VIERNES 14 de Noviembre de 2025
 
 
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Es un síntoma que señala el principio del agotamiento social, que se traslada a todos los sectores de la sociedad. El presidente Javier Milei, tuvo una etapa de éxitos y satisfacciones en el plano político y en el armado de un gobierno diferente, pero evitó darle simultáneamente contenido político.

Su constante ofensiva hacia el ámbito que el denomina “casta corrupta” y “vieja política”, debería estar acompañada de un respaldo de otros sectores que se sintieran consustanciados con los principios de un liberalismo extremo, al que denominó libertarismo-anarcocapitalista.
La persistencia en disrumpir, chocar, denostar, insultar a diestra y siniestra, catalogar a los que piensan diferente como enemigos, no podía mantenerse en el tiempo, especialmente cuando se estaba aplicando un proceso desregulatorio y se procuraba la transformación del Estado provocando un daño social que Milei pretendía se aceptara, porque era la consecuencia necesaria para llegar al cambio.
Como ningún otro presidente en la historia nacional, la “luna de miel” con la sociedad fue muy larga y los efectos disuasivos de reacciones sociales alcanzaron los efectos que logró en el primer segmento de su mandato.
Más allá de los aplausos de un reducido núcleo de seguidores y la paciencia, que el presidente llamó “esperanza”, de una gran parte de la ciudadanía, en algún momento, transcurrido el periodo de correspondencia social, vendría el reclamo: ¿Cuándo comenzamos a recuperar?.
Existe una tendencia que se generaliza al observar que se avanza con medidas coercitivas hacia la sociedad, que se presiona mencionando que “Lo peor ya pasó” y el “Ahora viene la recuperación”, a creer que es una estrategia para mantener expectativas de resultados, que no solo están ausentes, sino que amenazan con no llegar nunca y la situación del cambio no se producirá.
Este escenario era esperable. Que el presidente Javier Milei no lo viera no hace más que responder a su esquema mental y a presuponer en esa interpretación psicológica que hace de la sociedad rechazando medidas que desalientan, señalando que era una acción de sectores opositores, fundamentalmente de los “kukas” y políticos tradicionales que “solo ponen palos en la rueda para evitar el desarrollo prometido”.
Los plazos se extinguieron, las prerrogativas otorgadas desde el Poder Legislativo llegaron a la fecha de vencimiento y se comenzaron a ver los efectos de un fracaso en la microeconomía, que nunca pudo recuperarse, por el contrario se agudizaron sus problemas. Se sumó la planificación equivocada de la macroeconomía, donde mucho tiene que ver el manejo del “gran mercado”, que debe tener resultados en sus economías para que mantengan su apoyo.
A estas circunstancias que intentaron disimular con “parches” se le sumó la entrega incondicional de la soberanía de pensar y actuar libremente, al poder que ejerce hoy en un “cogobierno” de orden económico con los EEUU.
Como siempre sucede, las malas etapas son el principio de revelación de muchas acciones ejecutadas por actores que, hasta allí, compartían las mieles del éxito. El refrán de “la manta corta” se ajusta a este desarreglo gubernamental, social, económico, financiero, productivo, industrial y empresario comercial. Todo se empieza a desarreglar y a poner en evidencia que la Argentina no es un país donde se pueda ejercer el “unicato”, es una Democracia donde el poder está asentado sobre un trípode Constitucional que representa la conjunción del esfuerzo común.
Como siempre ocurre aparecieron los oportunistas. Se puso al descubierto que los paradigmas de transparencia y honestidad, sostenidos por el gobierno mileista, eran una utopía. Que no se arreglaba con el “Fuera” conque marcó a más de un centenar de colaboradores, algunos por incapaces, y a otros por pretender ser demasiados vivos.
Se comenzaron a apilar los sucesos que marcan corruptela. Se habló de venta de cargos, procedimiento de LLA, cuando no conseguía seguidores. Vino $Libra y la vinculación de Karina Milei, hasta ahora no dilucidada. Sacudió la estantería el tema Espert y surge la acusación de Cositorto hacia Diego Santilli y, según trascendidos, habría otros personajes de la política que no pueden evitar les saquen los “muertos del placard”.
La realidad se les cayó encima y más allá de ese bochornoso intento presidencial en el Movistar Arena, intentando recuperar mística farandulesca, el deterioro continúa al punto que habrá que estar atento a las formas en que se concrete la ayuda de Donald Trump, que es “amiguero”, pero no “come vidrio”.
Otra cachetada: “La Justicia rechazó el pedido para que Diego Santilli encabece la lista de LLA en la provincia de Buenos Aires”. El magistrado Alejo Ramos Padilla aceptó la renuncia de José Luis Espert pero no el corrimiento de nombres. Así, Karen Reichardt quedará como la primera postulante de la nómina.
Todo señalaba que en Diputados se registraría -como lo fue- poner un límite a los DNU y con ello marcarían un nuevo rechazo a las políticas de Javier Milei. La instrumentación consistió en una serie de normativas que limitan el accionar presidencial, debiendo -en todos los casos- remitirse a la consideración de los legisladores, que podrán convalidar o negar su vigencia.
Una nueva metodología gubernamental que funcionará como corcet para las aspiraciones de gobernar en soledad que pretende Javier Milei.
Los límites son necesarios y se materializa el paradigma integral que ningún país -salvo en un marco dictatorial- puede gobernarse sin el aporte de los poderes del Estado.
La realidad está mostrando que se está gestando un fuerte rechazo a los mecanismos del presidente libertario.

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