De esta manera parece haber encasillado el presidente de la nación, Javier Milei, al sector de la prensa que vierte opiniones diferentes o cuestiona determinadas y muy puntuales situaciones que se generan a nivel presidencial, además de los que lo contrarían en sus planes.
Lo hizo con periodistas afectados a programas de alto contenido político, cuyas observaciones difieren sustancialmente de los aspectos que los entornos mileistas han hecho conocer.
Tanto FOPEA, ADEPA, como la Academia Nacional del Periodismo, han mostrado su preocupación por el alto contenido agraviante que han recibido de parte de Javier Milei, periodistas que, pueden haber tenido alguna información que no se ajustaba a la realidad, caso Silvia Mercado, que inmediatamente corrigió, manifestando que una “fuente oficiosa” le había acercado el dato que tanto molestó al presidente, referido al destino de sus perros.
Algo similar aconteció con la enviada especial de un medio capitalino al Foro de Davos, quien consignó que durante la exposición de Milei, la sala no estaba a pleno. En realidad, una información intrascendente, que no agregaba ni restaba nada al contenido de las palabras presidenciales que sí merecieron opiniones de diversa naturaleza.
Este gesto autoritario no es una novedad. Ya con anterioridad, durante la campaña presidencial, inició juicios por cifras millonarias a varios periodistas cuyos comentarios no eran coincidentes ni favorecían el posicionamiento del entonces candidato.
Llama poderosamente la atención cómo quien debe ser generador de políticas de consenso, acuerdo, comprensión, aceptando al que opina diferente, se muestra con un sesgo dictatorial, en donde pareciera pretender que solo existan los liberales obsecuentes, convirtiendo a todo el resto en virtuales enemigos destinados al exterminio.
Pero estas controversiales formas de encasillar a ciertos personajes del periodismo, son solo parte del furioso relato que surge de las inesperadas reacciones del máximo dirigente libertario. También hay un listado que va teniendo sus variantes en la medida que “acuerda” con la denominada “casta política”, de la cual reniega, pero utiliza.
Sus más cercanos colaboradores y mucho de su entorno, no partidario pero que ha mostrado su intención de apoyarlo, están plenamente desconcertados. Y eso realmente es no solo llamativo, sino peligroso para la transición política que pretende el libertario, rompiendo todo y sobre los escombros recrear una nueva Argentina.
El extravagante liderazgo de Milei, planteando un profundo cambio de época, pero sin estabilidad, que tiñe las negociaciones por el DNU y la ley Ómnibus, preocupa seriamente al sistema político.
El esquema de toma de decisiones del Presidente desorienta a los ex integrantes de Juntos por el Cambio. La influencia muy notoria de Santiago Caputo. Reuniones en el PJ. Detrás de escena de una semana crucial, ponen más dudas en un escenario donde nada parece estar definido.
“Van a tener que responder ustedes si no sale”. La advertencia que Javier Milei viene sosteniendo en los últimos días. Lo dijo antes de viajar al foro económico mundial de Davos, en Suiza, y lo sigue reiterando de manera más “negociante”, el consejero más estrecho del presidente -Santiago Caputo-, junto a su hermana Karina Milei.
Pero el escenario montado es confrontativo y hasta el momento, de esos 100 puntos que dicen modificarían igual número de leyes, que serían contemplados no tratables en esta oportunidad, Javier Milei, no ha prestado conformidad.
Situación que habla -según los antecedentes de su comportamiento- que nadie se anime a dar por sentado que no habrá problemas.
Son los “enemigos” del presidente liberal, que se van sumando, porque hasta ahora no se han sometido a sus mandatos autocráticos. Parte del radicalismo que no quiere ser incluido en las decisiones apresuradas que conllevarán al país a una confrontación interna inevitable. Lo mismo pareciera ser la posición de Mauricio Macri, quien habría indicado a sus seguidores que las “responsabilidades” sean todas de Milei.
Se avecina una semana difícil. En las puertas del paro de la CGT, un gesto de desahogo que será un test lleno de riesgos para Milei y el sindicalismo. Una protesta que amenaza resultar una de las más importantes de los últimos años, que se está jugando la “reforma laboral” y las libertades sindicales. Un desafío.
Una “pulseada‘donde todos tienen algo que perder, según el resultado de la misma. Si resulta multitudinaria, sería el primer golpe severo a las pretensiones del libertario.
De resultar lo contrario, un signo de la reformulación del poder que le confirió el 56 por ciento de un electorado, muy fracturado por los diferentes intereses que los agrupó y que hoy salen a relucir.
Toda una aventura política, donde la ausencia de indulgencia del presidente y su círculo rojo pueden significar un alerta para la tranquilidad social del país a futuro.
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