Desde la fecha hasta el 10 de Julio son los días que aún restan para que el presidente libertario Javier Milei, en forma conjunta con Federico Sturzenegger, den por concluida la primera etapa de Desregulación y Transformación del Estado.
Ya adelantó el titular del Ejecutivo que “la motosierra” no se para, sino que en el marco de otros manejos, entre ellos el legislativo y los DNU, tendrá continuidad hasta alcanzar -según su propia expresión- “El cambio que promueve para los argentinos”.
Pero este final será a toda “orquesta” y se prevén no menos de treinta normativas que operarán en el marco desregulatorio y transformador sobre reparticiones del Estado, tal caso del Ministerio de Capital Humano, Salud, Obras Públicas, Producción, empresas del Estado que serán transferidas al sector privado, cambiar el sistema de gobernanza, caso INTA, reordenamiento del Conicet, entre otras acciones.
En síntesis, un sacudón violento que tendrá repercusión en lo laboral y procurará blindar el Superávit Fiscal y el Déficit Cero.
Habrá privatización total, parcial, o concesión para cada una de las ocho compañías que quedaron sujetas a esos procesos tras la sanción de la Ley Bases. Las compañías en cuestión son: Enarsa, Nucleoeléctrica, Yacimientos Carboníferos Río Turbio, Intercargo, AySA, Trenes Argentinos, Belgrano Cargas y Corredores Viales.
“Va a haber venta de activos por miles de dólares”, dijo Caputo durante una entrevista realizada, citando como un ejemplo de las formas que se adoptarán para generar ingresos a las reservas al Banco Central de la República Argentina (BCRA) sin que el ente monetario tenga que comprar en el mercado de cambios.
La estrategia de desnacionalización incluye las empresas que quedaron fuera de la última versión de la Ley Bases por el pedido de la oposición: Aerolíneas Argentinas, Radio y Televisión Argentina y Correo Argentino.
También figuran en el listado el Banco Nación, al que el Gobierno le quitó el monopolio de los sueldos de los empleados públicos, además de otras firmas bajo monitoreo de la Agencia de Transformación de Empresas Públicas.
Todo este operativo que se pretende realizar antes de la terminación de las prerrogativas otorgadas al PE, por el poder legislativo al darle Facultades Delegadas, herramienta que le ha permitido desguazar el Estado, cerrar, privatizar organismos estatales y generar un recorte en la masa de trabajadores directos de más de 50 mil empleados; no es la culminación sino concretar el operativo oficial de la Ley Bases, que había quedado trunco ante la serie de oposiciones materializadas en el ámbito legislativo.
Los mencionamos cuando había quienes celebraban el efecto de las trabas que impedían a Javier Milei llevar a cabo su propósito de aprobar el texto íntegro de la Ley Bases; había sido el plan “A”.
Pero estaba el plan “B”, que consistía en que aceptaran el capítulo referido a las Facultades Delegadas. Objetivo que logrado le permitió avanzar en su plan transformador, disruptivo e imponiendo su paradigma de lograr la plena libertad de mercado, el derecho absoluto a la propiedad privada y derivar las responsabilidades del Estado a la sociedad en su conjunto.
El presidente libertario, anarcocapitalista, sostiene a cualquier costo el sueño del liderazgo latinoamericano enancado en la ideología de un liberalismo extremo que acabe con otras tendencias políticas.
Para el logro de estos objetivos, Argentina está -peligrosamente- transfiriendo sus derechos y potestades como Nación independiente, al poder de países del primer mundo, por caso la entrega sin condicionamientos a los EEUU y la consustanciación ideológico-religiosa con Israel.
Javier Milei y el “triángulo de hierro” tienen proyectos y estrategias para lograr sus objetivos. Pero son de ellos, que comparten un núcleo minoritario que pertenece a LLA, recién ahora intentando convertirse en un partido nacional.
Avanzar observando solo los éxitos sin contemplar fracasos, a los que señala como contingencias emergentes de su accionar, puede ser motivo de contratiempos sociales muy difíciles de sortear a futuro.
Los próximos días no serán fáciles, controvertidos ante una situación judicial de la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner que, según resulte, puede ser la puntada inicial para mostrar un sector opositor en crecimiento.
Si a este factor político se le suman las instrumentaciones finales del plan desregulador y transformador del Estado, estamos de cara a un frente tormentoso y conflictivo de gravedad institucional.
La Argentina no pareciera aceptará de buen grado pasar a ser un país sumiso, dominado, sin voz ni voto.
Las reacciones son esperables. El cómo sortearlas, por ahora, una incógnita.
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