Nuevos personajes, no sabemos ni podemos decir con alguna certeza si son más de cuarenta, pero para aquellos -entrados en años- que se deleitaron con las aventuras de un leñador pobre que observa en secreto cómo 40 ladrones esconden su botín en una cueva, cuya puerta solo se abre con la orden verbal de “¡Ábrete, Sésamo!”, hoy recuerdan con nostalgia que solo era una creación cinematográfica, norteamericana, que llevó al teatro Mario C. Lugones sobre el guión de Julio Porter.
La interpretaron Gogó Andreu, Malisa Zini, Tono Andreu y Héctor Calcaño, quienes hicieron vivir la experiencia argentina y provocan el recuerdo ante los episodios que se están viviendo, donde la corrupción, mostrada en sus diferentes caras, está presente todos los días.
Alí Babá es un personaje de ficción descrito en el cuento de aventuras “Alí Babá y los cuarenta ladrones”, perteneciente a “Las mil y una noches”, de origen indio, persa y árabe.
La producción original norteamericana generó otras expresiones, fundamentalmente teatrales, que procuraban mostrar algo, transmitir un escenario que estaba a la vista de todos y muchos lo internalizaron como normal.
Es evidente que las versiones fueron transformando un “cuento” en esa triste realidad que se venía perfilando, la decadencia moral de los hombres que habían alcanzado el poder.
Como en la ficción, se comenzaron a elaborar los justificantes, las excusas y apareció el: “Yo no fui, no soy parte, la culpa y el corrupto ladrón es el otro”. Y también nos fuimos acostumbrando a echarle la culpa al más débil que no tenía herramientas adecuadas para defenderse.
Dada esta circunstancia en la que el poderoso, con apellido, pesaba en la sociedad o tenía relaciones que le aseguraban impunidad, surgieron los “perejiles”, que como Ud. se dará cuenta, no es una planta herbácea aromática de la familia de las apiáceas, originaria del Mediterráneo y de gran popularidad en la cocina por su sabor y sus propiedades nutricionales: son la víctimas elegidas para salir indemne del oprobio de ser considerado un “delincuente”.
Y lentamente nos vamos acercando a lo sucedido en las últimas cuatro décadas y algunas monedas, donde comenzamos a desandar un nuevo camino signado por la recuperación de la Democracia.
Una proficua etapa donde aparecieron los extremadamente dignos y, junto a ellos, se fueron materializando las distintas capas delincuenciales, muchas de las cuales -error humano, por cierto- comenzamos a verlas como normales, cuando en realidad eran transformaciones que operaban diferentes formas de robar.
Y llegamos hasta la actualidad, marcada por diferentes sucesos que aparentaban significar un cambio y resultaron una diferente forma de instrumentar actividades transgresoras que, sustentadas en hábiles estrategias, marcaban la existencia de nuevas maneras de ser corrupto.
Algunas tienen historia en Argentina, la “coima”, existió, existe y naturalmente no podrá ser desarraigada, porque es inherente a una clase humana integrante de la sociedad.
Los “negociados fraudulentos”, otro andarivel que la clase política -no en general- pero muy marcadamente en lo particular fue instrumentando para ser cuantiosamente rica, cuando a su alrededor solo había pobreza e indigencia.
De esos negociados se fueron desprendiendo distintas formas de acciones deshonestas para las que debieron ser utilizados los “intermediarios”, quienes se quedaron con una parte de la “repartija” y mantenían cautivos a quienes dependían de ellos para comer.
Cada uno de los que ingresaron a las esferas del poder político trajeron nuevas estrategias o reacomodaron las existentes para seguir con el curro. En el caso del gobierno libertario, operan basados en el unicato del poder liderado por Javier Milei. Si hay coimas, prebendas, cajas negras distribuidas en manos de sus asesores, todo pasa por la decisión del que se considera el “mejor presidente de la historia argentina”.
Que su hermana esté involucrada y se la considere el .cerebro. de esta organización política, salida de un esquema donde se mezcla la farándula con la formación economicista, no parece ser una operación sino que alguien disconforme comenzó a correr la manta y recién aparecieron los pies del accionar corrupto.
Que intenten pantallas para disimular un quebranto del plan económico que hace agua y la gota se ha convertido en cascada que busca cauces diferentes, es un suceso incuestionable. Se dispara el dólar, sale el Banco Central a pararlo, aumenta el déficit monetario, se caen lo bonos, sube el riesgo país y volvimos a ser un país poco confiable para la inversión. En realidad volvimos a ser la Argentina de siempre.
Nada nuevo, una versión diferente -libertaria si se quiere- que reitera que nadie hace maravillas con insultos, denostaciones, gritos desaforados, pretendiendo responsabilizar a todo al gobierno anterior y ellos ser los “salvadores”. Ya comenzaron a verse las fallas que muchos economistas, a quien Javier Milei llama los econochantas, predijeron pasaría.
Una nueva “cueva”, remozada pero con iguales propósitos y resultados.
Los ladrones de antes, parecidos sino iguales a los ladrones de ahora. La “casta corrupta “anterior” nada diferente a la “nueva casta libertaria”. En síntesis, una nueva segunda versión del descalabro argentino.
Y bien se sabe: que las segundas partes pocas veces fueron buenas...



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