SÁBADO 20 de Abril de 2024
 
 
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Unos mucho, otros lo que pueden...

Es una característica de estas paritarias, que han comenzado a reunirse, con el objetivo de lograr equilibrios salariales, en el marco de una situación económico-financiera, que ha dado lugar al aumento del índice inflacionario y por consecuencia a la merma del poder adquisitivo.

Esta situación que se está planteando en todos los sectores, muestra aristas muy disimiles, no solo en los tratamientos, sino en relación a los acuerdos, donde por circunstancias que resultan difíciles de entender, unos sacan grandes tajadas y otros deben "yugarla" para poder obtener algún beneficio.

Esto viene a cuento, porque se acaba de establecer el cierre de las negociaciones que tenía iniciada el gremial de la bancaria, que había derivado en una medida de fuerza y que tras reuniones y conciliábulos de diversos tenor- pero fundamentalmente, políticos-arribó a un acuerdo, que podría considerarse satisfactorio y que por otra parte es abierto.

No pretendemos objetarlo. Es parte de un resultado obtenido tras  negociaciones que resultaron beneficiosas para el sector.

Nuestro gran interrogante y presumimos, el que se realizan muchos sectores en el país es ¿Pueden ser tomados estos logros, como un parámetro para discutir  en otras paritarias?

Creemos, con absoluta certeza que no. Y no decimos que: no, porque se nos ocurra, sino porque deberían, las paritarias, estar sujetas a planteos que estén en un todo de acuerdo con el ámbito empresario, industrial, financiero, en el que deben desenvolverse.

No es lo mismo que se sienten a plantear el tema de mejoras salariales: la bancaria, petroleros, camioneros, entre otros, que el gremio del comercio, o de las pymes, que involucra a quienes de ninguna manera pueden ser comparables con esos rubros, en donde el beneficio de sus producciones tienen números que se ubican muy por encima del común de los sectores empresarios-financieros y tecnológicos.

Pero lo realmente dramático es que la realidad nos obliga a pensar que lo mismo tienen que comer, un camionero, petrolero, bancario, que el cajero del supermercado, o empleado de una farmacia o el que se desempeña en otros rubros de pequeñas y medianas empresas, cuyos resultados económicos están muy acotados y sujetos a los vaivenes de una economía fluctuante, que no le permite, capitalizarse y producir para responder adecuadamente a los requerimientos de los compromisos que le surgen.

Lo lamentable, es que cuando se sientan alrededor de la mesa de negociación, ambas partes, discuten tratando, unos de salvaguardar la empresa o emprendimiento industrial, y del otro lado procuran alcanzar un nivel de ingresos que les permitan escaparle a los índices de indigencia y pobreza.

Un verdadero "cuello de botella", porque los sectores gremiales, naturalmente pretenden emular a quienes los precedieron en las negociaciones y de no obtener similares beneficios, sentirán el peso negativo de sus afiliados.

Esta situación va tornando cada más dificultoso llegar a acuerdos consensuados y los conflictos están a "flor de piel", porque hoy las necesidades se han superpuesto  a otros criterios que, recordemos eran propios de los que se desempeñaban durante años en los mismos lugares de trabajo, se decía, con orgullo: "tiene puesta la camiseta".

Era una distinción que adquiría un valor-no medible- en la actualidad, en dónde tal vez una "modernidad" que nosotros no alcanzamos a comprender demasiado, aleja aquella entrega en la que el empleado era, sin lugar a dudas: "la empresa misma".

No renegamos. Los tiempos cambian, la gente también. Es parte de la vida y uno debe aggiornarse. Se juegan otros intereses, las entregas son materiales. En alguna medida podríamos decir que hemos ido "deshumanizándonos", lentamente y materializando nuestra forma de vida.

Presumiblemente la fórmula del modernismo nos está llevando a esta nueva etapa- que a los más veteranos- nos cuesta entender, pero aclaramos nuevamente: la asumimos, aunque no nos guste.

Por eso vemos que se está planteando un nivel de desigualdad en la sociedad, que lastima. Pasamos al lado del menesteroso y es un objeto. Nos pide "algo para comer" y lo ignoramos. No todos, pero una gran mayoría. Estamos invisibilizando la pobreza

Recordamos- y ya finalizando-  cuando antaño, los famosos linyeras, con su palito del que colgaba una bolsa con todas sus pertenencias, llegaba a una casa. Más de uno los albergaba, daba de comer y asistía, hasta que este hacedor de su propio destino, decidía continuar su marcha. Este fenómeno desconocido ahora, se daba mucho en los campos. Hoy ya ha desaparecido.

Son etapas. Vivencias, que nos enseñaron que el otro, no importa como vista o luzca, merece nuestro respeto y consideración.

Vale la pena pensarlo. Sobre todo los que se sientan alrededor de la mesa paritaria a discutir mejoras: que las merecen: SI, pero ajustadas a una realidad que nos permita lograr un equilibrio y generar la igualdad, hoy alejada de la sociedad en que vivimos.

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