Esta fue la palabra utilizada por el grupo de estrategas y asesores que están definiendo la campaña hasta el 19 de noviembre para Javier Milei, al referirse a la figura de Mauricio Macri.
Es evidente, para cualquier observador, que el ex presidente, en esta última semana, centralizó y acaparó la atención de todos los medios de comunicación, desplazando al candidato de LLA de los primeros planos.
Ese posicionamiento no solamente molestó a los entornos libertarios, sino que comenzaron a analizar si no resultaba altamente perjudicial que tuviera tanto protagonismo un político que ostenta el más alto grado de negatividad del sector opositor.
Mauricio Macri es reprobado por la mayor parte de la sociedad que recuerda con enorme desilusión que, durante cuatro años de su gobierno, los quebrantos del país fueron muy grandes y que los enunciados de campaña, resultaron un fraude.
Estos factores fueron tratados en una reunión que -trascendió- mantuvieron gestores de Milei y de Patricia Bullrich, arribándose a un acuerdo para hacer desaparecer -hasta el balotaje- a quien fuera uno de los pergeñadores del entendimiento partidario, entre los dos sectores políticos, el que disputa en noviembre y el que quedó tercero postergando sus aspiraciones.
Aparentemente esto que fue lo convenido comenzaría a ejecutarse a partir de esta semana. Las apariciones de Macri se terminarían y recuperaría el centralismo Javier Milei.
Se contempló -siempre por los trascendidos- que Patricia Bullrich tiene mejor imagen y podría ser la que comparta el escenario donde se expongan los proyectos y se formulen programas de gobierno, si llegan a la presidencia.
Más allá de estas consideraciones que diera como resultado la medida tomada, se nos supone demasiado débil para que pueda concretarse, para ello la desaparición del fundador de Cambiemos, debería ser total situación que -hoy- vemos realmente muy difícil.
Las acciones de esta última semana protagonizadas por Macri, fueron una clara evidencia que pretende tener o compartir centralidad. Es indudablemente una acción que ha venido pergeñando desde hace un tiempo y que aprovechando la coyuntura de una frustración de Juntos por el Cambio y la evidente debilidad mostrada por Patricia Bullrich, encarnó el poder de decidir por el sector, sitial que no vemos fácil lo abandone.
De todas formas se maneja que este ya habría decidido apartarse, por lo menos momentáneamente, de la escena pública, pero no dejaría -eso comenta su círculo intimo- de tener injerencia en las acciones que se desarrollen, las que deberán ser consensuadas con su mesa chica y su visto bueno.
Todo el panorama presagia que aún no se puedan dar por finalizados los coletazos de un acuerdo, que de cualquier manera que se haya proyectado, muestra enormes dificultades para consolidarse.
El entorno de Javier Milei, entienden que deben instrumentarse nuevas estrategias, en especial cuando está en juego lograr llegar al segmento de votantes que sigue “boyando” sin haber decidido para quién podría ser su voto.
Por otro lado, Sergio Massa, candidato presidencial por Unión por la Patria y Ministro de Economía en funciones, pese a todos los pronósticos que afirmaban el tema de faltante de combustibles podría llegar a afectar su imagen electoral, todo parecería indicar que sucederá lo contrario y su gesto de autoridad, aunque haya sido parte de un escenario montado, ha dado positivos resultados.
Había gente enojada, es cierto, porque la circunstancia que casi paralizó parte del país por un extraño comportamiento de las petroleras, está en franco camino de regularizarse.
Este factor, cuando ya no exista, dejará de ser un problema para el sector del massismo e inclusive hay quienes afirman que refuerza su autoridad y fortalece el mensaje que puede darle solución a los problemas del país.
Ocurre con inusual frecuencia en este último periodo electoral. Aquello que se vislumbra como negativo, se transforma en puntos para el supuesto perdedor.
Sigue estando el panorama político rodeado de un halo de confusión, acciones controvertidas, personalismos que internamente se transforman en “bombas destructivas”; en realidad nadie tiene la precisa y de certezas, ni hablemos.
El 19 de noviembre sigue siendo una enorme incógnita. Tal vez, y solo tal vez, el debate del domingo 12, ponga algo de luz en las pretensiones de las dos fuerzas en pugna. Pero eso está por verse.
Por ahora es un largo túnel, totalmente a oscuras.
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