SÁBADO 27 de Abril de 2024
 
 
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¡¡¡Chau 2022!!!

Nos hubiera gustado despedirlo con alguna frase cariñosa, hasta casi nostálgica de un año que se va, pero nos resultó imposible al evaluar que fue un quiebre en la sociedad, por todos los sucesos que vivimos.

Pero tenemos que ser honestos, o por lo menos intentar serlo: “no veíamos la hora de que se fuera”. Un año de malaria, fueron 365 días controversiales, donde la ciudadanía se movió -como pudo- alrededor de una grieta socio-política-económica, casi marginal, que enfrentó a gran parte del país.

Un gobierno que vino para “ser mejores” y nunca pudo hacer pie, dado el grado de enfrentamiento que protagonizaron las dos figuras más sobresalientes de la fórmula del Frente de Todos, Alberto Fernández, desde el lugar de presidente, y Cristina Fernández de Kirchner, que fue quien lo eligió para el cargo, quedándose ella con la vicepresidencia, cuidando el terreno gubernamental.

El desgaste fue de una magnitud insospechada. Las relaciones fueron tirantes desde el primer día de gobierno, cuando la fundadora del Instituto Patria percibió que el elegido, por ser el más dócil y manejable, había comenzado a formalizar la estructura política del “albertismo”.

Desde ese momento no solo utilizó su capacidad para orquestar operaciones de todo tipo y naturaleza, sino que vació el staff ministerial, dejando en funciones lo más endeble y quedándose con las poderosas cajas del Estado.

Pero, mientras la pandemia castigaba provocando un número inusual de víctimas fatales, la oposición aprovechaba el debilitamiento del oficialismo llevando a cabo una serie de maniobras que ocasionaron un quiebre judicial que puso en el banquillo de los acusados a la vicepresidenta de la nación, acción que culminó con una condena y la limitación perpetua para desempeñar cargos públicos.

Ese revés no esperado, fue detonante de los contínuos ataques a uno de los Poderes del Estado, el Judicial, apuntando a los miembros de la Corte Suprema a los que vilipendió en cada oportunidad en que tuvo que exponer su situación procesal.

Ya nada era tranquilidad en la Argentina. Las y los jóvenes, formados profesionalmente, comenzaron a ver que el futuro estaba fuera del país. Muchísimas familias eligieron algún punto de Europa para iniciar una nueva vida y ver si podían reacomodar sus economías y brindarles futuro a sus hijos.

Era una guerra interna que tenía episodios diferentes todos los días. No existían posibilidades que indicaran un puente de consenso, que pusiera fin a ese quebranto que estaba perturbando todo el tejido social.

La vulnerabilidad en la que nos encontramos los argentinos, sacudidos por índices de inflación galopante, que nos coloca entre los primeros en el mundo, sumado al desajuste empresario-comercial producto de una política impositiva cuya voracidad no permitía la recuperación, sino que apuntaba a generar desempleo, como la herramienta necesaria para lograr mantener sus emprendimientos, provocó lo que hoy conocemos como grupos sociales embanderados en que el Estado debe responder por su bienestar y el de su familia.

La Argentina se convirtió en una gran “Torre de Babel”, que como la definieron los hebreos “La palabra Babel deriva del verbo hebreo baibál y significa ‘confundir’. De hecho, según la leyenda se confundieron las lenguas”. Acá nos pasó algo similar, escuchábamos hablar y todos lo hacían de diferente manera, confundiendo y haciendo confundir a los que pretendían entender: ¿Hacia dónde vamos?

Y comenzamos a darnos cuenta que éramos víctimas del relato. Que según quién lo contara, tenía determinadas intenciones, siendo el objetivo fundamental EL PODER-

En razón de ello es que acercarnos a la fecha en que este nefasto recorrido que realizamos a lo largo del 2022 finaliza, sentimos una profunda satisfacción... POR FIN SE VA. 

No sabemos si lo que viene será mejor o peor. Pero vuelve a renacer la esperanza que todo cambie y podamos -aunque resulte producto de mayor esfuerzo y sacrificio- recuperar la Argentina que siempre fue.

Vale la pena pensarlo y ya sin grietas: pretender un nuevo año que ofrezca otras perspectivas de crecer y con un futuro. Suceso que la gran mayoría sigue soñando.
 

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