VIERNES 19 de Abril de 2024
 
 
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Nadie tiene la verdad absoluta

No es la primera, y suponemos que no será la última vez, que hagamos mención a que nadie puede arrogarse ser el poseedor de la verdad absoluta.

Escuchamos a los políticos y cada uno elabora de acuerdo a su ideología, experiencia y ambiciones un escenario que parece el verdadero, que podría enfrentar la Argentina, si resolviera que él, puede ser el candidato elegido. 

La filosofía procura, con alguna definición, ponernos en autos sobre una verdad absoluta y una verdad relativa, que existen, son parte del discurso de la clase política y de quien mejor las maneje. 

En este caso expresa la ciencia filosófica: “En su interpretación de la verdad absoluta, la metafísica parte de la premisa de la inmutabilidad de los conocimientos humanos. Concibiendo todos los objetos y fenómenos como inmutables y dados de una vez para siempre, la metafísica acepta también toda verdad como fruto del conocimiento acabado y dado de una vez para siempre”.

Hasta aquí nos indica que hay un certeza. Nadie puede negar ese contenido. Pero debemos pensar que el otro está equivocado, o al manejar otros parámetros de la realidad, su verdad también juega y tiene valor, aunque pueda considerárselo relativo. 

Otro aspecto que debemos tener en cuenta es que: “El materialismo dialéctico niega esta clase de verdades absolutas. El conocimiento constituye un proceso histórico de movimiento del no saber al saber”.

No es tan complejo entender por qué se dan las diferencias de opiniones. Donde se sustentan, y fundamentalmente deberíamos analizar, qué objetivos persiguen, y si la elaboración de su ‘verdad’ no es el medio para alcanzar un fin propuesto. 

No hace falta desmenuzar más los contenidos para darnos cuenta que hoy estamos frente a un cúmulo de verdades -ninguna absoluta- todas relativas.

“Se dice que un conocimiento es verdadero cuando expresa las cosas tal como son en la realidad. Por tanto, la verdad no puede ser objeto de manipulación, no depende de los gustos o intereses: las cosas son como son, y nuestro conocimiento sólo es verdadero si se ajusta a la realidad”.

Esta introducción tiene como objeto llevarnos a la autenticidad y alejarnos del relato. Estas dos concepciones son parte del juego estratégico sobre el cual están elaborándose las campañas políticas que tienen in mente alcanzar el poder en el transcurso del 2023. 

Venimos siguiendo con mucha atención las idas y venidas de los sectores políticos en pugna, oficialismo y oposición. Ambos con severas contradicciones internas, que los ha llevado a confrontar y jugar con diferentes planeamientos, pero el mismo objetivo: llegar al poder en diciembre del presente año.

Coalición Frente de Todos; se juntaron para ganar y hoy se enfrentan ante la presunción que pueden perder. La gran pregunta es: ¿qué garantía ofrecen a su electorado si no confían ni entre ellos?

Pero vayamos al otro escenario donde se fraguó la otra coalición Juntos por el Cambio, reuniendo a los seguidores de Mauricio Macri, PRO, con la UCR y otras líneas mostrando una aparente cohesión que podría manifestarse en construir un frente opositor sólido que aspirara a ser gobierno en el próximo período.

Nada de esto ha sucedido. La UCR entendió que había cumplido en el ciclo anterior acompañando pero que, dadas las circunstancias actuales, hoy deberían ser ellos los que den fortaleza al movimiento de JxC, y al PRO, le correspondería secundarlos. 

Este proceso no ha podido materializarse y los consensos están muy lejos de concretarse. Someterse a las PASO, es la solución que amerita esta circunstancia y esperar el voto ciudadano, para establecer quién comanda las acciones.

Como la experiencia lo indica, pocas veces se ha dado la consigna de “el que gana preside, el que pierde acompaña”.

Las heridas que se producen no sanan tan rápido y los pases de factura son un mecanismo común que hemos visto como procedimiento en otros procesos electorales.

Se ha percibido la utilización del relato, por sobre la realidad que vive la sociedad.

Fue un método impuesto en la etapa de los gobiernos de la hoy vicepresidenta, quien en sus habituales cadenas nos relataba la visión de país que ella tenía. 

No compartía ni admitía que otros opinaran diferente, porque en su esquema esos eran enemigos. De esta manera se construyó una metodología de la formula “yo tengo la razón”, “yo tengo la verdad única”. 

Una rareza, porque significaba algo que tiene tantos años como el mundo, desde las antiguas civilizaciones. En algún momento aparecía el “clic” que materializaba que la “verdad, tenía otra versión” y de esta manera surgían las reacciones que ponían coto a esa extraña manipulación de la ciudadanía o de parte de ella. 

Estamos en un mundo cambiante, donde la tecnología nos ha trasladado a estructuras 
diferentes. Hoy estamos hablando de “Inteligencia Artificial”, que suple nuestras falencias del conocimiento. Pero también nos acerca a una verdad diferente -casi la absoluta- contra la cual es casi imposible oponer otros criterios.

La sociedad está en un profundo y radical cambio. Esto debemos asimilarlo como el mundo de nuestros hijos. Es el futuro.
 

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