VIERNES 21 de Marzo de 2025
 
 
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“En la cancha se ven los pingos”...

La explicación es clara: “Hace alusión a la importancia de no sacar conclusiones antes de tiempo acerca de algo que todavía no ocurrió, así como también a la importancia de dejar demostrar las competencias de una persona o sector para confirmar cómo se desempeña...”.

Es una de las realidades que vivimos los argentinos ante los acontecimientos políticos que se van sucediendo con -para algunos - excesiva velocidad ; mientras que para otros es demasiado lenta cuando debería ser “Ahora o nunca”.

Javier Milei, que viene de “capa caída”, materializándose el dicho, tan frecuente en el marco de la actividad que desarrollan los partidos políticos: “Los errores en la política se pagan”, de cuyas consecuencias indica y se asegura, que nadie sale indemne tras proceder impensadamente sobre temas que son sensibles a todos los sectores de la sociedad.

Se recuerda los fundamentos que sirvieron como argumento de campaña al presidente libertario: “Venimos a destruir la ‘casta política corrupta’”, que ha venido cometiendo errores que le han costado un profundo quebranto a la Argentina.

Estas reflexiones que a veces eran mencionadas con moderación en otras oportunidades surgían con excesiva vehemencia y los llamaba ladrones, estafadores, vividores, todo y mucho más para señalar que estaban en la escala más alta de la corrupción gubernamental, hoy parecen un espejo que refleja a las figuras del “triángulo de hierro”.

Ahora es su figura la que esta siendo “carcomida” lentamente por una acción, a la que se denomina de varias maneras, siendo la más gravosa y pesada “estafa”. Consistente en haber promocionado como presidente del país el manejo de una cripto moneda, que generó un quiebre económico de gran envergadura, alcanzando niveles internacionales, en donde se esta hablando de 4.600 millones de dólares.

Suponemos que el presidente libertario, su hermana Karina y presumiblemente el asesor “estrellado” Santiago Caputo, deben soñar con la cripto moneda $Libra el sistema que, aseguran fuentes, también implicadas en lo que se presume configura una maniobra de proporciones, la figura del presidente argentino esta realmente comprometida.

Pero como ya ha sucedido en anteriores situaciones conflictivas en los que se penso podían resultar un quiebre para el “triángulo de hierro”, Javier Milei, parece ignorarlo y avanza en su proyecto de regulación y reordenamiento del Estado, provocando nuevos escenarios conflictivos.

A escasamente 72 horas de pronunciar su discurso en el Congreso de la Nación, inaugurando el año Legislativo, nombró por Decreto a dos nuevos miembros para la Corte Suprema y el Embajador argentino para EEUU, ambas cuestiones inherentes al funcionamiento de la Cámara de Diputados y de Senadores, atento a lo que esta indicado en la Constitución Nacional.

Uno de ellos ya prestó juramento ante la Corte Suprema.

No obstante estar habilitado constitucionalmente el presidente para nombrar en comisión a los funcionarios mencionados, hasta que sean tratados y aprobados o no por el Congreso, responde a una prerrogativa que estaría adecuadamente aplicada si se hubiera registrado a la culminación del periodo legislativo ordinario, hoy suena más a desafío o una estrategia montada para sacar del centro de la escena pública el tema del criptogate.

En este caso solo hay un espacio de tiempo de tres días y dadas las condiciones de marcada oposición de algunos sectores de ambas cámaras que ya adelantan que pedirán la nulidad de los decretos o apelarán a llamar a sesionar en el plazo más corto para resolver el tema.

El clima enrarecido presagia un año difícil a nivel legislativo para el gobierno. No obstante la “pelota” ahora fue para los miembros de la Corte Suprema que ya resolvieron y le tomaron juramente a Manuel García-Mansilla, dejando a Ariel Lijo para la primera semana de marzo.

La decisión presidencial, que es acompañada por el Jefe de Gabinete y el Ministro de Economía, ambos firmantes del Decreto cuestionado, ha recibido en las últimas horas numerosas críticas, siendo las más severas las del ex presidente Mauricio Macri, quién además le adelantó a la prensa que “Yo le avise que no cometiera el mismo error que yo, que esperará y lo resolviera el Congreso”.

La realidad le ingreso por un oído y automáticamente le salió por el otro, sin generar ni motivar una reflexión de poder estar en un error, que seguirá aumentando el desgaste presidencial que se esta produciendo.

Esa postura “caprichosa” de no ceder a escuchar, más allá de que comparta o no aquello que le aconsejan o pretende evitar que cometa errores que ya se han concretado en oportunidades anteriores, sigue vigente y muestra que mantiene incólume la determinación de considerarse la única voz racional y quien no coincida que se aparte o directamente será alejado de las fuerzas de La Libertad Avanza.

Esa postura que ya ha costado varios traspiés dejando muy expuesta la figura presidencial por su notable obsecuencia hacia determinados poderes que él considera imprescindibles para alcanzar la categoría de “líder liberal mundial”, lo volvió a dejar en offside, al ordenar votar contrariamente en la ONU la determinación de la mayoría de los países del mundo, el comunicado que pide que Rusia retire sus tropas de Ucrania.

Pretendiendo, Milei, quedar bien mostrando hasta donde llega su estado de sumisión al poder del líder republicano, quedó totalmente desairado cuando Donald Trump acepta reunirse con Zelensky a quién había señalado como dictador, pero la posibilidad de hacer “buen negocio” cambio las piezas del juego y hoy puede haber firmas de acuerdos comerciales.

En política la excesiva obsecuencia tiene un costo, que se paga cuando quienes cometen los errores están cerrados a escuchar otras voces que los alertan de los riesgos que se corren cuando se pretenden establecer igualdades donde notoriamente Argentina, esta lejos de sentarse en igualdad de condiciones con los primeros del mundo.

Por eso la expresión con la cual titulamos esta entrega: Javier Milei, viene montado en un “burro” que por ahora esta lejos de convertirse en brioso corcel.

Traduciéndolo: país emergente, lejos de alcanzar a los del primer mundo desarrollado.

No verlo es negarse a la realidad y por ende encaminarse al fracaso.

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