JUEVES 02 de Mayo de 2024
 
 
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Sigue la “mano dura mileista”

No provoca asombro, y mucho menos era esperar, una actitud de parte del presidente Javier Milei, diferente a la que ha venido sosteniendo. El paradigma que lo ha caracterizado: “De este lado los que están conmigo, enfrente los enemigos”, se reafirma y plantea un escenario conflictivo que se extiende al ámbito político, social, comercial, productivo, financiero, diplomático, entre otros, que no comparten sus acciones o pretenden sentarse a una mesa de negociación para establecer los menores daños posibles.

De un territorio Federal, con sistemas particularizados de acuerdo a las economías regionales que les son propias, el gobierno del fundador de LLA, hoy presidente, ha generado una diversidad propia de la que surge el ejercicio de la plena libertad para disponer las fórmulas más adecuadas para lograr fondearse y obtener recursos genuinos que le permitan mantener instituciones internas y proyectos de crecimiento.

Esta metodología, elaborada en los principios de un marcado liberalismo, con fundamentos anarcocapitalistas, con preeminencia de la libertad absoluta de mercado y la existencia de un Estado Nacional reducido a su mínima expresión, está configurando la estructura de un nuevo país.

Hay quienes sostienen que es el camino indicado para alcanzar a recomponer una economía quebrada que sólo es recuperable con un profundo ajuste y trasladar a los estados subnacionales (provincias) todas las responsabilidades que en muchos ámbitos son compartidas e, inclusive, dependen de los aportes y recursos coparticipables nacionales.

En ese marco limitativo, y en muy corto lapso de tiempo, Javier Milei, con las instrumentaciones implementadas por el área de economía que está a cargo de Luis Caputo y siguiendo los principios emanados del programa de transformación que entregó Federico Sturzenegger, la Argentina, salvo el nombre, cambiaría todo.

Las bases de sustentación nacen de las raíces del liberalismo, consistente en una ideología que se basa en la libertad de los individuos, y que sienta sus fundamentos en los principios de libertad, igualdad, propiedad y seguridad. Entendiendo a la libertad en lo individual, económico y social.

Si bien establecen parámetros de la persona en relación a su estado de libertad, en esta primera etapa se han fijado las columnas del “liberalismo económico” que promueve la libertad económica y está en contra de la intervención del Estado. Surgió en Europa y fue desarrollado durante la Ilustración desde finales del siglo XVIII como una reacción a la intervención de los estados en materias que resultaban inherentes a particulares.

Como ejemplo claro de un mundo liberal se citan a los países de la Unión Europea, Japón, los Estados Unidos, Canadá, la India, Sudáfrica, Australia y Nueva Zelanda, democracias liberales, muchas citadas en reiteradas oportunidades por el presidente Milei, como parte de sus objetivos.

A este aspecto ideológico con el cual se reconoce, parcialmente, el titular del Poder Ejecutivo que se autoidentifica como anarcocapitalita, plantea el anarquismo de libre mercado, anarquismo libertario, anarquismo de propiedad privada, o anarcoliberalismo, abarcando todas las facetas de este marco político que hoy estamos empezando a recorrer.

Los anarcocapitalistas apoyan irrestrictamente la honesta propiedad privada de los medios de producción y la libertad de gestionarlos, sin interferencia coercitiva del Estado o de colectivos no estatales.

Esta es la raíz de los derechos de propiedad en el anarcocapitalismo. Para el libre ejercicio de estos condicionamientos, una sociedad que viene anclada, desde hace más de 100 años, en experiencias de una Democracia donde el Estado procuraba cumplir ajustadamente el mandato del “Gobierno del pueblo y para el pueblo”, le está costando asumir otros principios, dado que debe reformular toda su estructura vivencial.

Una vertiente política nueva, con una impronta personal de quien se autopercibe como “no político”. Que utiliza las redes sociales para intercomunicarse con la ciudadanía. Que no admite opiniones contrarias a sus determinaciones a las que señala como “inamovibles”, son aspectos que están gustando, sorprendiendo o asustando a una sociedad que pretendía un cambio, pero no tenía clara referencia de cómo ni cuál.

Hoy está frente al anarcocapitalismo filosofía extrema dentro del liberalismo que plantea el ideal de llegar a una sociedad capitalista sin Estado. A diferencia de otras vertientes liberales, los anarcocapitalistas llevan la idea de provisión privada de bienes y servicios a niveles extremos, eliminando el Estado en la provisión de Dinero, Salud, Educación, Seguridad, la Ley y todas las esferas de la gestión pública.

No resulta fácil comprenderlo ni dimensionar hasta dónde puede alcanzar el daño producido por el cambio. Una parte, es evidente que no todo, se está viviendo en el presente. Ajustes que se suponen desmedidos, que generan desempleo, mientras se pone en marcha el libre mercado y con ello las dificultades de la economía interna que no encuentra techo, poniendo en riesgo la estabilidad social.

El resultado, difícil de imaginar y, de no lograr acuerdos, todo preanuncia la posibilidad de un estallido social, situación que dejará muchos sectores de la ciudadanía postergados y sin chance de recuperación.

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