LUNES 02 de Diciembre de 2024
 
 
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Y al que no le guste ... ¡Marche preso!...

Es una antigua expresión popular que procuraba dejar en claro el mandato irrenunciable, más allá que se pudiera sostener una opinión en contrario. Una ley que no se puede desconocer y mucho menos hacer caso omiso de su contenido y consecuencia.

De alguna manera esto se ajusta a las características que se desprenden de las acciones que ordena el presidente Javier Milei a través de funcionarios de su staff. Es una orden que no admite acciones en contrario. Se fijan las condiciones, se estipula el tiempo y se hacen conocer las consecuencias de no cumplir aquello que se ordena.

Una actitud que el presidente libertario viene cumpliendo a rajatabla. En su estructura mental no existe la disyuntiva, ni está permitido pensar en una alternativa componedora. 

Es como decían en el campo: “Salga pato o gallareta”, claramente expresa que: “cualquiera sea el resultado, hay que aceptarlo, no importa la adversidad que se presente”. Sobre esa normativa se asienta el programa gubernamental del liberal titular del Poder Ejecutivo.

Se había percibido en varias acciones y esta columna lo mencionó en reiteradas ocasiones. Se puede buscar diferentes encuadres para señalar lo irreversible de las normas que plantea. Nada frena las decisiones y siempre tiene en su carpeta diferentes opciones, todas orientadas a dar cumplimiento a todo aquello que pretende. Nunca retroceder, eso sería mostrar debilidad personal.

Claramente utiliza el cargo omnipresente, sumado al poder unitario emergente de los contenidos constitucionales que le brinda, a quien ocupa la primera magistratura, resolver como le plazca o le convenga.

Es una clara expresión del centralismo.

El centralismo es una doctrina política que propugna la centralización política o administrativa. Es decir, promueve un sistema político en el cual el gobierno reúne la mayor parte de los poderes y facultades para dirigir la nación. Por tanto, el Estado asume competencias ante los estados federados o divisiones administrativas en esta forma de gobierno promulgando normalmente un Estado unitario.

Sin lugar a dudas estamos ante este posicionamiento que Javier Milei y los integrantes del “triángulo de hierro”, casi en exclusividad, aplican sin reparar en los posibles daños que provoque, entendiendo que para “comer liebre, primero hay que cazarla”.

No le escuchamos al presidente Milei decir: “Vamos por todo”. Pero claramente ha expresado en varias oportunidades que “Va a romper todo lo que haga falta para darle cimientos a su plan pragmático emergente de un liberalismo en toda su expresión, con organización política del anarcocapitalismo”.

Fue contra los estados provinciales y si bien en algunos casos sus alfiles negociadores han acordado con algunas, todo fue en aras de lograr tener respaldo legislativo para instrumentar sus leyes. Fue contra los “piquetes” y apuntó a desarmar la organización cuasi mafiosa que se había establecido alrededor de las clases pobres e indigentes. Ambas cosas hizo, pese a las amenazas de aquellos que veían perder sus privilegios, pero lo instrumentó y hoy varios de los “mercenarios” dirigentes barriales, están sometidos a examen de la Justicia.

Dijo que tenía dos paradigmas que señalaban la ruta de su gobierno: superávit fiscal y déficit cero. Esta costando “sangre, sudor y lágrimas”, pero lo mantiene a pesar de los daños colaterales que han marcado notorios crecimientos en indicadores como desempleo, cierre de empresas Pymes, instituciones que funcionaban presupuestariamente con el respaldo de aportes nacionales, entre otras regulaciones.

Cercenó casi integralmente la obra pública. -Primero era las que tenían un mínimo porcentaje de inicio, luego fue por todas, como los acueductos que estaban iniciados, la continuidad de gasoductos que permitirían bajar el consumo de importación,- planes de viviendas como el ProCrear; en síntesis, practica el “borrón y cuenta nueva” para todo aquello que puede conspirar con su proyecto.

Ahora volvió a mostrar que no “recula” y el planteo de los gremios aeronáuticos se chocó con una pared: “O esto o nada”. Si pensaron que era una balandronada, los hechos demostraron que se equivocaron y sumisamente se bajaron del caballo para intentar negociar algo.

La realidad está perfilando un país diferente, ni bueno ni malo, porque hasta ahora es difícil emitir un juicio que tenga certeza, más allá que están los aplaudidores que pareciera se han sacado la lotería, aunque la “tómbola” sigue girando y los números van cambiando.

Sus proyectos privatizadores no han sido descartados. El Banco Nación, que hace planteos judiciales porque le cobran tasas municipales muy altas o baja sucursales señalando que es por esas articulaciones provinciales y/o municipales ya tiene sus emisarios negociando para privatizar la banca nacional. Lo mismo sucederá con Aerolíneas Argentinas, tras lograr someter a los gremialistas -suceso que ya casi lo tiene resuelto- procederá a desguazar la empresa y buscará oportunidades y ofertas para desprenderse de aquello que le da pérdidas al Estado.

Más allá de las elaboraciones que realicen analistas, encuestadores, consultores, periodistas afines, Javier Milei, tiene la “suya” y fijados los objetivos basados en la profunda esencia de los contenidos liberales y anarcocapitalistas. Y allí se encamina como “Atila” pisando todo lo que se le opone.

Algo menos de dos meses para cumplir un año de gobierno y restan aún tres. Es como los bebés dando los primeros pasos, con algunos golpes y machucones, pero intentando recuperarse, mientras la sociedad mira si puede distinguir el futuro.

La realidad se está imponiendo claramente al relato. Diría Javier Milei: “Si así no le gusta... Marche preso...”. 
 

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