Más allá de algunas consideraciones que se escuchan de los diferentes sectores de la política, del ámbito social, empresario, productivo, industrial, se percibe que se están gestando estados problemáticos dadas las condiciones en las que se desenvuelven en sus respectivas actividades.
Los episodios disruptivos, arma favorita que maneja el presidente Javier Milei, están en pleno desarrollo. Mientras, estratégicamente, compromete a 87 legisladores para tener respaldo y evitarse la gestión del “Juicio político” que se estaría gestando en el sector más enconadamente opositor. Todo indica que el clima “caldeado” aumenta progresivamente su temperatura preanunciando que podría registrarse un estallido sorpresivo.
El internismo partidario, ya sea en el oficialismo, opositores dialoguistas que no tuvieron reparos en generar grietas en sus propios espacios ideológicos y ni que hablar de los enfrentados abiertamente con un gobierno con el cual no comparten absolutamente nada; van in crescendo.
La estrategia del “trío del poder” Javier Milei, Karina Milei y por ahora Santiago Caputo, está dando los resultados esperados, provocar situaciones de conflicto en cada sector político, poniendo énfasis en el “divide y ganarás”.
Apelando a los archivos basta solo recordar los consejos del consultor Jaime Durán Barba al entonces presidente Mauricio Macri, sobre cómo debería actuar ante los frentes de opositores para lograr enfriar los embates.
No debe olvidarse que su discípulo es hoy quien aconseja al presidente Javier Milei y a su hermana Karina sobre determinados tópicos de la acción política a desarrollar dentro de su staff gubernamental para frenar excesivas ambiciones y abortar acciones externas, generadas por quienes se acercan para ganar un poder que hoy lo tienen muy debilitado y procuran alcanzar fortaleza pensando en el futuro.
El gobierno del libertario es un “envase semi-vacío”, donde el poder pasa por Javier Milei y el resto es prescindible, según se le ocurra al hoy presidente argentino.
Karina Milei es la encargada de darle contenido y volumen y para ello está trabajando utilizando a la subalternidad de quienes la rodean, imponiendo y ejecutando acciones en procura de lograr “de la más absoluta nada política” armar un partido nacional.
Para el logro de este objetivo, claramente, deben pisarse muchas cabezas que por su capacidad política pueden resultar, mañana, opositores de fuste en un armado donde solo existe Javier Milei.
Una de esas figuras que se procura desgastar es, sin lugar a dudas, la del único funcionario que hoy detenta chapa de político por capacidad y experiencia, Guillermo Francos, Jefe de Gabinete, a quién se le ha procurado acotar sus funciones, sin -hasta ahora- haber podido mellar su peso en el marco de la consideración del arco político que lo rodea.
Es una “sorda guerra” interna, que Javier Milei la está observando desde las gradas, sin intervenir demasiado, esperando tras el zarandeo que queda en el cedazo.
Estos mismos episodios pero dejando marcadas las diferencias de la existencia del poder que hoy detentan, se están observando en un radicalismo que cada día se desvanece más y parece ser solo el “cascarón” que mantiene conocimiento territorial, pero cuyo peso específico es, en muchos lugares del país, nulo.
Del PRO es una historia con algunas diferencias con otras internas, porque su conductor Mauricio Macri está jugando el mismo partido que Javier Milei. Observa desde afuera del cuadrilátero la pelea y se supone elegirá al ganador o como pareciera estar ocurriendo: desaparecerán todos bajo la influencia de La Libertad Avanza. Con estrategias similares, ambos pueden perder.
En las escasas palabras que expresara el presidente Milei, antes del inicio del asado que se pagaron los legisladores en Olivos, hubo, como al pasar, un llamado a constituir un movimiento único para alcanzar las elecciones de medio término en 2025 y desde allí proyectarse como el gran candidato para el 2027.
Para muchos fue un deseo. Para los más experimentados una clara enunciación de su proyecto futuro, al que piensa sumar a quienes hoy en su calidad de “héroes” evitaron un rotundo fracaso presidencial, al haberle sacado plata a los jubilados, en una clara demostración de hasta dónde llega la obsecuencia a su Jefe político.
En estos disimiles escenarios se está formalizando, a nueve meses y días de gobierno liberal, un clima de constante zozobra, que sin lugar a dudas le sirve al presidente anarcocapitalista Javier Milei, atento a que se ha convertido en el fiel de una balanza, en donde no aparecen nombres que puedan poder poner en riesgo su actual liderazgo político.
Nadie puede asegurar que eso no ocurra. El ejemplo fue la aparición en un sector de la farándula de un personaje que interpretaba un papel en determinados programas de consumo popular y terminó siendo el presidente de los argentinos. Debe considerarse que supieron ver muchos argentinos que estaban cansados de los fracasos y frustraciones sufridas en las últimas décadas y optaron, ungidos por el espanto de repetir lo mismo.
Estamos ante un escenario de tumultos que surgen cuando muchas personas- en este caso políticos- pretenden realizar algo de manera simultánea. En el caso que nos ocupa: sentarse en el Sillón de Rivadavia.
La principal aportación de Maquiavelo al pensamiento político, según el filósofo francés Claude Lefort, es: la idea de división social. “No hay armonía en ningún sitio, toda sociedad se encuentra dividida entre los Grandes que quieren dominar y el pueblo que rechaza ser dominado. Entre ambos hay desunión, tumulto y conflicto. La vitalidad y la justicia de cualquier sociedad se juega siempre en la disposición que da a esa división insuperable”.
Eso está ocurriendo hoy en Argentina. ¿Podremos superarlo?
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