Ya nadie se salva y se está poniendo en tela de juicio honorabilidades personales de periodistas, políticos, asesores, consultores y muchos más personajes que, por haber tenido o aún tener actividad pública, son víctimas de esta guerra desatada que aparenta no tener buen final.
Hemos venido mencionando en nuestras entregas que uno de los escenarios preferidos del presidente Milei es el conflicto. Allí se siente cómodo y utilizando su arma preferida -las redes sociales- va colocando bombas en todos los sectores.
Es sin lugar a dudas un “juego” que lo apasiona, dado que atomiza todo aquello que lo rodea, no le cae bien o no lo acepta por estar ideológicamente en las antípodas de su pensamiento liberal-libertario-anarcocapitalista, el que utiliza para obtener el reacomodamiento internacional que persigue para ubicarse entre los líderes liberales-conservadores del primer mundo.
Esta actividad tiene sus riesgos y uno de ellos es, el que esta sufriendo en la actualidad el presidente argentino. No solo enfrenta una acusación -que deberá probarse política y judicialmente- de que esta involucrado en una estafa a nivel global, sino que ha perdido sustento y fortaleza el “triángulo de hierro”, hoy en el centro de la “tormenta perfecta”.
Los cañones apuntan a la hermana -“el Jefe” Karina Milei, Secretaria General de Presidencia y al asesor estrella- sin cargo alguno, pero con enorme influencia en las decisiones presidenciales, Santiago Caputo.
Ya son numerosas las voces que se alzan pidiendo el paso al costado de quienes -al parecer, según acusaciones provenientes de los “traders” que de $Libra, señalan que: “pagaron coimas a la funcionaria preferida e ‘intocable’ del mileismo, Karina”.
Verdad o mentira, nadie puede asegurarlo, pero alrededor de esta difícil situación se ha generado un “caos” político oficialista, que esta sacando a la superficie demasiada “mugre”, que involucra no solo a los mencionados sino que se ha extendido a un sector del periodismo que han venido siendo útiles a los objetivos que persigue el gobierno de Milei.
También en esos ámbitos se ha desatado una “guerra” que se supone tiene otras connotaciones y que no comienzan con el gobierno del libertario, sino que son el producto de “negocios” con gente de la política desde hace mucho tiempo.
Conociendo las debilidades de los denominados “ensobrados”, los libertarios o los que tienen las “cajas” accedieron con sus ofertas y ganaron voluntades que hoy se sienten moralmente tocados, pese a que las acusaciones son entre ellos.
Y como expresa el refrán popular: “Entre bueyes no hay cornadas”. O si. Hoy ya no se sabe.
Existe claramente un sesgo muy pronunciado de deshonestidad, que entendemos, no es nuevo, pero ahora “bombardeados” por una realidad; salen a pretender mostrarse impolutos, intachables, y alegan que deberán quienes los señalan, responder ante la Justicia.
No esta mal y es uno de los caminos que deberían seguir todos aquellos que han sido señalados, como parte de un sistema de corrupción, que de ser cierto, entraña la gravedad que está afectando a gran parte de la sociedad, convertida en su público al que estarían vendiendoles un relato, que a ellos les representa buenos dividendos.
Todo este reprochable aparato de características delincuenciales, si bien no es una novedad, fue realimentado por las fuerzas libertarias o alguno de sus sectores en procura de alcanzar a “vender” su producto político de la mejor manera. El resultado esta a la vista.
El grave dilema que se presenta en esta contienda de “todos contra todos” es la pérdida de credibilidad que esta ganando el periodismo, las redes sociales y los sistemas de información web, streming, entre otros, en una sociedad que se siente desilusionada y engañada por quienes ella misma le dio la oportunidad de tener una herramienta poderosa.
El desorden social es el marco en el que mejor se ha movido hasta ahora el presidente Milei. Destruyó, debilitó al máximo a los sectores opositores, que podrían ser los que manejando otras alternativas hubiera dado el equilibrio que hoy no tenemos.
Desmereció la labor periodística y hoy somos testigos de como se acusan a través de la pantalla televisiva y redes sociales de “coimeros”, de haber aceptado negociar sus dignidades por una suma de dinero, entre otras acusaciones que están en el aire.
Nadie ganó y todos perdieron. El mejor valor que puede ostentar el periodismo es “LA CREDIBILIDAD” , y lamentablemente eso esta tirándose a la basura día a día, hoy ya con escándalo.
Si procuraban desorganizar el país para reconvertirlo, el objetivo va en camino de ser logrado.
Cuando se pierde el respeto institucional, social y se rompe la convivencia, volvemos a la primera etapa de la civilización.
En realidad la conclusión es: NO HEMOS APRENDIDO NADA.
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