La expresión, que no es nueva, ya la había utilizado el titular de la Suprema Corte de Justicia Ricardo Lorenzetti, cuando anunció su retiro de la presidencia del Alto Cuerpo Judicial. Hoy la reactualiza la fundadora de la Coalición Cívica, Lilita Carrió, que se mostró agobiada “moralmente” por lo que ella considera, desacertada decisión de Mauricio Macri y Patricia Bullrich.
El tema puede ser objeto de algún análisis, en tanto las decisiones que normalmente asume, siempre tienen implicancias que van más allá del simple contenido de las palabras.
Existen varios “cansancios”. El que habitualmente conocemos y está referido a un síntoma, no una enfermedad, que aparece cuando una persona se somete a un esfuerzo físico, mental o emocional importante. En la mayoría de los casos y luego de un descanso reparador, el síntoma desaparece y la persona recupera su energía y voluntad habitual.
Pero justamente no a este tipo de agotamiento al que se refiere la principal referente de la CC, sino al tipo de cansancio desproporcionado que no sobreviene a un esfuerzo concreto, sino que se instala como una falta de energía y entusiasmo permanente para hacer una tarea o cumplir un rol, tras los negativos efectos que se materializan cuando -como en la política- se desvirtúa el concepto de unidad, convicción y respeto por acuerdos establecidos.
En el caso de la dirigente política a la que se le asigna una trascendente importancia cuando realiza enfoques relacionados con la realidad político-partidaria u opositora, por ser -más allá de compartir o no- ajustadas a una visión muy particular de quien ha renunciado a las mieles de poder, tiene indudablemente, otras connotaciones.
Expresó por sus redes sociales: “Tengo un profundo cansancio moral, me cuesta creer en alguien”, agregando en otro Twitter, “Nunca creí que me podría pasar”. Las criticas que ha realizado en torno al acuerdo, electoral para algunos, de cogobierno para otros, entre Mauricio Macri-Patricia Bullrich y Javier Milei, han generado una situación de marcada inestabilidad en el plano de la integración de Juntos por el Cambio, coalición a la que ya se considera implosionada y procurando rearmarse con otras fuerzas.
El tema sigue candente y ha mostrado diferentes episodios, dado que constituye un importante material para el tratamiento de todos los medios de comunicación del país. De los que aplauden, los que analizan sin definir posturas y los que directamente ven esta relación concertada bajo las circunstancias del miedo. Como dice el refrán para muchos entendidos y analistas políticos: “No los unen las coincidencias sino el espanto de ser derrotados el 19 de noviembre”.
En breves charlas con vecinos, vemos que el denominado “cansancio moral” está presente. Se sienten desilusionados, entendían que su voto tenía otro objetivo y no precisamente estaba atado a las conveniencias o acuerdos que las cúpulas podían establecer, para llegar al poder, dejando de lado las enormes diferencias que los separó en un escenario donde las agresiones y acusaciones cruzadas fueron parte de una descarnada campaña, que tuvo los resultados del 22 de octubre pasado.
Hoy se pasean por los canales de televisión porteños todos, y procuran algunos justificar un acuerdo que no es aceptado por quienes fueron -hasta hace pocos días -integrantes de la misma coalición, y otros van enarbolando una postura más estudiada, mostrándose ajenos a lo que está sucediendo con su oponente para el balotaje, pero poniendo de relieve que existen profundas contradicciones, difíciles de disimular.
Ese tan de moda “cansancio moral” es contagioso y se presenta de diversas formas en la ciudadanía. Una de ellas, tal vez la más notoria, es que resuelven sus opciones puertas adentro y han provocado un total descreimiento en las encuestas que no revelan la realidad de lo que está aconteciendo y se muestran alejadas de la realidad de las urnas.
Lo que percibimos ahora es que los análisis políticos, en forma muy similar a lo que resultan las valoraciones de los encuestadores, se han convertido en evaluaciones personales, que de ninguna manera arrojan alguna certeza sobre aquello sobre lo cual opinan.
Conjeturan, algunos con más experiencia que otros, sin certezas, sólo análisis que tienen un amplio margen de error. El futuro electoral sigue siendo una enorme incógnita y nada -por ahora- revelará qué puede acontecer el 19 de noviembre.
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