VIERNES 20 de Junio de 2025
 
 
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Verdades y mentiras...

Son parte de la conformación humana, que tanto utiliza la verdad como la mentira, en promoción a las necesidades que le requiera su actividad, ya sea de orden público o privado.

La sociedad se acostumbra a ese mecanismo por momentos perverso, cambiante, un manejo desaprensivo buscando réditos personales, utilizando ambas, casi con simultaneidad. Como dice el viejo refrán: “Se borra con el codo aquello que se escribió con la mano”.
Siempre han existido estos posicionamientos, fundamentalmente en el orden de la clase política; no interesa demasiado el color ideológico que los anime, todos tienden a un objetivo en común, hacerse del poder.
Primero que nada digamos: nadie queda exento que en algún momento de su actividad, fundamentalmente política, diga verdades a medias y grandes mentiras disfrazadas de realidades inconsistentes.
Existe un manejo que podría señalarse como “más prudente”, diferenciándose de quienes usan esos mecanismos para lograr fines propuestos y no tienen reparos en mentir con desenfado y pretenden, por el ejercicio del poder, que la ciudadanía acepte sumisamente, aún sabiendo que la realidad desvirtúa las acciones o los conceptos que elaboran buscando respuestas positivas.
El gobierno oficialista mostró, desde el inicio de la actividad gubernamental, profundas contradicciones, que hablaba de excesos verborrágicos que generaban dudas y confusión en quienes eran interlocutores ocasionales.
Eran afirmaciones o negaciones categóricas, seguidas de tratamientos peyorativos, denostaciones, insultos y otras licencias idiomáticas que no se comparecen con la figura presidencial.
El entorno mileista, procura salvar esos estados desequilibrantes, manifestando que: “El presidente es así, aquello que piensa lo dice, lo manifiesta a su manera”. Hubo un funcionario, a quien se considera el hombre de mayor cintura política del gobierno libertario, Guillermo Francos, que se atrevió a decir: “El presidente es un hombre que se expresa con sinceridad, es honesto con su forma de pensar”.
En los últimos meses el clima político se enrareció, fundamentalmente por comenzar a transitarse el camino de las primeras pruebas electorales a las cuales debe someterse el gobierno y quienes se manifiestan en el marco opositor, pretendiendo ganar posiciones que les brindaran bases sólidas para las generales, culminación del primer mandato liberal.
Tras los episodios eleccionarios locales de cuatro provincias y CABA, el gobierno libertario se apresta a librar una de las batallas cruciales y de cuyo resultado mucho tendrán que ver las presidenciales del 2027, son las que corresponden a las desdobladas elecciones de la provincia de Buenos Aires, el distrito más importante del país y que ha sido históricamente reducto del peronismo.
Para llegar a tener oportunidad, el aparato del oficialismo no se priva de nada, amenazas, maniobras de todo tipo y naturaleza. La instrumentación de las últimas normas del plan de Desregulación y Transformación del Estado, atento al final de las Facultades Delegadas, ha generado escenarios de conflicto que son una muestra del uso irrestricto del poder.
Se ataca a los jubilados y de la mano de quien se considera hoy el primer “mileista”, José Luis Espert, se procura, mediante un proyecto que será presentado en la Cámara de Diputados, avanzar sobre los Institutos previsionales.
El diputado nacional José Luis Espert, uno de los alfiles del gobierno nacional en la Cámara de Diputados de la Nación, presentó un proyecto de ley que apunta reformar el sistema previsional argentino de modo que promueva la transferencia de las Cajas Previsionales provinciales a la órbita de un sistema nacional único e integral de seguridad social.
Todavía está sin resolverse el tema del Garrahan, utilizado para sacudir el presente y desandar otro camino desviando la atención de la ciudadanía, siendo objeto de un manejo “mentiroso”, tergiversando cifras y estadísticas que pretendían vulnerar uno de los establecimientos asistenciales de niños más importante de Sudamérica, y comenzaron a operar otro segmento que provoca dolor en la sociedad: el maltrato a los ancianos.
Para todo este manejo se usan tanto la media verdad como la dibujada mentira. Nadie pide disculpas, todo está pensado para ir debilitando a la opinión pública, que se siente vulnerada cuando los ataques tienen como blanco los niños, los ancianos, las “ferias” populares, poner en primer plano el libre mercado y no considerar la industria ni la producción local.
Todo realizado como una nueva manera de instrumentar un gobierno totalitario, con claros visos de tiranía, dibujada, pero que aplica los mismos procedimientos para imponer el poder único.
Pero... “tanto va el cántaro a la fuente que el final se rompe”...
¿Será eso el futuro?

 

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