DOMINGO 14 de Diciembre de 2025
 
 
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El mundo es una “bomba de tiempo”...

Es un suceso que debería generar un alerta en todo el orbe. Los escenarios de conflictos, unos más graves que otros, están mostrando la lucha entablada por el “Poder Supremo” que alientan los países considerados las potencias más importantes de la humanidad.

El “gigante asiático” inició una tarea de recuperación social bajo la consigna de una política en la que todos dependen del Estado, que es el único con derechos para transformar la estructura del país.
Avanzó en silencio y a merced de lograr despegar de la extrema pobreza a más de 10 millones de chinos por año, fue obteniendo mano de obra barata para desarrollar el poder industrial, comercial y tecnológico, ubicado en muy pocas manos, con la intención de salir a competir en el mercado mundial.
El poder de penetración estuvo sustentado en los costos de competencia, situación que le abrieron las puertas de, primero, países vecinos, luego Europa y lentamente fue cubriendo las necesidades de distintas sociedades logrando constituirse en una fuerza comercial, suceso que le fue permitiendo establecer normas económicas y financieras logrando, de esta manera, un nuevo mercado internacional que comenzó a pisar con una fortaleza pocas veces vista.
Es la era de Trump, Putin, Xi Jinping, los embates por el poder de la Unión Europea, la vigencia del Reino Unido, el poderío de las Coreas, fundamentalmente la del Norte. Enfrentado a todos, la sorpresiva aparición de la India como una potencia asiática emergente con un poder basado en ser la democracia más grande del mundo.
La nación más poblada, una economía de rápido crecimiento que aspira a ser una superpotencia global para 2030-2050 y una potencia nuclear con una creciente influencia militar, diplomática y cultural, destacando su poder demográfico y su clase media en expansión.
Se proyecta así como la tercera economía mundial para 2030 y una de las mayores potencias económicas a finales de siglo.
Estamos sin lugar a dudas en el despertar de una nueva estructura económica-comercial, científica y monetaria que está llamada a transformar todo aquello que hemos venido conociendo en un “gran cambio”, con nuevos liderazgos que impondrán condiciones a las restantes sociedades que aún permanecen en un estado de emergencia integral, casi en el subdesarrollo, con el cual están en franca lucha para alcanzar el nivel de emergente.
Cuando se habla de estar en las puertas de una posible tercera guerra mundial se nos presenta como una teoría utópica dado que los líderes de esos países, que hoy luchan denodadamente por imponerse en los mercados, saben que se establecerían las primacías de los manejos tecnológicos y el riesgo de una batalla nuclear.
Situación a la que todos temen porque se refiere a un conflicto hipotético o real usando armas atómicas, con consecuencias catastróficas como millones de muertes instantáneas, lluvia radiactiva, incendios masivos y un “invierno nuclear” (colapso climático) que afectaría a todo el planeta, aunque históricamente, solo se ha usado en la Segunda Guerra Mundial (Hiroshima y Nagasaki).
Dicen que ese ejemplo ya vivido y que aún sufre las consecuencias de un hecho bélico de 1945 es un llamado de alerta que golpea muy fuerte en las sociedades y organizaciones mundiales.
La pelea se establece en contenidos avances de quienes pretenden hegemonizar el poder y ampliar su espectro a comunidades más acotadas procurando desarrollarse utilizando las riquezas genuinas de sus tierras, muchas de las cuales hoy son codiciadas por los poderosos, por ejemplo: el creciente interés de Donald Trump por lograr eliminar la figura del pseudo presidente venezolano Nicolás Maduro, sentado sobre uno de las reservas de petróleo más grandes del mundo.
La figura del presidente republicano, el poderoso empresario norteamericano, está poniendo en jaque a la política mundial dada su actividad extendida en busca de alcanzar injerencia en las políticas de países que hoy enfrentan problemas bélicos. Por caso: Rusia-Ucrania, Israel- Palestina, o aquellos que resultan estratégicos para su plan de crecimiento y restablecimiento del poderío americano, como son los países de América del Sur, procurando imponer condiciones en México, Colombia, Venezuela, con eje en Argentina ya plegada por decisión del presidente libertario Javier Milei.
Es realmente el intento por conformar un nuevo mapa mundial con sus intereses, acuerdos, mercados, donde los más débiles serán -como han sido siempre- los medios para alcanzar determinados objetivos.
La realidad no se debe ni puede ignorarse. Las sociedades del mundo libre pretenden la paz, el progreso y alientan esperanzas para propiciar el futuro de las nuevas generaciones.
¿Podrán esos deseos imponer condiciones a los egos y la soberbia humana? No lo sabemos y no lo podemos presumir.
No hay que olvidar aquellas páginas de la historia que marcaron un nuevo comienzo, como cuando Nerón, alentado por su profundo mesianismo, no titubeó al incendiar Roma para mantener su poder.
 

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