JUEVES 25 de Abril de 2024
 
 
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Tomen asiento por favor

En este mundo tan convulsionado y dividido que nos toca habitar, noto que en todos los niveles se habla de la necesidad de “sentarnos a discutir” para acordar ciertas cosas que se suponen del bien común. 

La idea va entre la sugerencia, la invitación y el desafío, pero siempre con la condición de reposar el trasero, como si no existieran otras posturas para la comunicación, el entendimiento y las soluciones que espera la gente.

Las variantes a esta generalizada propuesta pueden ser: “Queremos sentarnos a discutir sobre el futuro de Latinoamérica” (Francisco Pestanha acerca del Primer Congreso del Pensamiento Nacional Latinoamericano), “Hay que sentarnos a discutir qué Poder Judicial queremos” (Rodolfo Tailhade, diputado nacional), “Tenemos que bajar todos un cambio y sentarnos a discutir” (Máximo Kirchner), “Yo vengo diciendo desde siempre que necesitamos sentarnos a analizar” (Rodríguez Larreta), “No nos gusta sentarnos a discutir cosas que no se van a cumplir” (Walter Luro del Centro de Patrones y Oficiales Fluviales de Pesca y Cabotaje Marítimo), “Hay que sentarse a discutir con fe y optimismo” (Daniel Scioli), Tenemos que sentarnos a discutir de manera urgente cuál es el Frente de Todos que queremos para Salta” (Daniel Escotorín), “En Corrientes es necesario sentarse urgente a discutir mejoras en la infraestructura de las escuelas” (Fernando Ramírez, secretario general SUTECO), “Hay que sentarse a discutir con todos los actores sociales” (Grupo Callao), “Hay que sentarse a discutir política para formar consenso” (Aníbal Fernández). 

Atendiendo a la actitud corporal sugerida, se podría pensar que si aspiramos a soluciones concretas de parte de estas personas vamos a tener que esperarlas sentados. 

Yo tenía bien en claro que para satisfacer algunas necesidades vitales conviene estar en esa posición, ya sea a la mesa a la hora de comer, en el baño a la hora de meditar o en el avión a la hora de viajar. 

Y que los mullidos respaldos nos ayudan en el trabajo de oficina, ante la televisión o la computadora. 

Pero al ver ahora tantas coincidencias de formas entre quienes desean intercambiar opiniones para arribar a acuerdos, extraigo nuevas conclusiones: 

Que nuestros dirigentes no pueden discutir de pié ni apoyados; tienen que hacerlo de sentados. Que no hay nada mejor que los sillones para que se les aclaren las ideas. Que lo fundamental entre los políticos es poner a buen resguardo la parte más baja de sus espaldas. Que hoy es más importante disponer de confortables almohadones que de aquellas altas galeras como las usadas por los románticos políticos de otro tiempo. 

Podría suponer que existe en los actuales dirigentes una creciente tendencia a pensar con el culo más que con la cabeza y que quizás por eso nos está yendo como el que les dije...
 

Por Hugo Ferrari - Especial para LA REFORMA

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