Este movimiento también ocurre en las provincias en las cuales, tras las PASO, quedaron delineados diferentes escenarios político-partidarios que ha obligado a los tercios que compiten con opciones, a estructurar sus estrategias y buscar los puntos débiles de sus oponentes, por un lado y lograr recuperar votantes de los 12 millones, entre ausentes y blancos que no participaron de la compulsa.

En la provincia de La Pampa, más allá que no resulta necesario plebiscitar, el gobierno provincial que encabeza Sergio Ziliotto atento que ya lo hiciera en las elecciones adelantadas, en las cuales ratificó el nuevo mandato, se están realizando encuentros entre el primer mandatario, intendentes y recientemente con dirigentes sindicales, con el objetivo de recuperar el terreno perdido en las Primarias y recomponer el poder político que siempre caracterizó a la provincia.

Estos movimientos se están realizando en todo el país, en algunos ámbitos más convulsionados que en otros.

Todos buscando reordenar políticamente al sector que se vio sorprendido por la ‘ola Milei’ y la presión que ha surgido del avance en los gobiernos provinciales de Juntos por el Cambio, donde ha sentado bases, en hasta ahora 11 provincias.

Un fenómeno que -por ahora- resulta inexplicable, es la situación que se ha producido en torno a la figura del fundador de La Libertad Avanza, ganador sorpresa en las PASO y con proyecciones muy optimistas para alcanzar las presidenciales de octubre, atento a que no ha logrado tener ningún gobernador de su signo en las elecciones ya realizadas y muestra una muy marcada minoría tanto en Diputados como en el Senado de la Nación.

Y cuando nos referimos al aspecto que causa extrañeza, nos estamos refiriendo a no poder entender, siempre y cuando pudiera darse una victoria en las generales y constituirse en el nuevo presidente, cómo podrá funcionar sin gobernadores ni Congreso, mostrando una clara debilidad que pone en tela de juicio una actividad gubernativa normal.

La Argentina es un país presidencialista pero que ostenta tres poderes claramente definidos constitucionalmente: el Ejecutivo, Legislativo y Judicial, todos con diferentes grados de autonomía, pero a los cuales se necesita para establecer el equilibrio que requiere una democracia.

Si a esta posible falencia, le agregamos que no contará con el aporte de los Estados provinciales, que pertenecerán -por lo menos así es hasta ahora- a otras fuerzas y la integración de las Cámaras está sujeta a las representaciones federales, Javier Milei, está en un -aparente- callejón de difícil salida.

La expresión de una de las voceras que forman parte del entorno del libertario, ante la pregunta que, naturalmente le surge al periodismo y a analistas políticos, respondió que no les preocupaba demasiado tener esos ámbitos cerrados por ausencia de fuerza propia.

La inexplicable respuesta fue la coronación de la fórmula que utilizaría Milei, para acercar gobernadores: ‘Es fácil, dijo, él tendrá la decisión de habilitarlos económicamente para que funcionen y si no compatibilizan criterios, tendrán que arreglárselas con sus propios recursos...’ Lisa y llanamente sonó como una extorsión.

Algo similar esbozó respeto a los legisladores. Entendemos que la colaboradora libertaria aportó poco o nada para el logro de un entendimiento a futuro.

De alguna manera -un tanto grosera, políticamente hablando- reveló cuál será la estrategia que Javier Milei y su equipo, fundamentalmente el área económica, tienen para obtener gobernabilidad.

Por ahora y a muy pocos días de poner en juego sus poderes políticos, hay poco material a consensuar, sólo cruces, veladas amenazas y una diáspora ideológica que cuesta creer vaya en línea con lo que quiere la sociedad.

Se agudizan los enfrentamientos y los roces son cada vez mas ásperos. La resultante recién podrá apreciarse el 22 de octubre.