Una conducta que impuso el presidente libertario-anarcocapitalista Javier Milei durante casi dos años -frenado hace un mes- insultando, denostando, agraviando, a diestra y siniestra protegido por la cobertura presidencial. Fue la modalidad adquirida por LLA.
Cuando se criticaba las formas que utilizaba el Poder ejecutivo para dirigirse a un oponente, hombre, mujer o niño, que se atrevieran a disentir, aparecían los obsecuentes de siempre justificándolo y afirmando: “Es su forma de ser”.
Ninguna excusa es suficiente y resultaba abarcativa cuando se utiliza todo el vocabulario y frases armadas exprofeso para denostar, como “degenerados fiscales” o “econochantas”, “ignorantes” todo colocado en el principal escenario nacional, situación que hace inútil pedir que el resto -ya sea de los suyos u opositores- no hagan lo mismo.
Una deformación de la convivencia generada en una manera inadecuada de hacer notar que no se está de acuerdo.
El “cachetazo” sufrido en elecciones legislativas, fundamentalmente la de provincia de Buenos Aires, considerado un “bastión‘del kirchnerismo-peronismo”, provocó que su entorno -ese que celebraba la “chispa” presidencial-, se diera cuenta que la sociedad comenzaba a rechazar los modos inadecuados en que eran tratados, por el solo hecho de pensar diferente que, en realidad, es uno de los valores fundamentales de la Democracia.
En recientes entrevistas se controla, aunque sus gestos, mohines y expresiones tendenciosas ponen de relieve que tiene el insulto a punto de salir.
Nadie cree en esta nueva forma que adoptó Milei para hablarle a la gente. Se está seguro que es una figura impostada, en donde todo aquello que hace es artificial o fingido, y pone de manifiesto el falseamiento de todo lo que expresa.
Pero esa forma inadecuada de dirigirse a los de “enfrente” ha calado y sale sin pensarlo demasiado. En algunos programas de streaming es común observar cómo un grupo de jóvenes ingeniosos utilizan el mecanismo de la ridiculización para poder dañar al otro.
No nos convierte en más genuinos no tener freno verbal, por el contrario marca claramente que existe una profunda decadencia moral y convivencial que está afectando seriamente a nuestra sociedad.
Una candidata de La Libertad Avanza ubicada en el segundo lugar de la lista de legisladores nacionales por la provincia de Buenos Aires, que acompaña a Diego Santilli, aparece ocupando las noticias políticas en medios gráficos, televisivos y radiales con una expresión que marca claramente el nivel de intelectualidad que tiene.
Se trata de Karen Reichardt que expreso en una entrevista radial que votar al kirchnerismo en provincia de Buenos Aires es una “enfermedad mental”. La candidata de La Libertad Avanza se refirió en esos términos al voto opositor en territorio bonaerense. “No es un tema de pensamiento, es una cuestión cultural, lo tienen adentro”.
Naturalmente en forma inmediata surgieron voces de periodistas independientes, profesionales de la psicología y psiquiatría, quienes sostuvieron lo inadecuado de la expresión sosteniendo que hay que erradicar esas referencias de cualquier charla política, en tanto nadie puede arrogarse el derecho de denostar, señalando que porque su voto no la conforma sufre una enfermedad mental -ya que en realidad está diciendo “son enfermos mentales”-. Realmente una barbaridad.
Es una clara manera de materializar la decadencia social en la que -lamentablemente- estamos inmersos. Alguien expresaba: “Todo tiene que ver con todo”.
No es casualidad que en la medida que el país se fue deteriorando, que se agudizaron los indicadores de pobreza, indigencia, la destrucción progresiva de la clase media argentina, un verdadero soporte del desarrollo, que resultaba un ejemplo para Sudamérica, iba mostrando el deterioro del tejido social, aspectos que fueron favoreciendo el crecimiento de los factores delincuenciales, como el narcotráfico, la trata de personas en todos los niveles, factores que señalaban con claridad que Argentina estaba desapareciendo como el núcleo del progreso de esta parte del continente.
Nada es producto de la casualidad, se insulta, agravia, se utilizan diagnósticos médicos delicados para herir a quien se considera inferior, solamente por pensar y obrar diferente.
Están sembrando vientos y todo indica que siguiendo el refrán popular: “Pueden cosechar tempestades”.
Existen límites humanos que no deben sobrepasarse solo por el suceso ocasional de ser autoridad y tener poder o haber sido elegido para serlo.
Hoy estamos desde la interpretación psicológica “caminando sobre el borde” y “han desaparecido los límites”, aclara el informe que “puede ser una metáfora de la inestabilidad emocional, la falta de autoconocimiento o una necesidad de control que se manifiesta en comportamientos de riesgo”.
Para darle un cierre que todos comprendan: “Esto lo hizo Javier Milei”. ¿Se podrá corregir?



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