JUEVES 18 de Abril de 2024
 
 
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La pelea política ¿Qué beneficios arroja?

No somos los únicos que se realizan esta pregunta. Desde los opinólogos, los encuestadores, los formados en licenciaturas que tienen relación con el formato político en todas sus facetas. Hasta el común de la sociedad que se siente atrapada en una confusa ‘telaraña’, donde todos se pelean, encuentran una explicación racional.

Es la destrucción del oponente, a cualquier costo. Es un objetivo que forma parte del núcleo fundamental de las campañas que se están desarrollando. Un indicio claro, preciso, que muestra la ciudadanía argentina, en todos sus target de votantes, es el hastío (sensación de cansancio, aburrimiento, dejadez o pesadez inspirada por algo o alguien).

Lo está mostrando en el indicador de ‘indecisos’ o ‘no sabe, no contesta’ que surge en las encuestas de la casi mayoría de los profesionales que se dedican a este metié.

Resulta harto dificultoso hallar una respuesta que dé certeza al interrogante. En el ‘todos contra todos’ existe una clase ‘variopinta’, que realmente no se sabe qué persigue. Parecieran enfermos de ‘violencia dialéctica’ y eso lo transmiten al ciudadano-ciudadana de a pie.

Los y las jóvenes que han comenzado a transitar el camino que marca la democracia, imponiendo y dando responsabilidades a la comunidad para que elija a quien cree responderá mejor a a la solución de sus problemas, los observan, pero son muy pocos los que se comprometen.

Hoy es innegable, ellas y ellos, están muy preocupados por su futuro. Se forman, pero cuando están arribando al fin de sus carreras universitarias, les sobreviene el gran interrogante: ¿Y ahora?.

Ven cómo sus amigos y amigas eligen irse del país, procurando en ese ‘autodestierro’, lograr aquello que su país no le facilita. Ve -a la clase política gobernante y a la que pretende serlo desde diciembre- que pone todo su vigor en pelearse, en buscar dónde falló y los errores que cometió el político de turno y -según dicen- podrían haberlo evitado.

Pero a todos extraña que nadie pone por delante de su discurso de campaña el proyecto que permitirá al país, no por arte de magia y tampoco en muy corto lapso de tiempo, lograr reducir los efectos negativos de la inflación, generar políticas de Estado a 10 o 20 años que fije pautas serias, responsables, consensuadas por todos los sectores para alcanzar niveles de trabajo, comenzar a recuperar a los ámbitos de la indigencia, de la pobreza.

Para ello deben olvidarse que son votos y verlos como ciudadanos postergados por políticas prebendarias, que los sometió poco menos que a la esclavitud social.

Pero para lograr estos objetivos, deben dejar de relatar cuentos de fantasía, que suenan bárbaro, pero no remedian nada; por el contrario, nos están indicando que si llegan, porque alguno va a llegar, será más de lo mismo.

Hoy podemos observar cómo dentro del oficialismo, la guerra ha llegado a la instrumentación de las más variadas estrategias. Un presidente que da la impresión de haberse creído el cuento del mundo ideal que es Argentina. Y piensa que la gente está de acuerdo con lo que dice y renueva su entusiasmo por ser reelegido.

Enfrente, dentro del Frente de Todos, se mueve agitando a propios y extraños la figura de la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner, que sigue sin definir posturas y entre silencios y asentimientos a través de sus ‘mensajeros’ deja abierta la puerta, por si acaso.

Con menos énfasis, pero igual postura los ‘camporistas’, alistan nombres para competir, si se le ocurre presentarse en una PASO el presidente Fernández.

En el otro segmento de combatientes, están los del partido radical, PRO, y otras líneas que componen la estructura de Juntos por el Cambio, donde aparece -también jugando al misterio- Mauricio Macri, quien mira con desconfianza a la fundadora del Instituto Patria y piensa que si ella es candidata él también puede serlo. Muchachos, pregunten a la ciudadanía y saldrán de dudas.

Los presuntos pre-acuerdos, están a la orden del día. El ala que obedece a Patricia Bullrich bajo cuerda, conviene con un sector radical considerado ‘disidente’ de la fuente propia, pretendiendo disminuir el efecto que ha provocado Horacio Rodríguez Larreta con ‘entendimientos’ que van por otro andarivel al que siguen los otros opositores que se ubican en el segmento de JxC, sin todavía haberse comprometido a un ‘frente’.

En esta misma situación aparece Lilita Carrió, quien al frente de la Coalición Cívica, pareciera ha quedado marginada de estos arreglos, que tienen mucho de estar buscando la unión, acuciados por el ‘espanto’ que les producen algunos nombres.

Se rompen, se arreglan, todavía sin firmar, solo es de ‘confiar’ en lo que se conversa en esas mesas acordadoras. Pero se percibe enorme desconfianza y una sorda lucha por llegar al poder. No les interesa demasiado el medio, si con ello se acercan al fin que tienen como objetivo.

Vale que la clase política argentina repiense sus estrategias y comience a mirar más a la gente.
 

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