Desde que podemos recordar, la Argentina se movÃa -desde el 1890- en el marco de: primero dos ideologÃas marcadas como el conservadurismo y una suerte de socialismo radicalizado, que fue transformándose en lo que más tarde serÃa la Unión CÃvica Radical y el surgimiento del peronismo.
Comienza a distinguirse luego de la firma de la declaración de la independencia y tiene punto inicial en la anarquía del año 20. Sus pioneros fueron el Partido Federal y el Partido Unitario. Finalizadas las guerras civiles, el panorama político apareció dividido entre el Partido Nacional y el Partido Autonomista. Hacia 1880 se formó el PAN (Partido Autonomista Nacional), estableciendo de hecho un régimen de partido único que gobernó entre 1874 y 1916. En los años 1890, se fundaron la Unión Cívica Radical y el Partido Socialista y en los años cuarenta se fundó el Partido Justicialista.
Se han registrado a lo largo de muchas décadas cambios, variables ideológicas que fueron transformándose, en la medida que el país se reconvertía y comenzaba a tener un pronunciado crecimiento e incidencia en el primer mundo a través de convertirse en el ‘granero del mundo’.
La historia comienza reformulándose en dos partidos que ocuparon el centro de la atención política ciudadana, el peronismo de la mano de un militar, Juan Domingo Perón, con ideas populistas, de centro con ramificaciones de izquierda y derecha y el radicalismo que abreva en las enseñanzas de Hipólito Yrigoyen.
A partir de 1946 la vida política argentina estuvo polarizada entre radicales y justicialistas y afectada por golpes de Estado militares sistemáticos. Desde 1983, Argentina disfruta de una democracia sin interrupciones. Desde ese año hasta la actualidad, la mayoría de los presidentes han sido radicales o peronistas.
Este bipartidismo, fue consumando poderes territoriales que suponían las fortalezas de ambos sectores políticos, con algunas manifestaciones de otras ideologías que nunca configuraron riesgo para la permanencia de uno, el peronismo y el que pudo alternar gobiernos, con menor continuidad el radicalismo.
El pronunciado debilitamiento del sector de los ‘boinas blancas’, coincidió con la aparición en el escenario nacional del kirchnerismo, que fraguó una atomización partidaria de donde surge La Cámpora, como reducto joven de un pronunciado sesgo centro-izquierdista.
En la actualidad, etapa de los frentes y coaliciones, el radicalismo se plegó a un nuevo movimiento de centro-derecha, que liderado por Mauricio Macri, se definió como Juntos por el Campo, inicialmente como PRO.
Esta necesidad de pelear posibilidades de acceder al poder, llevó a que comenzara a desdibujarse, e inclusive haciendo caso omiso a su poder territorial que le podría y debería haberle otorgado una participación más destacada en el nuevo perfil político que se vislumbraba como la oposición al peronismo-kirchnerismo.
No supieron o no pudieron y fueron relegados a un segundo término, debilitando su fuerza y hasta en algún momento se pensó que podía desaparecer tras las fuerzas del PRO, convertido en uno más de la coalición JxC.
En esta última etapa gubernamental, la UCR salió decididamente a ocupar el lugar que históricamente le ha correspondido y su pretensión fue -en esta nueva opción electoral- ser cabeza de la coalición conformada con el PRO.
La realidad impuso otros condicionamientos y -a nuestro juicio- la estrategia desarrollada por el presidente del radicalismo, Gerardo Morales no fue la acertada y nuevamente volvieron a ser segundos.
Hoy nuevamente se están escuchando a los dirigentes radicales sostener que deben volver a terciar en el poder, por su propio peso electoral y su territorialidad.
La victoria de Alfredo Cornejo en Mendoza, las que se han obtenido en otras cuatro provincias y se supone sumará Entre Ríos con Frigerio, volvió a poner sobre el escenario político que enfrenta al peronismo y al liberalismo, a un radicalismo fortalecido que quiere volver a ser protagonista esencial en esta contienda por estar en el marco del poder.
Un conocido dirigente y militante radical nos decía: ‘Volvemos a mostrar que podemos y debemos tener presencia en el poder gubernamental que presumiblemente se dispute el 22 de octubre y de no alcanzar se llegue al balotaje en noviembre’.
El mismo personaje nos cerró su pensamiento con una frase que nos sirvió para darle título a esta entrega: ‘Tenemos identidad, peso político y territorialidad, por eso pretendemos ser protagonistas principales junto a las otras fuerzas’.
La realidad futura nos dirá si ese pensamiento se cumple.



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