Alguien decía: “Cuando todo se hace por conveniencia propia sin pensar que somos naturalmente ‘tribales’, las estructuras comienzan a fallar y finalmente se rompen”.
Cuando se pretenden poderes hegemónicos y para ello se instrumentan medidas y acciones que tiendan a lograr liderazgos absolutos, se requieren de “colaboradores” que respalden esas intenciones. Basados en que sus cualidades personales y o profesionales las haga realidad se superponen -en algún momento de la relación- aspectos relacionados con el ego, la soberbia y la manifestación de compartir el poder. <EM>Estas características son fácilmente detectables en los personajes que hoy se mueven en la estructura política del primer mundo, EE.UU, Rusia, China, Israel, India, Corea del Norte, Reino Unido, y en valores decrecientes otros países que mantienen hegemonías territoriales y se constituyen en fortalezas tecnológicas, productivas y económicas.
Hoy en ese plano, donde las envidias son un alimento diario, se encuentra el presidente republicano Donald Trump, hacedor de un emporio empresario que le abrió las puertas para llegar a la presidencia de uno de los países más poderosos del mundo. >Para el logro de esos objetivos, que hoy le brindaron la posibilidad de arribar a su segundo mandato, necesitó de respaldos, siendo el más notorio el que se materializó a través del primer millonario del orbe Elon Musk, un sudafricano que dotado de una inteligencia superlativa para los negocios inherentes a lo tecnológico, hoy ha pretendido cambiar sistemas laborales ancestrales y convertir a los profesionales que trabajan bajo su mando, poco menos que esclavos.
Esa planificación que en un principio adopta el presidente norteamericano, se convirtió en su principal inconveniente para darle continuidad a su tarea.
Planteada la lucha de ego contra ego, Trump propuso condiciones que Musk no aceptó y esa ruptura hoy es motivo de denuncias cruzadas, algunas de enorme trascendencia institucional que colocan al Republicano en una situación notablemente incómoda y en condiciones de vulnerabilidad frente a los Demócratas.
Hasta allí es la controversia interna que, sin lugar a dudas, tendrá repercusión en muchos países del mundo, entre ellos a la Argentina, donde el presidente Javier Milei, deberá decidir frente a quién se “inca”, dado que se dice “amigo” de Musk y sucedáneamente “amigo” de Trump.
Él podrá dividir sus simpatías. Habrá que ver si ellos la aceptan o la condicionan.
Esa nueva circunstancia que se plantea para diagramar el futuro de los argentinos, deja mucha tela para cortar, mostrará si Milei había logrado consenso y tiene peso político internacional o solamente fue la resultante de un buen relato, en el que pretendían vendernos que podíamos negociar de igual a igual.
Las realidades que se viven en el entorno gubernamental de Trump, nada de esto es realidad y para su esquema nunca dejamos de ser emergentes y una manera de poner un pié en cono sur de sudamérica
El periplo presidencial
Arrancó el periplo presidencial, que tendrá una duración de 10 días, signado por una agenda que se inició ayer con Milei asistiendo a la firma del Memorándum de entendimiento entre YPF y ENI, con la participación también de la primer ministro italiana Giorgia Meloni, con quien compartiría a posteriori una cena privada.
¿Será este el paso necesario para fijar posiciones en el mundo de los líderes mundiales? “Chi lo sa”.
Hoy, el Presidente tendrá su esperada primera audiencia con el flamante Papa León XIV en El Vaticano. Procurará salvar el bache de no haber asistido a la asunción papal.
Posteriormente volará a la ciudad de Madrid, donde el domingo participará del cierre del Economic Forum y después partirá con destino a la ciudad francesa de Niza. El lunes, Milei participará allí de la Cumbre de los Océanos de la ONU y luego se encontrará con su par, Emmanuel Macron.
Seguirá hacia Israel, donde se entrevistará con Benjamin Netanyahu, cumplirá con su línea religiosa personal, visitando el Muro de los Lamentos y finalmente viajará de regreso a Madrid para recibir en forma particular un reconocimiento de la Escuela de Salamanca.
Existen dudas en torno a lo provechoso de esta ausencia presidencial, pero sería imprudente adelantar juicios de valor cuando aún se desconocen los resultados que pueda generarle al país.
Más bien se supone otro movimiento estratégico mileiano consistente en alejarse de los problemas que se viven en Argentina, dejar que se opere internamente sin su intervención y finalmente a su regreso aceptar o vetar lo que se halla decidido, dejando en claro que el poder siempre sigue con él, no lo cede ni cuando sale del país.
Tuercas que se aflojan y señalan la débil relación existente en la fórmula presidencial, planteando que la vice presidencia es solo un nombre que fijado por la Cata Magna instrumenta una Democracia. El que vale, tiene consistencia y como dicen: “la lapicera” la tiene el presidente. Los demás “son de palo”.
El país se sacude, tiene quebrantos institucionales serios, un clima social enrarecido que ahora se ha complejizado en extremo, ante procesos electorales que podrán o no, marcar el rumbo hasta el 2027.
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