Cada Aniversario suele ser excusa para evaluaciones. Es normal en estas fechas mirar para atrás para recordar de dónde venimos, y también para adelante, para saber hacia dónde queremos ir, aún en momentos duros y de incertidumbre, como los que le toca vivir a la Argentina.
En este tiempo el desafío es enfrentar los cambios que se suceden vertiginosamente y sin solución de continuidad, acomodarse a los nuevos requerimientos de la sociedad y dar una respuesta ante la multiplicidad de canales que existen en términos de comunicación. Hay algo que no se negocia y que diferencia los medios tradicionales de las “redes”: Acá hay profesionales responsables, que chequean informaciones y que analizan el contenido antes de publicarlas.
La Reforma cumple hoy 102 años. Por aquí pasó gente que dejó huellas indelebles y es nuestro objetivo continuar en esa senda, dándole a cada área de la empresa ese toque humano que en reiteradas oportunidades la tecnología se empecina en en tratar de desterrar.
Somos lo que somos por muchos factores. Varias veces la tuvimos complicada, eso no lo podemos negar, pero seguimos de pie porque históricamente contamos con una sociedad que nos acompañó, con anunciantes que nunca nos abandonaron; con suscriptores y lectores que cada día nos hacen saber que La Reforma es parte de su vida; con protagonistas de la realidad que nos buscan para que nuestras páginas reflejen lo que les está pasando, en definitiva, porque seguimos siendo una referencia trascendente dentro de periodismo pampeano.
Nos llena de satisfacción ver cómo en confiterías, en estaciones de servicio y en muchos lugares de circulación pública, aquellas personas que se detienen un momento para tomar un café o un refresco van naturalmente a buscar a alguno de nuestros ejemplares y somos “el disparador” de la charla entre amigos; o cómo muchos de nuestros colegas se apoyan en nuestras publicaciones para ahondar en distintos temas.

Todo eso es La Reforma. Somos familia que trabajamos en una misma empresa, compañeros que celebramos las buenas y también nos amargamos cuando hay errores; trabajadores que llegamos a la empresa siendo apenas unos pibes y hoy estamos cerca de la jubilación. Somos la vida misma, esa vida que tratamos de contar cada día sabiendo que estamos escribiendo la historia y no solamente de nuestro pago chico.
Pasaron 102 años de aquella primera aparición de La Reforma en las polvorientas calles de una pequeña ciudad. Hoy la escenografía ha cambiado substancialmente, Pico es otra cosa, pero su diario mantiene la esencia y no la quiere perder.