DOMINGO 14 de Diciembre de 2025
 
 
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Las fracturas internas de la política...

Siempre existieron, pero se manejaban con determinados códigos de respeto y consideración que hoy brillan por su ausencia.

Sin lugar a dudas quien impuso la actitud intransigente y disruptiva fue el presidente liberal-anarcocapitalista, que se identifica como libertario -no liber-otario- y que juega con las personas, mostrando su enorme desprecio por la sociedad que lo rodea.
Lo ha puesto en evidencia desde los prolegómenos que le permitieron alcanzar la presidencia de Argentina.
Ninguna duda cabe que facilitó ese ascenso de personaje farandulesco -apolítico, denostador serial- la desmedida ambición de quien evaluó equivocadamente al insultador serial que pregonaba el “gran cambio”, “la desaparición de la casta corrupta” y “poner al país entre los primeros del mundo”.
Las referencias caen en las figuras del, entonces, Juntos por el Cambio, frente que pergeñara el ex presidente Mauricio Macri junto a varios de los que conformaban esa debilitada estructura política, basada en la raíz denominada PRO.
Indudablemente se sintió poderoso al adelantarse a los hechos y generar un acuerdo “incondicional”, que permitió que Javier Milei fagocitara aquello que había quedado de las derrotas sufridas y hoy les marque el camino que deben seguir.
La consigna es: si pretenden mantenerse en la política serán de La Libertad Avanza y llevarán por colores el “violeta”, o NO SERÁN NADA.
Desaparecido de los escenarios el presidente del PRO, sus más cercanos colaboradores que están donde están porque comulgaron con los “amarillos”, ya se están tirando a la pileta pintados de “violetas” y abjurando lealtad a La Libertad Avanza.
Les dijo Karina Milei, Secretaria General de la Presidencia, presidenta de LLA, el brazo del poder mileista: “Son nuestros, comulgan nuestra políticas, desechan el color ‘amarillo’ y los aceptamos”.
Estas fracturas se han ido extendiendo a lo largo y ancho del país, donde apunta Javier Milei a sentar bases sólidas de su partido y hacerlo jugar en soledad o con aquellos que se cambien la “camiseta” sin aspiraciones de ninguna naturaleza.
Esta disgregación ha llegado al punto de ser un “paradigma” de la nueva política y quienes se sienten bendecidos por la mano de Milei sostienen el mismo derecho de ser ellos como reflejo del presidente, negociando, pero siempre dentro del marco libertario.
Radicales desmembrados, demostrando que hoy están desorientados y peleándose entre ellos para ver quiénes continúan en cargos políticos. Algo así como “mantenerse prendidos a la teta del Estado”.
En diferentes provincias, los “boina blanca” han desistido de mantener incólume las raíces históricas que les dieron poder territorial.
Hoy, siguiendo las reglas que ha logrado poner en el escenario principal el presidente Milei, se pusieron a jugar para ver cómo se quedan. La excusa que esgrimen y que apuntan como su objetivo para lograr consenso ciudadano es “Llegar al poder” y “destronar el poder peronista”.
Los resultados, si es que se producen, podrán ser observados en las legislativas nacionales del octubre. El dilema es que si se frustran y hay fracaso pasarán a ser terceras fuerzas y deberán someterse a los vaivenes de los que tienen acceso al poder.
Y no es mucho más lo que queda. Hay líneas que, como dijeran varios periodistas, son “pymes” que pretenden quedarse y tener algo de poder, siempre enganchados, dado que no han podido insertarse en el voto de la ciudadanía a las que pertenecen. Digamos en tono Milei: “son carroñeros”.
En forma simultánea con este raro e incierto devenir político, el gobierno del libertario Milei, está nadando en el “dulce de leche”, o si prefieren “en el barro”, dado que el sistema económico planteado a través de las formas que instrumenta el ministro Luis “Toto” Caputo, hace agua.
Las grietas se agrandan igual que los problemas internos y externos. Desde afuera dicen algunos organismos y parte del mercado financiero que “tienen confianza”, pero también deslizan que “no tanta”. Hay que advertir que no existe la solidez que pretende vender el gobierno argentino internacionalmente.
En lo interno, tampoco se ven grandes mejoras. Hay reacciones y se manejan indicadores que están reflejando un sector de la sociedad que siempre tuvo y que no representa la realidad de más de la mitad de país.
Las fragmentaciones que se evidencian señalan que la realidad está superando el relato, de uno y otro lado. Que la iracundia, el misticismo del presidente Milei y el pretender que se lo vea como el “enviado” lo están destinando a estrellarse contra el suelo.
Sin atisbos claros de futuro, mucha incertidumbre y ausencia de crecimiento no avanzamos, retrocedemos.
Habrá que comenzar a “oír el viento”...

 

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