JUEVES 25 de Abril de 2024
 
 
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La inestabilidad argentina

Es un país que cruje, desde hace varios años, en forma continua. Desestabiliza a una sociedad que está sometida a estos movimientos espasmódicos que nos trasladan de una punta a la otra de situaciones que resultan antojadizas y producto de la búsqueda permanente del poder político.

Las variables que se utilizan son muchas y naturalmente, se acomodan a las circunstancias de quien las maneja. Es claramente evidenciable que aparecen los ‘egos’ como parte de una arrogancia que está más allá de los límites que marcan la convivencia y normalmente invaden sin pudor el ámbito vivencial de la ciudadanía.

La soberbia, una de las formas del ego, es una muestra insaciable del que quiere ser el centro de atención. Siempre quiere ser el que está dominando la mesa en una reunión y no deja a los demás participar.

Este es uno de los aspectos que mayormente inciden en la alteración social que está provocando un quebranto muy severo en la comunidad. 

Pero, también se producen otras alteraciones que rayan en el desequilibrio psicológico al que se arriba cuando se pretenden objetivos que están fuera del alcance del ser racional y es ajeno a todo vestigio de prudencia y respeto por el otro.

Saltamos de la defensa que realiza de su gestión Sergio Massa, quien expresa que asumió “en una situación super delicada y su responsabilidad era y es estabilizar la economía”.

Actitud del ministro de Economía, al defender públicamente el canje de bonos en dólares de los organismos públicos anunciado días atrás, revelando que le pidió a la Universidad de Buenos Aires un dictamen para definir si los papeles en manos de la Anses formarán parte de la operatoria.

De este punto de conflicto y discusiones varias saltamos a la Cumbre Iberoamericana donde Alberto Fernández aseguró que “crujen los cimientos del sistema financiero internacional” y exigió “cambiarlo drásticamente”.

Se ubicó, nuevamente, como el gran estadista y pretende tener una visión generalizadora y aportar la solución para los problemas que -hoy- enfrenta el primer mundo. Fundamentalmente con el estallido bancario estadounidense, que está sacudiendo el status financiero europeo y sudamericano.

El Presidente además calificó de “inexplicable” la guerra que se libra en Europa y por primera vez mencionó a Rusia como país agresor de Ucrania. Otra observación que se supone dentro de un contexto contradictorio y borrar con el codo lo que -él mismo- escribió con la mano no hace tanto tiempo atrás.

De este escalón, que muestra la inconsistencia que vivimos, aparecen quienes asumen la defensa de lo indefendible. Son un grupo de abogados ex Montoneros que se hizo cargo de los alegatos que justificarían a Facundo Jones Huala y buscan evitar su extradición a Chile.

El pseudo mapuche, jefe de la RAM, pretende ser un ‘preso político’ y están entre rejas por razones ajenas a incendiar viviendas, usurpar tierras, generar un clima de revolución, inaceptable en un Estado de Derecho.

Otro tema incierto: aparece en el horizonte una relación internacional, que resultará gravitante en nuestra vida futura, si prospera, en las condiciones que se están pautando. Nos referimos a los posible acuerdos con Xi Jinping, quien ya tiene asentamientos en la Patagonia y hoy advierten sobre el principal objetivo: el litio argentino.

Esto aparentemente se está haciendo a espaldas de los dos poderes de control que tiene el Ejecutivo: el Legislativo y el Judicial. Es la resultante del cercano vínculo de Cristina Kirchner con el Partido Comunista Chino que data de hace años, creando el ecosistema perfecto para el desarrollo de proyectos, presumiblemente fraudulentos y sin control.

Esto es parte de una situación de incertidumbre que marca un camino impreciso, con profundos rumbos cambiantes y donde se evidencia la desorganicidad que nos coloca en inferioridad de condiciones cuando debemos defender, con acertadas políticas de Estado, nuestros potenciales y riquezas que hoy interesan al primer mundo.

Hay más desajustes. Sería tedioso y repetitivo ponerlos sobre la mesa de discusión. Pero es una clara muestra del desconcierto que hoy padecemos, ante un mundo que está montando estrategias destinadas a lograr poder y ejercer dominios territoriales, vaciando el posible marco negociador que deberían ejercer se antepusieran, a sus propósitos, los derechos legítimos nacionales.

Nada de esto se estaría concretando. Por el contrario la ansiosa búsqueda de un respaldo poderoso que sirva a los objetivos nacionales de quedarse con el poder, les allana el camino y facilita sus proyectos de clara expansión.

Si hasta ahora, venimos de fracaso en fracaso, qué indicadores tenemos de que el éxito está en lo que proyectan a futuro. Por ahora ninguno. Será Xi Jinping, tal vez algún puente que nos tire Biden, realmente no se puede saber.

Mientras no hagamos valer el peso de nuestra riqueza inexplotada y podamos servir al primer mundo como los proveedores legítimos de lo que podemos producir, seguiremos siendo útiles a los que más poder tienen.

El futuro está en recuperar nuestras industrias, dejar de vender nuestra materia prima para después comprar lo que ellos elaboran, con lo que nosotros producimos.

Esta será una de las formas de procurar la restauración integral del país. De no hacerlo seguiremos siendo dependientes de las grandes potencias.
 

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