El refrán no por viejo deja de tener actualidad, especialmente cuando analizamos el comportamiento de algunos políticos, que parecen estar ‘reivindicando’ la buena política y solo son ambiciosos que quieren cargos rentados que pagamos todos.
No es novedoso ni configura una actitud que no se haya podido observar en otras oportunidades, pero sigue llamando la atención, y especialmente cuando en diálogo con ciudadanos, ciudadanas y jóvenes votantes, manifiestan, con hábil verborragia, atraer, con discursos que pretenden mostrar una nueva forma de hacer política.
Esta característica del ‘busca’ era observable en muchos pseudo-políticos que se alzaban proclamando una vocación de hacer gestión diferente a las actuales autoridades y se jactaban de señalar los errores que se cometían y que, ellos aseguraban, no ocurrirían si la gente los votaba.
En un escenario de mucho descreimiento e incertidumbre de la clase política, los
‘aventureros’ abundan y van creciendo. Muchas veces facilitados por otras tendencias políticas que los utiliza, porque -en algún momento- sirvieron para poner gente en la calle, a través de la prebenda política, marco económico que hoy se dibuja como “subsidios a los sectores más necesitados”.
Así aparecieron los Pérsico, los Chino Navarro, los Baradel, este último usando a la docencia que lo vio como un defensor a sus reclamo; naturalmente no son ajenos los Belliboni, hasta llegar a los que con un ‘verso’ bien preparado aparecen, caso: Juan Grabois, personaje inteligente, que se subió a la tarima de la futura presidencia y compite internamente, tras haber hecho gala de una pureza política, que nunca tuvo.
Nadie puede hacerse el distraído y desconocer los discursos enfervorizados contra la figura de Sergio Massa, los destemplados gritos diciéndole a su conductora, Cristina Fernández de Kirchner, que no “le iban a aceptar más un Alberto Fernández” y mucho menos al que denominó “tránsfuga” como Massa.
Pero al final le pusieron la “zanahoria” y calmadamente hoy viró su discurso y compite, pero ya adelantó que si pierde, acompaña. Vergüenza ajena dan estos personajes que nos hacen sentir a los argentinos usados, mientras ellos manejan sus propios intereses.
Otro personaje que llama poderosamente la atención fue el controvertido “destructor de icónicos edificios”, como García Moritán, que pretendía ganarse al ciudadano porteño, con planteos que solamente él podía sostener.
Se enganchó y utilizó como “caballito de batalla” los piquetes de los sectores sociales manejados y que diariamente perturban el normal desenvolvimiento de la ciudad de Buenos Aires y con esos fundamentos pretendía competir como el defensor de los sufridos ciudadanos y ciudadanas que se ven sometidos a cortes, piquetes, entre otras manifestaciones que convierten a la gran urbe en un caos.
Ya cerca de la posibilidad real de ver cómo llegaba su mensaje, hablamos de las PASO, que se desarrollaran el 13 de agosto, tuvo un renunciamiento, que dejó en claro cuál era su verdadero objetivo.
Su dignidad -muy barata- la canjeó por dos cargos en el staff gubernamental que esta armando Jorge Macri, quien disputará frente a Martín Lousteau, por el gobierno de la ciudad.
Ya se terminó su enérgica verborragia en defensa de una sociedad sometida a los vaivenes de los sectores que invaden la ciudad y se apostan en determinados puntos en procura de alcanzar respuestas para sus reclamos.
García Moritán negoció dos ministerios para apoyar la candidatura de Jorge Macri. El legislador podría recalar en un ministerio, según lo pactado con Mauricio Macri.
La negociación descolocó a Larreta, porque el hoy Jefe de la ciudad -que pelea por la presidencia ante Patria Bullrich-, lo tenía apuntado como un hombre de su segmento.
El legislador de Republicanos Unidos no sólo conversó con el ministro de Gobierno porteño sino con el creador de Juntos por el Cambio, que lo felicitaron minutos después de que hiciera el anuncio por redes. Y sin ponerse colorado.
En el PRO porteño dijeron que Moritán podría llegar a ocupar un cargo ejecutivo en el futuro Gabinete de Jorge Macri en la Ciudad, como por ejemplo el Ministerio de Desarrollo Económico y Producción, que actualmente ocupa José Luis Giusti, un hombre de Lousteau. La idea fue pegarle en la línea de flotación al oponente del ministro de gobierno de la ciudad.
Hasta allí la historia de un manejo deslucido, poco edificante de un ciudadano que -más allá de coincidir o no con sus posturas- tenía otras ideas y parecía dispuesto a pelear por ellas.
Nos equivocamos, buscaba “conchavo” gratarola, bien remunerado, que saliera de los bolsillos de los trabajadores. Lamentable. Indecoroso. Impropio de alguien que se mostró en todos los canales de aire sosteniendo una posición de ciudadano correcto, cuando, simplemente, lo que estaba buscando era “engancharse” entre los políticos rentados.
El desarrollo de esta campaña, que hemos mencionado nos resulta sucia, rastrera, todo por un cargo, es la que pretende ser gobierno en la Argentina.
Una etapa altamente negativa, que habla mucho de ausencia de la verdadera Democracia y demasiado -para nuestro gusto- de las ambiciones personales de quienes están lejos de ser conductores políticos de un país que lo que más requiere es: DECENCIA.



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