Ese es el sentimiento que tienen hoy los argentinos o parte de ellos, dadas las circunstancias emergentes de los recientes anuncios oficiales que responden a, por lo menos, dos objetivos claros: serenar los nervios de un mercado financiero que estaba haciendo tambalear la economía y mostrar un escenario iluminado a pleno porque apareció la mano salvadora del Fondo Monetario Internacional.
Tras muchos altibajos del sistema que imponen los mercados, que vienen sorprendidos por los efectos de la política estadounidense que ha generado alternativas dispares en el mundo financiero, en nuestro país se sentían esos efectos sumados a los internos, que son sensibles a una economía quebrada que se está intentando recomponer en base a los ajustes de un plan regulador y reacomodamientos del Estado, al cual se pretende achicar a su mínima expresión dejando todo librado al libre mercado.
El reclamo de “liberar el cepo” era un estigma que perseguía al gobierno libertario, que procuraba explicar que lo haría cuando las condiciones existentes en el plano de la economía tuvieran un marcado equilibrio que aventara una corrida cambiaria y con ello el quebrantamiento del Banco Central.
Y cuando parecía que no llegaría el “abrazo del oso”, vinieron las noticias del nuevo acuerdo que llevaba cierta tranquilidad al mercado interno, acompañado de condicionamientos que eran parte de los requerimientos que el Fondo venía reclamando.
Uno de ellos la libre flotación monetaria y con ello la desaparición del cepo. Requerimiento de un ámbito financiero que requiere de libertades y seguridad jurídica para poder operar sin riesgos, situación que hoy no está presente dado los controles ejercidos por el Estado.
Lo anunció el titular de economía Luis “Toto” Caputo, brindando un generoso detalle de las formas y mecanismos con los que desde el lunes se podrá operar con el manejo del dólar. Un bien preparado relato, que sigue ofreciendo dudas.
Si bien esos detalles deben ser analizados cuando se tenga acceso a la “letra chica” del acuerdo, desde mañana lunes los bancos podrán negociar con libertad controlada, en tanto lo dispuesto por las autoridades del Banco Central, en lo que refiere a la compra libre del dólar, mantiene diferencias operativas con el anuncio oficial.
Se eliminan los 200 dólares mensuales, ahora serán por ventanilla, pero 100 los dólares a comprar. Se podrá hacerlo en mayor cantidad, aunque no está estipulado el monto, a través de los mecanismos operativos como el homebanking, situación que amerita tener una cuenta abierta en dólares en la institución crediticia con la que se opere.
Se puede llegar a suponer que este encuadre tiene como objetivo evitar “blanqueos sospechosos”, dado que al ejecutar compra a través del sistema ese dinero esta “blanqueado” con anterioridad. Naturalmente que esto forma parte de una disquisición, atento a que no se conocen los “detalles” que hacen a las operatorias.
Más allá de estas “pequeñeces”, que a veces son estrategias cuyo final no se conoce o percibe en forma inmediata, las palabras presidenciales señalaron como cumplido el segundo objetivo fijado por su administración. Dejando en claro que el achique del Estado y el plan regulador seguirá hasta lograrse la premisa de máxima: un país con una oficina administrativa que se denominará: Estado, de bajo costo y la imperancia absoluta de un mercado que ponga las reglas.
Estas últimas horas son como las que tienen los padres cuando esperan al “bebé” que viene en viaje. Trae una luz intensa y reformula el futuro de, por lo menos, los próximos meses. Pero una vez que nació hay que cuidarlo y ayudarlo a que crezca, presumiblemente esa será la tercera etapa a la cual se refirió el presidente Milei.
En el marco de la “felicidad” son muy pocos los que observaron que el proceso devaluatorio se produjo y alcanzó -prima facie- al 23 por ciento, más allá que Caputo la llame flotación, constituye una cifra notable si tenemos en cuenta que casi dos tercios del país están orillando la pobreza extrema y un tercio la indigencia.
Sin analizar que estamos sujetos al influjo de un nuevo sistema arancelario de los EEUU, que anunció que prescindiría de la carne argentina, entre otros altibajos que puede sufrir la economía interna de Argentina.
La realidad indica que se equivocaron en los juicios evaluatorios. Que no habrá gratuidad en los mecanismos económicos y que sobrevendrán a partir del lunes, momentos difíciles de mucho conflicto. No hay duda y así lo reflejan los analistas y consultores. Pero este estado nervioso de estar ante un desenlace grave, fue momentáneamente superado.
Lo del Fondo fue un paliativo, que deberá fortalecerse y esto requerirá un esfuerzo en la economía interna que de ninguna manera muestra solidez y deberá afrontar las exigencias de un mundo convulsionado con mercados alterados que son presa del juego de poder de los más poderosos.
Las dudas persisten. Los dolores pasaron, pero el parto total no se concretó.
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