Las diferencias, enfrentamientos, esmeriladas y divergencias partidarias se están dando en todo el país.
Ya no es patrimonio de ningún partido en particular. Sin lugar a equívocos, todos tienen quienes “sangran por la herida”, viejos resentimientos que han comenzado a aflorar y dañan las solideces que procuran mostrar y que son parte del gran relato.
El país espera ver quÉ sucede con la Corte Suprema. Si como todos suponen, fallara contra Cristina Kirchner en la causa Vialidad el martes próximo en la reunión de acuerdos, habrá cambios sin lugar a dudas.
Nadie puede mensurar el impacto social que producirá el saber que esa determinación judicial la saca de la carrera política y deja un sector opositor al gobierno de Javier Milei sin su figura principal, y a quien -sin lugar a dudas- todos la ven como la gran rival.
En su discurso en Misiones, el sábado pasado, Cristina Fernández de Kirchner desafió a todos los escenarios que bregan para que la justicia la saque de futuras compulsas, expresando: “Si tanto dicen que estoy fuera de carrera, porqué no me dejan competir y me ganan en la cancha”.
Este proceso se produce por la excesiva demora en resolver problemas judiciales, que hoy se mezclan con lo político, cuando en realidad deberían ser resueltos en andariveles diferenciados y en menores lapsos de tiempo.
Especialmente el tratamiento judicial por denuncias y juicios relacionados con acusaciones formales y comprobadas judicialmente, de corruptela en función de acciones gubernamentales.
Otro aspecto es la contienda política, que naturalmente se vería afectada dependiendo de la última instancia judicial a la que arribaron los juicios, algunos ya definidos, caso Lázaro Baez, y éste haciendo equilibrio donde mucho tienen que ver las influencias políticas que se mueven alrededor el correspondiente a la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner.
Se han realizado diversas evaluaciones de las consecuencias que se originaron tras la detención de políticos que tuvieron actividades preponderantes.
Por caso se cita “De la Rúa metió preso a Menem para tapar el ajuste y no le sirvió de nada”. Surgió de un análisis de un conocido dirigente peronista de larga trayectoria, quien continuando con sus disquisiciones sobre qué podría ocurrir, de darse la circunstancia de fallar la Corte Suprema expresó “en Brasil lo metieron preso a Lula, parecía que no pasaba nada y después volvió a ser electo Presidente”.
Según las consultorías que manejan análisis políticos de actualidad y miden decisiones de esta naturaleza, sostienen que: “Las posibles consecuencias que podrían producirse ante los efectos que surgirían de una detención de Cristina Kirchner sobre el gobierno de Milei: sería gravitante para su futuro y no puede considerarse un tema menor”. Habrá que esperar para ver la realidad de estas afirmaciones.
Más allá de los comentarios, amenazas y vaticinios, solo resta, si es que se producen, las reacciones. Nadie hoy puede dar certezas y la mayoría de los juicios que se emiten reflejan lo que quieren que ocurra y están teñidos de parcialidades que no condicen con la realidad.
Este escenario se distingue porque la figura de Cristina Kirchner sigue siendo, pese a todos los desgastes que ha sufrido el kirchnerismo, una fortaleza política opositora que todos temen.
Pero las realidades de los “Tutti frutti” se están produciendo en todo el país, donde los distintos sectores de la política lugareña está evaluando para qué lado se recuesta.
En la mayoría de los casos nadan en una gran incertidumbre, dado que no se sienten atraídos por anteriores acuerdos, porque los protagonistas de entonces están debilitados y ya no son opciones viables. En otros casos, miden o se están transformando atraídos por las ofertas del oficialismo gobernante.
En La Pampa, los “boina blanca” pusieron en evidencia que “pelean por el puchero”.
Los convencionales que se reunieron el pasado sábado dejaron claramente evidenciado que internamente confrontan por encaramarse en el poder. Acusaciones que confrontaron airadamente fueron una muestra de las sectorizaciones que se han producido. La mayoría impulsadas por asociarse para ganar, situación que ha provocado perdieran su fortaleza e integridad partidaria.
También está presente el resultado de Misiones, que si bien es local, mostrará para dónde va la ola, aunque el peronismo con peso histórico está fuera de las consideraciones por permanecer intervenido.
Pero el “juego de las opciones” está en pleno apogeo. Todos negocian, pretenden acuerdos y buscan consolidar frentes para los próximos desafíos electorales, fundamentalmente llegar con fortalezas reales al 2027.
Este panorama puede cambiar igual que el clima del país según resulten los próximos días, donde estará en juego la permanencia en la disputa de Cristina o la conformación de nuevos candidatos.
Acuerdos, arreglos, acercamientos, toda una aventura política donde el oficialismo se está jugando las opciones para mantener el poder en el 2027.
Nada está definido. Solo hay incertidumbre.
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