MIÉRCOLES 24 de Abril de 2024
 
 
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Llegar el lunes...

Es una expresión común en la ciudadanía en general, procurando expresar que resulta lamentable que se reaccione cuando ya se llevan 66 muertes en lo que va del 2023, en la ciudad de Rosario.

Siempre hemos sostenido que cuando se te cayó el tazón y la leche se derramó en el piso o sobre la mesa, de qué vale ponerse a llorar. Lo trascendente, lo importante, sería que pudiéramos prevenir algunos sucesos con la debida antelación, especialmente cuando la desidia tiene un alto costo de vidas humanas.

Primero que nada digamos que nos parece sumamente plausible que hayan despertado del "letargo" en el que estaban y se dieran cuenta que hay una provincia "incendiada," por efecto de haber sido copada por varios cárteles del narcotráfico y hoy con ramales de distribución y venta que se estiman en más de un centenar.

Desembarcaron fuerzas de seguridad de diversos cuerpos federales y se aprestan a concretarlo hombres del ejército pero estos son de nivel profesional y su destino es una futura urbanización.

El presidente de la nación, Alberto Fernández, manifestó que mandarían 1400 hombres. Por ahora solo bajaron 300 gendarmes. Este auxilio no es coincidente con lo que reclaman otros sectores, entre ellos la oposición que habla de un mínimo de 5400 hombres de diversas extracciones de las fuerzas de seguridad.

Junto con esta presencia, apareció la verborrágica figura del ministro de seguridad de la Nación, Aníbal Fernández, que, como es su costumbre, habló  en forma insustancial, como lo hace habitualmente cuando se analizan sus expresiones.

Tiene grandilocuencia, le pone énfasis y muchas veces algún insulto para reafirmar sus palabras. Pero lo que tiene valor es lo realizado hasta ahora en materia de seguridad y eso es poco o nada. Promesas que nunca se cumplen y que con su habitual forma contestataria defiende.

Nada indica que con este movimiento aparatoso, promocionado periodísticamente, puedan lograr efectivamente morigerar las acciones delictivas que hoy sacuden gravemente a la sociedad rosarina.

Pero volvemos a tener presencia y mostrarnos como preocupados, el día lunes, cuando la muerte de un niño de 12 años por una balacera de los grupos narcos, provocó una reacción popular: quemaron casas, presuntamente de las bandas, al observar la actitud pasiva que las autoridades han tenido hasta ahora. Esto era inevitable que ocurriera.

Hay que tenerle respeto al manso, que cuando reacciona suele ser incontenible. En este caso las barriadas rosarinas están cansadas del agobio que les produce ser dominadas por las bandas narcos.

No es el primer niño y niña que son víctimas inocentes de las luchas intestinas del narcotráfico, por adueñarse de los territorios y ampliar sus  "dominios". Nada se había hecho, solo lamentarse y ser materia periodística.

Jugó en esta movida gubernamental nacional, la urgencia de la campaña. El "debemos mostrar" es la consigna, aunque este gesto tardío que señala una reacción que deberían haber adoptado hace muchos meses, no escapa a la sociedad argentina en general.

Indudablemente, según los instruidos en elaborar y planificar las formas que deben instrumentarse para combatir estos flagelos que azotan a la ciudadanía de todo el mundo, manifiestan que hay mucha improvisación  en Argentina.

Porque se habla mucho y los resultados son negativos. El narco tráfico no es patrimonio argentino, sino que la indiferencia mostrada cuando consideraban que éramos solamente un "paso" a Europa, nos costó que se abrieran las puertas de un nuevo enclave para los negocios de los estupefacientes.

Hoy -ya otra vez el día lunes- estamos observando lo que se pudo contener y ponerle límites hace varios años. En eso le damos la mano a Aníbal Fernández el "gran contestatario del gobierno": "Hace más de 20 años que están y no hicieron nada". La pregunta sería: ¿Quiénes gobernaron en ese lapso?

No sabemos y mucho menos podremos asegurar: "ya ganaron", refiriéndose al mundo narco, tal como lo hizo, suelto de cuerpo, Aníbal Fernández. Están, tienen una provincia, casi dominada. Golpean las puertas en otras buscando nuevos mercados, pero fueron batallas, todavía podemos ganar la guerra.

La resignación no es el mejor remedio. Muy por el contrario, es el mal consejo que se le puede dar a la sociedad. Están de por medio nuestras familias e hijos y eso nos obliga a pensar que debemos juntarnos, no importa cómo pensamos o cuánto tengamos: unidos es la manera de combatirlos.

La realidad nos está golpeando la puerta. Requiere que le prestemos la debida atención y que consensuadamente todos, impongamos a las autoridades de seguridad de turno que esto tiene que tener un final.

No importan ideologías, los que se mueren son nuestros hijos, son nuestros hermanos. Son seres humanos y no debemos admitir la pérdida de una vida más.

Es un imperativo de la convivencia ciudadana.

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