Jefe”, personificado por la hermana del libertario, Karina Milei.
En ese escenario deleznable, marcado por las improntas agresivas, los insultos, las denostaciones, el desprecio por quienes no se enrolan en las “Fuerzas del Cielo”, se fue forjando un personaje -Javier Milei- que aprovechó la ambición de poder de un defenestrado político, relegado al olvido -el ex presidente Mauricio Macri- y de una derrotada Patricia Bullrich, y así llegar a ser presidente en un balotaje “sacado con fórceps”.
Ahora estamos en la etapa de ver si ganan posiciones para las legislativas nacionales de octubre y desde allí pegan el salto al 2027.
El presidente libertario-anarcocapitalista Javier Milei, durante mucho tiempo expuso en los medios que le son afines: “Yo vine a trabajar. La presidencia para mí no deja de ser un trabajo. Cumplo, termino y me voy a mi casa a seguir con mis cosas particulares”. Las promesas se las lleva el viento.
“Mentirosito el hombre”. Todo indica que se siente el “político-no casta” más poderoso de latinoamérica y proyecta un liderazgo liberal que lo coloque en igualdad de condiciones con los poderosos del mundo que alientan esas ideologías.
Y la “pelea” está en su apogeo. Los egoísmos personales brotan y la frase más adecuada es: “Se están matando por un cargo”.
Como Karina Milei se deteriora de un poder dudoso, que nunca fue pero que pretendieron la sociedad así lo viera, está con la “escoba” -que le ha dado su hermano el presidente-, barriendo todo aquello que puede entorpecer su futuro, que ella lo ve como la “Cleopatra” argentina, aunque está lejos de serlo.
Estas “guerrillas” internas se están produciendo en todos los sectores de la política nacional. En algunos con menos virulencia que otros, pero no son pocos los que han observado que -salvo las excepciones que marcan las encuestas-, no hay nombres ni valores que satisfagan a la sociedad.
Provincia de Buenos Aires, a nivel conducción política, se debate entre las fuerzas ocultas de Cristina Fernández de Kirchner -hoy impedida de participar por su condición de presa-, las ambiciones de lo poco que queda de La Cámpora y los intendentes bonaerenses que han salido a ver quién es el reemplazante; aunque la realidad indica que ninguno.
El PRO, ya es un nombre vacío, sin figuras sobresalientes, todos o una gran parte “vendidos” al mejor postor y en su mayoría pintados de violeta para ver si ligan algo en el reparto.
De los radicales poco se puede esperar. Hay algunos nombres a nivel nacional y/o provinciales que pueden ser puntas de lanza para generar una intencionalidad de un voto diferente. Pero los están matando las ambiciones personales de los “viejos” personajes que pretenden no perder protagonismo, aunque solo les queda el retazo de historia de lo que fueron.
No se recuerda tanta virulencia, encono, podríamos decir “odio”, por el otro sector que se opone a las pretensiones de mantenerse en el poder.
Tanto ocurre en lo nacional como en lo provincial. Se elaboran estrategias para desmerecer al otro, aunque sea del mismo signo político, lo trascendente -para ellos- es seguir en el candelero.
Las disputas internas siempre existieron, pero tenían un objetivo constructivo donde se contemplaba lo personal pero se procuraba mantener las estructuras que les permitieron llegar a ser políticos de base y con respaldos.
Hoy, nada es igual. Utilizan “perros carroñeros” para mortificar al oponente, aunque sea del mismo partido. Se olvidan de su pasado, que también tiene historia, especialmente en provincias, donde por respeto y consideración se omite recordarles que también tuvieron sus errores y flaquezas personales.
La realidad nos está golpeando la puerta y nos plantea que: o cambiamos, o todos pierden en una mayor o menor medida.
La sociedad tal vez demora en darse cuenta, pero tiene la herramienta para juzgar y sentenciar: “El voto”. Una intrascendente boleta de papel que, en un momento, te pone en el escenario principal o, definitivamente, te condena al ostracismo político y social.



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