Simple pero a la vez una suma de estrategias, trampas, idas y vueltas que permiten avanzar en procura de alcanzar el objetivo fijado.
Es muy simple: una carrera a través de un tablero repleto de triquiñuelas y trucos, en el que no siempre gana el que parece que va a hacerlo, y en el que lo más importante para avanzar es ir “de oca a oca”.
Esto es bastante similar al escenario que se está montando en Argentina, peleas adentro, internismos y mecanismos tendientes a obtener determinados fines y para no ser menos el presidente Javier Milei sale a confrontar exteriormente intentando liderar movimientos que difieren con las políticas y procedimientos de otros Estados.
Se nos supone que Cancillería puede, en representación del gobierno nacional, sumarse a quienes entienden que Venezuela transita erróneamente por la “banquina” convirtiendo una elección, que debió ser democrática, en un claro avasallamiento de los principios que respaldan las libertades ciudadanas de elegir a sus candidatos.
En esta oportunidad fueron determinados mandatarios presidenciales que acometieron contra la figura de Nicolás Maduro, por entender que su proceder es inadecuado, estableciéndose un escenario beligerante con amenazas e insultos que nada aportan al futuro entendimiento entre los países.
Escala la tensión: el régimen de Maduro le cortó la luz a la Embajada de Argentina en Venezuela, donde se asilan seis opositores. La reacción del reciente proclamado presidente venezolano, en una operación que no se muestra totalmente legal y ya está cuestionada a nivel internacional, también ha tomado medidas contra las embajadas de Chile, Perú, Costa Rica, Panamá y República Dominicana. Todo hace presumir que la tensión aumenta y la explosión social interna estaría en su más alto nivel de ebullición.
Para los argentinos el tema de Venezuela es preocupante, pero la realidad interna de nuestro país tiene en juego el destino de gran parte de 47 millones de habitantes, que sin lugar a dudas es nuestro mayor y gran problema.
Peleas legislativas, diferencias de criterios entre los bloques que alguna vez fueron colaboradores y hoy se muestran remisos a aceptar condicionamientos que afectarían sus relaciones con sus mandantes en caso de diputados, ciudadanos provinciales que los eligieron y en Senado, gobernadores.
En otros niveles los Estados provinciales también están sometidos a estas divergencias que -en muchos casos- impiden el normal funcionamiento de las instituciones, las cuales se ven afectadas por los intereses ideológicos que van más allá de la voluntad de quienes los eligieron, y que pretenden ejercer un poder que debería ser consensuado para solucionar los problemas que los Estados federales están soportando hoy.
Se establecen antinomias que realmente escapan al entendimiento del ciudadano de a pie. Mientras legisladores nacionales en representación de sus provincias votan a favor de normativas que surgen del Gobierno Nacional, por caso DNU, Ley Bases, en el orden provincial, quienes profesan las mismas políticas votan en contra de mecanismos de similares, parecidos o con iguales objetivos.
Difícil de entender dado que deberían existir comportamientos homogéneos y no planteando disparidades muy marcadas, como que en lo nacional procuran respaldar aportes destinados a cubrir las necesidades sociales, mientras que en las provincias su accionar es contrario a esos principios y buscan ejercer derechos basados en el poder político y no en salvar las difíciles situaciones por las que atraviesa un importante sector social hoy, sumido en la pobreza e indigencia que no logran superar.
Por el contrario, aumentan los indicadores dadas las consecuencias de una retracción en el consumo, que lleva a disminuir las producciones e inexorablemente a desestimar mano de obra humana, generando más desempleo que en escaso tiempo pasa a engrosar los otros andariveles de los marginados económica y socialmente que, hoy, tienen un aumento considerado gravitante para evitar el crecimiento del país.
Hoy, como en el tradicional Juego de la Oca, no está claro quién será el ganador. El relato político se impone a las realidades y se pretende hacer ver progreso donde solo se perciben fracasos.
Hoy podríamos decir que nada está bien. Mercados y ámbitos financieros con muchas dudas, e incertidumbre, mantienen una enorme cautela en sus acciones, dadas las inseguridades jurídicas que no permiten ver futuro.
Con todo este pesado andamiaje que viene arrastrando el gobierno liberal de Javier Milei, donde prevalecen las diferencias internas y hoy se habla de varios posibles alejamientos de funcionarios que no logran conformar el equipo que pretende el “trío que manda”; se muestra que no estamos para ocuparnos de las peleas internacionales. La lógica indica que para ello está el parlamento diplomático que debería cuidar, por encima de desencuentros personales, los intereses nacionales.
Habrá que dejar de “mirarse el ombligo” y buscar el horizonte que nos cobije a todos, pensemos como pensemos. Hoy no hay lugar para “líderes” ni “mesías”, necesitamos gobernantes con certezas y que no prometan futuro, sino que lo hagan.
Escriba su comentario