Podría terminarse de diferentes formas este dicho popular que tiene connotaciones con aquellos versos de la obra de José Hernández, “Martín Fierro”, donde señalaba que “...los hermanos sean unidos esa es la ley primera, si entre ellos se pelean los devoran los de afuera”.
Esta es una de las tantas interpretaciones que podríamos traer a la implicancia de tener permanentemente escenarios de conflictos serios, graves, que están rompiendo la institucionalidad del país, con un marco de violencia interna que se agudiza, con muertes inocentes y un nivel delincuencial que se ha desbordado.
Desde hace muchas décadas que se viene sosteniendo una estructura beligerante que se acomoda según quienes están en los mandos. Se habla demasiado y la realidad indica que se hace poco o nada.
Se dan a conocer estadísticas que hacen suponer que estamos ganando, cuando todos nos indica que quienes avanzan, sin importarles la vida humana, es el marco delincuencial.
Se comenzó a desmadrar todo cuando se consideró que la “mano dura” no era conveniente y se procuraron normativas que flexibilizaran el tratamiento con aquellas personas que delinquían, mataban, violaban, producían graves daños a una sociedad que,lamentablemente, se fue acostumbrando, pese a que se quejaba y buscó como autoprotegerse.
La etapa del “zafaronismo” fue letal para argentina. Las consecuencias se están visualizando y materializándose ahora y en aumento. El que traspasaba la línea de la honorabilidad, dejaba de lado lo moral y se convertía en verdugo de la sociedad, pasó a ser considerada una víctima, casi echándole la culpa a la otra parte de la ciudadanía.
Las cárceles se convirtieron en lugar más cómodos, dotados de tecnología y buena alimentación que hizo que estar preso no fuera una sanción disciplinatoria sino un período vacacional.
Aparecieron los denominados “abogados garantístas” y la Justicia no pudo hace pié en la realidad de lo que dictaban las normas contenidas en los Códigos que imponen condicionamientos y marcan las diferencias entre quienes hacen las cosas bien y aquellos que viven transgrediendo todas las disposiciones vigentes para vivir de lo ajeno.
Apareció el narcotráfico, invadiendo determinadas zonas del país y en algún momento -más de un letrado, especialista en la materia- intento convencer a la sociedad que Argentina era un país de paso, tal como pasaba con la prostitución.
Pero los “mercados” se abrieron y todo fue mucho más grave, atento a la explotación de las debilidades humanas y el “dinero mal habido”, comenzó a comprar voluntades. Se miró para otro lado y el “desmadre social” avanzó exponencialmente hasta el presente, cuando vemos que las muertes de inocentes, los robos a plena luz del día y la presencia de niños ya convertidos en “sanguinarios” delincuentes han invadido las calles.
También somos testigos de como se atacan los que detentan poder y realmente gran parte de la sociedad siente vergüenza ajena. Deberían ser ejemplos de sensatez, honestidad, seriedad, decencia y exponen lo peor del ser humano y desde ángulos protegidos por la política.
Recordando algunos de los versos del tango Cambalache obra del genial Enrique Santos Discépolo, nos damos cuenta que hemos retrocedido, especialmente cuando dice: “Pero que el siglo veinte es un despliegue de maldad insolente, ya no hay quien lo niegue. Vivimos revolcados en un merengue. Y en un mismo lodo todos manoseados”.
Es el siglo XXI y no existen demasiadas diferencias. “Hoy resulta que es lo mismo ser derecho que traidor. Ignorante, sabio, chorro, generoso, estafador. Todo es igual, nada es mejor. Lo mismo un burro que un gran profesor‘ Vale la pena recordarlo y mirar el presente que tenemos.
“Siglo veinte, cambalache, problemático y febril. El que no llora, no mama, y el que no afana es un gil. Dale no más, dale que va. No pienses más, siéntate a un lado.Que a nadie importa si naciste honrado. Que es lo mismo el que labura. Noche y día como un buey. Que el que vive de los otros. Que el que mata o el que cura. O esta fuera de la ley”. Solamente cambiemos veinte por veintiuno y vemos nuestra historia actual.
Los más entrados en años lo deben recordar con enorme nostalgia, porque nos pintaba un futuro que se veía venir, pero que dado era conveniente para “las clases políticas” las dejaron correr y hoy enfrentamos una realidad donde se lamenta la desaparición de Loan y Lian se llora la muerte de Kim y el brutal asesinato de Silvia Graciela López, entre muchas víctimas que hoy engrosan los expedientes judiciales que se investigan, algunos con los responsables en espera de juicios y otros donde se discuten las edades de quienes se han convertido a los 14 y 17 años en asesinos.
Pero todo tiene principio y continuidad. Los de arriba siguen atacándose porque ellos pretenden erigirse en los “libertadores” del futuro y acusan a los que están de complacientes y hasta de cómplices. Cuando la sociedad lo que espera es que se unan y juntos instrumenten los mecanismos que permitan que la sociedad viva en paz.
El quiebre social es un suceso que parece inevitable. Difícil predecir el futuro argentino, convertido en el club de pelea.
Mientras, seguirán las muertes.
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