JUEVES 24 de Octubre de 2024
 
 
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Que no sea solo por Loan...

La desaparición de personas, fundamentalmente la trata a nivel niños y adolescentes es un “negocio” de enorme transversalidad que azota a los países marginales, en forma fundamental, pero cuyos efectos tiene notable incidencia en el primer mundo.

En alguna oportunidad hemos señalado que siguiendo una inveterada costumbre, los medios periodísticos, persiguiendo el objetivo de la primicia, movilizan la sociedad ante un suceso que trasciende y se convierte en la “noticia de tapa”.

No está mal, solo que tiene una vigencia efímera y más temprano que tarde se comienza a reemplazar por aquello que interesa a los lectores, escuchas y televidentes.

Durante muchos años hemos recordado la desaparición forzada de niños y adolescentes. Se usa a menudo como una estrategia para sembrar el terror en la sociedad. La sensación de inseguridad y miedo que genera no se limita a los familiares cercanos de las personas desaparecidas, sino que afecta también a las comunidades y a la sociedad en su conjunto.

El caso del pequeño de 5 años de la localidad de 9 de Julio, de la provincia de Corrientes, Loan Danilo Peña, está provocando zozobra en todo el país. La posible existencia de bandas dedicadas al tráfico de menores, que los comercializan en otros países, no son una novedad, solo que algunos casos reciben más trascendencia periodística y aún no hemos podido determinar cuáles son las motivaciones que suceden para que esto ocurra.

Los niños pueden ser secuestrados en sus hogares, escuelas o campos de refugiados para su explotación en trabajos forzados, esclavitud sexual y reclutamiento forzoso, y se trafica con ellos a través de las fronteras. Los niños pueden ser secuestrados por diferentes motivos y para distintos propósitos: Adopción ilegal, entre ellos.

El grave fenómeno del secuestro infantil adquiere notoria gravedad y así lo han hecho saber organizaciones mundiales como Missing Children, que llevan estadísticas y hacen un seguimiento para establecer todos los mecanismos de prevención, compartiendo experiencias que sirvan para combatir un flagelo que se ha convertido en un fructífero negocio.

En Argentina, la organización Missing Children registra actualmente más de 100 niños y adolescentes desaparecidos. La cifra seguramente es mayor, dado que en determinadas provincias limítrofes, casos Corrientes, Misiones, Chaco, Formosa, es una práctica que se repite y depende de muchos factores, locales, educativos, marginales, no alcanzando trascendencia.

Las desapariciones de niños tienen profundas causales sociales y sacuden a Argentina y Latinoamérica. Las causas de éstas son variadas y complejas. Los secuestros familiares y no familiares, las fugas por conflictos familiares, y los problemas de identidad en la adolescencia son algunos de los factores comunes.

Todas estas alternativas son aprovechadas por quienes ven un “negocio” detrás de las situaciones intrafamiliares, que son muchas veces, las maneras en las cuales canalizan los secuestros infantiles.

Ana Rosa Llobet, de Missing Children Argentina, precisó en declaraciones radiales que “son chicos y chicas que buscamos, unos 40 desaparecieron siendo menores y ahora son mayores, se perdieron hace 5, 10 y hasta 20 años atrás”. Casos como el de Guadalupe Lucero, desaparecida en 2021 en San Luis, y Sofía Herrero, desaparecida en 2008 en Tierra del Fuego, ejemplifican esta tragedia recurrente. En muchos de estos casos, los niños “se perdieron en plena ciudad, en la vereda jugando, o salieron a dar una vuelta y nunca volvieron”.

Nada nuevo, sí un marcado agudizamiento de una práctica delincuencial, acompañada, en la mayoría de las oportunidades, por el efecto del narcotráfico que se diversifica en busca de otros aspectos negociables.

De acuerdo a una información recabada por el medio porteño Cronista Comercial: “se estima que unos 8 millones de niños desaparecen cada año en todo el mundo”. Agregando que: “En Latinoamérica, las cifras también son impactantes. En Brasil, se estima que cada año se denuncia la desaparición de 40.000 niños. México, por su parte, ha visto un aumento del 73% en la desaparición de menores entre 2022 y 2023, según el Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas (RNPDNO). En el mismo período de 2023, se registraron 1.419 desapariciones de menores, en comparación con las 820 del año anterior”.

El problema es mundial y reviste extrema gravedad, debiendo prestársele la máxima atención a través de instrumentar mediante equipos multidisciplinarios, contactos directos con organizaciones internacionales, poner en práctica medidas prevencionales que permitan la aplicación de normativas mediante las cuales se instrumenten acciones que combatan este azote que se desata sobre las diferentes sociedades del mundo.

Que aparezca Loan es el reclamo de la sociedad en su conjunto. Pero es necesario que todos aportemos para que estos dolorosos episodios no se repitan.

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