Parece una broma, pero es la realidad de la situación que hoy se esta viviendo alrededor de los hechos que se plasmaron cuando Mauricio Macri decidió oficiar de ‘amable componedor’ y provoco un estallido ‘neutrónico’ en la estructura de Juntos por el Cambio.
La pregunta se la están haciendo periodistas políticos, politòlogos y analistas, porque la ‘jugada’ de Mauricio Macri evidencia un intento por posicionarse y ganar un poder que se le estaba escurriendo entre los dedos.
Sus hijos adoptivos, supuestamente herederos, cuando comenzaron a crecer y ganar espacios, resultaban una molestia y no reparó en sacárselos de encima. Una clara muestra que en política el que no juega con esas cartas pierde. Lo hemos visto muchas veces y como esta el escenario, lo seguiremos viendo.
El cimbronazo tiene repercusiones diversas, dado que el expresidente y fundador de Juntos por el Cambio, ha seguido manifestándose en los medios, donde se ha mostrado muy duro con los sectores que en su momento le fueron útiles para conformar la coalición opositora al gobierno.
Acusaciones cruzadas no hacen más que señalar que la ruptura que han pretendido negar, es un suceso irreversible, y que -naturalmente- tendrá su costo. En materia política nada es gratis y mucho menos si lo que se pretende es destruir.
Los acontecimientos en los que Mauricio Macri ha tenido ingerencia, lo ha mostrado operando en procura de no perder la centralidad del poder. Fue Rodríguez Larreta el primer ‘esmerilado’, cuando le objetaba los mecanismos que el Jefe de la Ciudad utilizaba para ganar consenso nacional y tener el músculo adecuado para pelear la presidencia de la Nación.
Ya había postergado a una de las figuras, que mayor peso específico tenía dentro de la coalición, María Eugenia Vidal, que apuntaba, con positivas posibilidades de poder disputar poder y lentamente fue desvaneciendose, dejando de lado sus apetencias de continuar en la rueda política.
Los escarceos del expresidente de Boca y expresidente de La Nación, fueron muy notorios, pero encontraron complacencia en quienes siendo de su grupo, siempre le reconocieron centralidad, aunque no potencialidad para disputar un nuevo mandato. Su imagen negativa superaba holgadamente la positiva y eso lo relegaba incuestionablemente.
Pero eso no bastaba y pese a las advertencias de la fundadora de la Coalición Cívica, Lilita Carrio, que aseguraba que Macri intentaba destruir las fortaleza de JxC, Patricia Bullrich cedió a la tentación de responder positivamente a las estrategias que señalaba Macri y los resultados saltan a la vista.
El golpe final para las pretensiones de la presidenta del PRO fue conciliar, con un apoyo a Milei, desconociendo la necesidad de resolverlo en la mesa grande de Juntos por el Cambio, donde pudieran opinar todos los integrantes de la coalición.
El resultado, no hace falta reiterarlo, fue una implosión partidaria que hoy ofrece una oposición poco menos que diezmada, que intenta recuperarse por sectores, situación -hasta ahora- no lograda.
El expresidente asumió la centralidad de la oposición en desmedro del candidato libertario. Descalificó a los líderes del radicalismo y admitió que decidió ignorar a fundadores de la coalición opositora como Larreta, Vidal y Frigerio. “No puede ser que con la farsa de la neutralidad ellos se dediquen a apoyar a Massa”.
Su accionar comienza a materializar la intencionalidad de una ‘jugada’ que -sin lugar a dudas- podría llegar a generalizar un rechazo del entorno de Javier Milei, el que ya no comparte muchas de las acciones que se están llevando a cabo y no se someterían a los manejos del fundador de Cambiemos.
Se habla de un ‘pacto electoral’ el suscripto por Macri - Bullrich - Milei, que no es más que un acuerdo disfrazado, donde, se puede llegar a suponer, hubo otros condimentos que hacen a la continuidad de aquello que se convino. Porque la realidad indica que no se escucho ni a Macri, ni a Bullrich, dirigirse a sus votantes y decirles si estaban conscientes que renunciaban a los principios sustentados por Juntos por el Cambio.
Todo hace presuponer que las diferencias son insanjables. El radicalismo asumió una posición que aparenta no debilitarse y que buscará consolidar un nuevo frente, que este en consonancia con su lineamientos políticos.
Macri, extrañamente convertido en un ‘digitador’ pareciera estar condicionando tanto al sector del PRO, que siguió a Patricia Bullrich en este salto al vacío, como a la estructura de Javier Milei, que hoy nada en aguas muy turbulentas, donde ya nadie puede asegurar que pretende. Salvo el ‘portazo’ que nadie espera y puede ser la ‘gran sorpresa’, antes del 19 de noviembre.
Como en toda contienda política solo el tiempo pondrá las cosas en claro. Insistimos a la mayoría se le ha olvidado que la sociedad también piensa y tiene derecho a opinar, sobre todo si se tiene en cuenta que para llegar al poder, requieren de su aquiescencia.
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