VIERNES 29 de Septiembre de 2023
 
 
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Un escenario de varios mundos...

Mientras en algunos puntos del orbe se están planteando dominios absolutos mediante el uso de factores de guerra y económicos, caso Rusia contra Ucrania o la disputa de las ‘Coreas’, China y países asiáticos, en otros se marca notoriamente la influencia de los poderes del mercado desde sus diversos objetivos.

Mientras esto ocurre, en Argentina, que se encuentra en la trastienda, se realizó un encuentro de empresarios y candidatos políticos para debatir el futuro de la economía nacional en el Council of the Américas.

El tradicional evento reunió a los candidatos presidenciales Javier Milei y Patricia Bullrich, junto con funcionarios del oficialismo y hombres de negocios. Los próximos pasos de una economía en crisis, fue el eje de las exposiciones.

Con simultaneidad el foro regional que delibera en Johannesburgo del grupo de los BRICS, resuelve incorporar a la Argentina, situación que motivó que el presidente Alberto Fernández saliera por cadena nacional a expresar su beneplácito, al ser aceptada la Argentina como nuevo integrante del poderoso organismo comercial y financiero.

El primer mandatario expresó: ‘Vamos a ser protagonistas de un destino común en un bloque que representa más del 40% de la población mundial, al mismo tiempo que seguimos fortaleciendo nuestras relaciones fructíferas, autónomas y diversas con otros países del mundo’.

En este caso resulta -a esta altura de los acontecimientos en el plano socio-económico que vive nuestro territorio- un respaldo que nos garantice, no a corto plazo sino a futuro, una reconstrucción y perfilamiento de nuestro crecimiento.

Es sin lugar a dudas una prueba incontrastable que la realidad mundial está basada en el poder de los mercados y en la habilidad de los más chicos, con algún poder productivo, alcanzar a integrarse de manera que las estructuras internas no se debiliten ante el cierre de quienes tienen el poder de permitir nuestro desarrollo.

Sin acordar comercialmente el factor productivo que nos permitirá sobreponernos a la debacle económica, fruto de la consecuencia de errores que se van sumando y no han podido ser superados, el esfuerzo que se realice podría -de no mediar otras circunstancias- infructuoso, porque la decisión de elegir la tiene el poderoso ‘señor mercado’.

La proyección al primer mundo tiene sus consecuencias, que se resuelven con una planificación adecuada, formulada en tiempo y forma y no pensando erróneamente que, miran a la Argentina porque es un país interesante, si no porque ofrece lo que ellos necesitan.

Se debe convenir que cuando se pretende ingresar en los mercados internacionales, deben aceptarse las reglas del juego, consistentes en adaptarse a los espacios en los que se llevan a cabo operaciones financieras entre países, específicamente la compra y venta de bienes, así como también el intercambio de diversos tipos de servicios a cambio de una remuneración económica a nivel mundial.

Las actitudes ‘anti-mercados’, pueden sonar bien pero resultan contraproducentes y muestran que la ‘altanería’ tiene una vida muy efímera, cuando se trata de imponer y no de negociar para alcanzar acuerdos. 

Sin lugar a dudas, estamos transitando por un profundo cambio mundial, donde la injerencia y poder de los poderosos mercados, son decisorios en todos los ámbitos. 

Pretender desconocerlo o colocarse en una posición intransigente es, como ya le ha ocurrido a nuestro país, que quienes tienen el poder, fundamentalmente el económico, busquen otros que puedan brindarles lo que requieren y esa pérdida concluye en un debilitamiento estructural, social, productivo, industrial entre otros aspectos como el político, que infiere retroceder y quedar relegados.

En estos momentos la Argentina, mira de qué manera puede insertarse entre los que tienen el poder de negociar, de los cuales hace un tiempo se alejó, entendiendo que podía resolver sus problemas internos sin ese respaldo.

Lo ocurrido resultó contrario al deseo expresado y demostró que nuestras fortalezas son importantes si encontramos quienes las compartan económicamente, en este caso el ‘mercado de mayor consumo y poder financiero’.

La realidad está demostrando que en un mundo pro-mercadista, quedar afuera es ponerse a la cola de los países que necesariamente requieren de las ‘palancas’ motorizadoras que hacen a sus posibilidades de crecimiento.

Tal vez es hora de entenderlo, si no seguiremos fuera de estos mundos especiales.
 

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