Según lo aseguró el presidente libertario Javier Milei: “Nos van a salir dólares por las orejas” mostrándose súper optimista de cara al futuro que le espera a la Argentina con los acuerdos a concretar con el presidente de los EEUU, Donald Trump.
Según hiciera notar el mandatario a su llegada a Washington, tras la reunión que sostendrá con el republicano Trump habrá nuevos anuncios sobre la asistencia financiera de la Casa Blanca a la Argentina.
De acuerdo a las eufóricas declaraciones, la economía Argentina, la disfracen como se les ocurra, pasará a ser una herramienta del programa sustentado por el Tesoro norteamericano, hoy tutelado por Scott Bessent que ya se siente como el “súper ministro” del país emergente que han elegido para su programa estratégico del dominio de esta parte de sudamérica, haciendo pié en Argentina y desde aquí proyectándose a todo el cono sur del continente sudamericano.
Para el logro de este objetivo, naturalmente, deben lograr que el país, que hoy preside el libertario Javier Milei, ceda a las exigencias de los futuros acuerdos y deje de lado convenios concretados con otras potencias, tal el caso del poderoso asiático China, país que ya tiene prestaciones económicas como un swap de 18 mil millones de dólares a cambio de inversiones que se han ido concretando en diversas partes del país, fundamentalmente en la Patagonia.
La historia permite conocer que cuando dos “grandes” se pelean por alcanzar ejes estratégicos que les permitan seguir avanzando en su crecimiento y poder, los “chicos” son beneficiados si eligen con criterio y, fundamentalmente, manteniendo el espíritu soberano que los fundamenta.
Resulta aventurado arriesgar un resultado de esta “asociación” que alimentó Milei, en aras de lograr su crecimiento como líder del liberalismo en esta parte del continente.
Nadie puede tener certeza de la intencionalidad de un voraz empresario que ha levantado su poder a costa de estrategias de sumisión y que hoy, al comando de uno de los países más poderosos del mundo, pretende sumarle un posicionamiento estratégico basado en, por un lado, su poder negociador, por caso su intervención por la paz medio oriente; negociando una forma similar como mediador en la guerra de Rusia y Ucrania y, por otro, mostrándose como el gran oponente del gigante Chino que silenciosamente ha avanzado cubriendo comercialmente parte de Europa y Sudamérica.
Es un juego que tiene sus riesgos, pero que evidentemente Donald Trump sabe realizarlo con acierto y oportunidad.
Hoy todo estaría indicando que sus movimientos han sido acertados. Concertó el alto el fuego e iniciación de la gestión de paz en la dura guerra que han venido sosteniendo Hamas y parte de Palestina con Israel.
Según ha trascendido, existe una planificación colateral que procura tener acceso sin limitaciones a las denominadas “tierras extrañas”, sistemas de energía y abrir el camino para la incursión industrializadora de la tecnología como una herramienta superadora para las distintas sociedades de los países que acuerden ir incorporando estas prestaciones de los Estados Unidos de norteamérica.
Algo similar a acá, donde habrá que esperar a ver cómo se elaboran las políticas futuras de incorporación de capitales americanos en la patagonia argentina y cuáles serán las herramientas que les permita desplazar los emprendimientos ya instalados del gigante asiático.
Alguien, con mucha formación y conocimiento de política internacional, expresó que se puede transformar el gesto de Trump en “el abrazo del oso”, o sea, una aparente demostración de afecto que en el fondo encierra una trampa.
La realidad indica que el presidente republicano no se ha caracterizado por ser el más bueno y mucho menos quien presta un salvavidas si esos actos no le dan un beneficio.
Cuando asumió la conducción de los EEUU sus palabras fueron claras y no había lugar para falsas interpretaciones. “Vengo a reconstruir el poder que hemos perdido”. Agregando: “Vamos en pocos años a ser el país más poderoso del mundo”, y casi con simultaneidad impuso un arancelamiento a todo aquello que ingresara a los EEUU y conspirara con las fuentes productivas y laborales de ese país.
Milei salvó la ropa gracias a las “bondades” de Scott Bessent, que con orden de Donald Trump debe apoyar a la Argentina evitando que pueda ser desplazado por otra fuerza política.
Llega así con el oxígeno que le faltaba a las elecciones legislativas del 26 de octubre. De su resultado dependerán futuros acuerdos y convenios comerciales que serán parte de la entrevista en la Casa Blanca.
La bruma no se ha disipado totalmente. Nadie tiene la precisa, solo la ciudadanía tiene la “posta” y la jugará en las urnas dentro de dos semanas.



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