Siempre nos hemos realizado la misma pregunta y si bien tenemos una personal explicación, en líneas generales parece constituir la conducta habitual de la ciudadanía en los últimos años.
Bucear en los contenidos de la psicología social, en la búsqueda de respuestas claras en las bases de la Antropología, nos ha permitido establecer que los profesionales formados en estas disciplinas siguen estudiando y profundizando el comportamiento de la sociedad.
Digamos que: “La antropología es el estudio de la humanidad, incluyendo su biología, cultura, historia, sociedad y comportamiento, a través de la investigación y el análisis”.
“Sinónimos de antropología son antropología biológica, antropología cultural, antropología filosófica, antropología social, etnología, y estudio de la humanidad”.
Un amplio marco que debería permitirles tener claras definiciones en torno a este síndrome de violencia verbal y ataque permanente que se produce en las diferentes comunidades.
Si bien existe un abanico que -desde el punto de vista psicológico- está planteando en cómo se pueden establecer parámetros de los contenidos de una “pelea”, nos pareció que el fenómeno que hoy atravesamos es: “Una pelea de carácter conflictivo que, en psicología, se entiende como un problema generado por diferencias de intereses entre dos o más actores, o bien entre tendencias internas de la persona, eso sí, motivadas por una situación externa”.
Estas herramientas nos permiten ir a los escenarios de la política nacional, que está enfrascada en un virtual enfrentamiento entre todos los sectores que participan ideológicamente de la misma y de los opositores que ha contagiado a la ciudadanía de diferente manera.
La irrupción de un personaje “apolítico” que conjuga en si mismo y su prédica una fórmula de odio y resentimiento, que está para que lo analicen cuerpos interdisciplinarios especializados, está generando un nuevo Estado Social, donde la convivencia solo es factible si se piensa igual o procede tal como lo indican las fuerzas del poder.
Que la han llamado “Las fuerzas del cielo”, que rompieron la tabla de los “diez mandamientos” para procurar imponer conductas y comportamientos, que naturalmente por formación, educación y crianza muchos, no comparten.
Siempre hemos pensado que se debe generar un esfuerzo mancomunado entre quienes tienen una adecuada formación universitaria, a los efectos de poder entender y reformular actitudes que -por ahora- solo conducen a la desunión y ver al de enfrente como enemigo y no como alguien que piensa, obra y actúa diferente.
Sigmund Freud nos dejó como legado: “que se habla de conflicto psíquico cuando hay exigencias internas inconciliables. El conflicto puede ser manifiesto (por ej. entre un deseo y una exigencia moral, o entre dos sentimientos contrarios) o latente”.
Cuando internamente se produce un “choque” por sentimientos encontrados que no se pueden ordenar, surge la reacción que es volcar hacia el otro la responsabilidad de su actual situación.
No es de fácil acceso desentrañar y dar adecuado tratamiento a estas actitudes que, en la denostación del otro, encuentran respuestas a sus propias ansiedades y necesidades.
Realmente no encontramos explicación alguna en mantener constante un “estadío” de confrontación, si bien está claramente evidenciado que solo así se puede llegar al poder. Quienes intentaron otros caminos fracasaron o las “fuerzas ocultas que anhelaban esa posición” lograron desgastarlo hasta que la sociedad lo viera inútil e incapaz; sin analizar que ellos fueron quienes con su voto lo colocaron en ese espacio.
Hoy estamos claramente en una confrontación, cuyo resultado es difícil de predecir.
La política interna de los partidos se implosiona merced a la gestión y estrategias de los que alientan el concepto de: “divide y ganarás”.
El gobierno nacional intenta ahogar a los sistemas provinciales que no le son adeptos, sin tener en cuenta que en el marco de cada Estado Federal hay argentinos, que padecen ese tironeo por imponer una voluntad política.
Ese “internismo” que genera la “pelea” es un virus contagioso que hoy está padeciendo la Argentina.
Era esperable que sembrar desencuentros y enfrentamientos conduciría a un resquebrajamiento del status social, convirtiendo a la Nación en un enorme cuadrilátero, donde todos pelean contra todos. La lógica indica que: TODOS PIERDEN.
Al presidente libertario-anarcocapitalista y los integrantes del “triángulo de hierro”, les place y disfrutan del ejercicio de un poder único, donde el miedo a ser objeto de su ira, someta a la ciudadanía que no comparte sus dictados.
La Argentina, se ha convertido en un “club de la pelea”, en donde los intereses personales están por encima de las necesidades de todos.
Tal vez exista la necesidad de un árbitro que ponga fin a tanta incertidumbre y desasosiego político-social.
El tiempo futuro lo dirá.
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