LUNES 15 de Diciembre de 2025
 
 
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Vivir en Argentina: una odisea

En realidad nunca imaginamos que llegaríamos a pensar de esta manera. La Argentina resultaba, hace muchos años, el lugar ideal para vivir. Tranquilidad, paz, posibilidades de construir una familia pensando -solo- en cómo elaborar el futuro de nuestros hijos.

Hoy la transformación que estamos sufriendo, muestra una sociedad agrietada, con temores, donde la frase consuelo que nos llega cuando hemos sido robados o arrebatados en la calle es: "Tuviste suerte, podés contarla".

Se nos supone la definición de una situación de convivencia atemorizante, que nos sitúa en un lugar en donde cada vez se hace más difícil vivir.

El temor que nos produce que nuestros hijos salgan a la calle, buscando en comunidad con sus iguales esparcimiento y pasarla bien. Mientras la mayoría de los padres duermen con un solo ojo, esperando que regresen sanos y salvos.

Y esto no es un exagerado análisis de lo que nos está ocurriendo. Es la realidad, que nos golpea diariamente. Salir a la calle es un permanente desafío. Nada nos indica que hoy nos toca a nosotros ser las víctimas de robos callejeros o de salvajes agresiones, de quienes tienen muy poco apego a la vida propia y de sus congéneres.

Cualquier medio informativo que veamos o escuchemos a diario tiene, como eje central de sus programas, los hechos delictivos que se han producido en el día y los que se vienen investigando sin haber llegado a conclusiones positivas.

Desaparecen niñas, niños, jóvenes adultos y adultas, mujeres mayores que salen a realizar algunas compras o gestiones y nunca regresan a sus hogares. Sumado a la violencia que se vive a sangre y fuego por ganar territorio en las zonas que ha ocupado el narcotráfico. Todo conforma parte de este sistema de vivir trágico, que hoy nos plantea nuestro país.

Se generan operativos de búsqueda, de acuerdo a lo que indican los protocolos, algunos logran resultados pero tarde para la víctima que, siendo mujer, ha sido sometida a violación, castigos impensados y muerte final.

En otros casos, hoy hay más de dos centenares de fuerzas especiales de búsqueda para encontrar las pistas de dos jóvenes que salieron a disfrutar y nunca regresaron a sus hogares. Apareció el vehículo en el que se transportaban totalmente calcinado. De ellos nada se sabe.

En otro paraje de la provincia de Buenos Aires se halló otro vehículo, también totalmente destruido por efecto de las llamas y en su interior dos cuerpos calcinados, a los que el deterioro ocasionado por el fuego ha impedido -hasta ahora- determinar sexos o detalles que permitan una identificación.

La pregunta se la están realizando muchos argentinos y argentinas: ¿Qué nos está pasando?. Naturalmente alguna explicación puede surgir de los grupos interdisciplinarios, que se aboquen al estudio del comportamiento humano.

El análisis funcional de la conducta humana es un enfoque dentro de los estudios en psicología que ayuda a comprender las motivaciones de las personas para hacer lo que hacen. Se utiliza para identificar las funciones del comportamiento o las consecuencias que una persona obtiene.

"En el funcionamiento humano existen tres aspectos psicológicos principales: pensamientos, sentimientos y conductas. Estos tres aspectos están interrelacionados, de modo que los cambios en uno producen cambios en otro".

"Un comportamiento violento es toda conducta por parte de un individuo que amenace o efectivamente dañe o lesione al individuo o a otros, o que destruya objetos. El comportamiento violento suele empezar con amenazas verbales pero con el tiempo aumenta y llega a comprender daño físico".

Todo pareciera tener un origen en el seno familiar. Desde ese punto nace el sentimiento de violencia que se manifiesta de diversas maneras y a distintas edades. Lo que está ocurriendo tiene explicaciones, más allá que el cerebro humano y su funcionamiento no ha sido integralmente descubierto. Aún existen compartimentos cerebrales ‘estancos’, que permanecen ocultos y en algún momento o circunstancia explotan y provocan el daño.

Pero hoy, vivir constituye un permanente desafío y lo más lamentable es que no encontramos formas adecuadas para ir dando soluciones.

Pretendemos volver a ser la sociedad que éramos. Volver al respeto, a la consideración hacia los otros, fundamentalmente recuperar la convivencia que hemos perdido.

Seguir en el caos nos conduce a provocar más caos. El ‘ojo por ojo’, pareciera uno de los paradigmas que alimenta a estas bandas que a diario se tirotean en los sectores de bajos recursos para ganar territorios. 

Volver a empezar y para ello es un imperativo que volvamos a respetar las normas. Abandonar la anomia que hoy nos está conduciendo a esta confrontación de unos contra otros.

Volvamos a recuperar la paz y tranquilidad que nos debemos como sociedad.
 

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