Todos se pelean, critican, hablan de juntarse y lo que menos hacen es relacionarse como seres inteligentes. Estamos en una Argentina que se transforma y lo grave es que no nos damos cuenta.
Cuando uno observa la realidad se pone de manifiesto la presencia de un fenómeno muy particular, que nos impide saber si pensamos adecuadamente o estamos en las antípodas del accionar correcto cotidiano.
Esa manifestación de locura generalizada tiene un principio al que se denomina enfrentar el cambio.
No sabemos como hacerlo. Está más allá de nuestra inteligencia y de las formas que aprendimos y que vivimos a lo largo de los años.
Los más jóvenes, esos que están descubriendo el mundo y sus “avatares”, tienen la mente abierta, piensan en futuro, en la IA, estar al día con la tecnología y saben que se enfrentan a un espacio que responde a las nuevas generaciones.
El dilema, problema irresuelto, es para quienes ya hicieron experiencia y hoy experimentan un bloqueo, que los coloca fuera del orbe.
No entienden. No comprenden, están lejos de aceptar como normal que un presidente tenga expresiones como: “hijos de puta”, “que se lo metan en el orto”, que llame “mandriles a sus oponentes”; “econochantas” a especialistas en economía que piensan diferente; entre otras expresiones inaceptables en boca de quien en la práctica debería erigirse en un ejemplo para toda la ciudadanía.
Nadie se asusta o sonroja cuando lo escucha, pero no lo acepta como normal.
Tal vez esas nuevas generaciones encasilladas en la prédica “troll” se sientan cómodas con ese vocabulario, pero para nada es un cambio, todo indica retroceso moral en lo digno.
Entendemos que “Dignidad moral” se relaciona con la conducta moral de las personas y su comportamiento en sociedad. Esto quiere decir, que es un valor propio del ser humano dentro de la sociedad y su accionar eligiendo lo que es lo correcto. Hoy estamos desconociendo estos principios o los olvidamos.
Entendemos que transitamos por el camino opuesto a la dignidad humana como expresión del valor intrínseco (esencial, que no depende de las circunstancias) e inalienable (que no puede ser revocado o restringido) que tiene cada ser humano. Es por ello que la dignidad es la esencia de todos los derechos.
Y de esta manera estamos recorriendo el 2025. Ahora sorprendidos porque quienes se mostraban como colaboradores incondicionales no lo son, a la medida de las exigencias presidenciales.
Que el internismo juega un papel preponderante en el futuro de los sectores políticos que hoy colman el espacio nacional.
Ya nadie cree en nadie y todos juegan su propio partido. Una teoría propia que la van adecuando a sus necesidades y que procura alcanzar niveles de poder, en un ámbito de enorme desconcierto e incertidumbre por los resultados del famoso “Cambio”.
Pocas, por no asegurar que ninguna vez, representaciones de carácter internacional se han comprometido con políticas internas de países ajenos a sus límites de acción.
Hoy asistimos con sorpresa cómo la titular del Fondo Monetario Internacional, desde ese cargo insta a volcarse electoralmente por un determinado sector político.
Kristalina Georgieva lo hizo y dejó manifiestamente expresado que la ayuda monetaria que le ha realizado al gobierno de Javier Milei tiene un “feo tufillo” de alentar políticamente la permanencia en el poder de La Libertad Avanza.
Claramente expresó la funcionaria de Donald Trump, porque en realidad a él responde: “El país irá a elecciones en octubre próximo y es importante que no se descarrile la voluntad de cambio. No vemos ese riesgo que se pueda materializar, pero urgimos a la Argentina a mantener el rumbo”.
Eso señala que el dinero volcado por esa institución prestamista del mundo occidental se metió de lleno en una cuestión electoral ajena, dado que corresponde exclusivamente a los argentinos y como dice el refrán: “Los de afuera son de palo”. Esta situación abre interrogantes respecto al papel que Javier Milei le hace jugar a la Argentina, cuando se adhiere tan estrechamente al gobierno republicano de Donald Trump y sugiere que hay “letra chica” que desconocemos, que habla de subordinación al poder norteamericano.
Mientras esto sucede, el país sigue sometido a las alternativas de anuncios que asustan y que hablan de un futuro muy difícil y de enorme conflictividad.
El pronunciamiento del presidente sobre futuras regulaciones sobre 1500 o 2000 normativas que están en carpeta, suena a ajuste, achique, privatizaciones y cierres definitivos.
Futuro con dificultades se percibe en el horizonte nacional.
En realidad con el título nos quedamos cortos: Es algo más que un país de locos...
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