Como pocas veces ha sucedido, este diciembre que recién empieza plantea escenarios notablemente diferenciados que hemos visto y vivido en las últimas décadas.
Siempre, o por lo menos era lo que se repetía anualmente, la culminación del año aparecía como un incentivo para las explosiones sociales y se manifestaban presiones de los sectores más empobrecidos e indigentes, que reclamaban poder pasar las fiestas más holgados de lo que venían viviendo a lo largo del año.
Se presumía que eran esos reclamos y manifestaciones de diferentes sectores los que afectaban a un importante sector comercial, como los supermercados y que una vez satisfechos -en alguna medida- las cosas tendían a calmarse y los meses del verano resultaban menos, o para nada conflictivos.
Las cuestiones de orden político quedaban casi relegadas. El Congreso culminaba su año y se preparaba -no siempre- para posibles extraordinarias que duraban una semana o diez días.
Hoy todo es diferente.
Los cambios son sustanciales. Si bien se presume que habrá alteraciones sociales e inclusive se prevén reacciones de orden gremial, por caso ATE que amenaza con paros y manifestaciones por los dichos trascendidos acerca de un nuevo reajuste que tiene en carpeta Federico Sturzenegger; la cuestión política está al “rojo vivo” y en plena etapa de reacomodamiento.
La implosión del kirchnerismo-peronismo es incontenible y tiende a ser irreversible. Sumado al proyecto que están elaborando algunos gobernadores, ideológicamente diferenciados del oficialismo, que intentan desentenderse de la influencia de Cristina Fernández de Kirchner considerándola una etapa que ha concluido y se abocan a la búsqueda de nuevos nombres para acercarse a un electorado que pretende ver otras caras. Son escenarios muy conflictivos.
A estas alternativas de profundo cambio, en líneas políticas a futuro, hay que sumarle los movimientos que se realizan en torno a la nueva organización ministerial, sus reacomodamientos y los proyectos que está llevando a cabo el “triángulo de hierro”, encabezado por el presidente Javier Milei.
Claramente la postura, en este proceso de los dos años que aún le restan del mandato, es concretar todo aquello que había proyectado al iniciar su gobierno y que, por efecto de una notoria debilidad legislativa, tuvo que resignar al mínimo. En parte fue salvado por el consentimiento de un año de las “facultades delegadas” lo que le dio oxígeno para poder hacer y transformar sin tener que depender del poder del Congreso.
Esta situación hoy tiene sustanciales variantes. El libertario, si los números que trascienden y las afinidades con gobernadores dialoguistas son reales, tendrá músculo suficiente como para imponer sus más cuestionados proyectos: Presupuesto 2026, Reforma Fiscal, Penal y Tributaria y el proyecto de modernización laboral que, ya terminado, fue enviado a Manuel Adorni, Martín Menem y Patricia Bullrich para que inicien los contactos legislativos para su aprobación.
Todo muestra un diciembre con notables diferencias y de acuerdo a como se desarrollen los acontecimientos estaría llamado a ser realmente una nueva etapa política para los argentinos.
Es difícil a esta altura predecir los resultados del proyecto que tienen inmente algunos mandatarios provinciales. El fracaso del intento de Provincias Unidas mostró que para muchos el ciclo ha concluido y deben -en el marco de sus ambiciones de poder político- reacomodarse a los tiempos que está imponiendo una sociedad que de ninguna manera quiere volver al pasado.
No ver estas circunstancias es volver a caer en la frustración y el fracaso. Naturalmente, Javier Milei alienta ese posicionamiento que a su partido, La Libertad Avanza, le está otorgando una fortaleza de la que carecía.
Los que más han recorrido el camino de hacer política señalan, con la sabiduría que otorga la experiencia, “en política nada se regala ni se ceden espacios”. Hay que remitirse a lo observado en estos dos últimos años: el ingreso al establishment gubernamental de un hombre de la farándula, formado en economía, caracterizado por su desenfado, su agresividad y el poder disruptivo que alcanzaba cuando hacía juicios sobre el presente.
Muchos pensaron: uno de los tantos intentos de los que pretenden llegar... Señores, la realidad les indica claramente que se equivocaron. No midieron el descontento de un amplio sector de la sociedad que estaba harta de soportar la prebenda, los intermediarios millonarios, un gremialismo enriquecido que hacía décadas estaba apoltronado en sus cómodos sillones y fundamentalmente desconocieron el poder de las nuevas generaciones. El resultado está a la vista.
Hoy, LLA avanza empoderada y gana posicionamiento en las dos Cámaras. Existen muchos pases de sectores que buscan tener continuidad política y no reparan en “pintarse de violeta”. Hoy el mileismo está peleando las primeras minorías, tanto en Senado como en Diputados.
Se está conformando un nuevo frente legislativo y La Libertad Avanza cifra el poder en la acción de la mesa política que la preside Karina Milei e integran Manuel Adorni, Martín Menem, Santiago Caputo como referente presidencial y completa Sebastián Pareja.
Cambios y escenarios nuevos que imponen, a un debilitado peronismo, comenzar a buscar nombres y aggiornarse generacionalmente para poder seguir siendo una opción en el 2027.



Escriba su comentario