Durante la homilía de la misa central que ofició el jueves García Cuerva desde las escalinatas del santuario del patrono del pan y del trabajo, le pidió al santo “salir del chiquero de las descalificaciones y del odio, ponernos de pie, y animarnos a dar el paso hacia la reconciliación entre los argentinos. Sólo desde allí puntualizó- podremos gestar una sociedad más humana”.
“Por eso le pedimos hoy a san Cayetano que haga de nuestra Patria una casa de reconciliación; que podamos abrazarnos, que podamos pedirnos perdón, porque como decía San Juan Pablo II ‘no hay paz sin justicia, y no hay justicia sin perdón’”, dijo ante miles de fieles.
“Lo que nos falta a nosotros como país: encontrarnos, sentirnos cerca unos de otros, sentarnos a una misma mesa para pensar juntos, para generar consensos, para dialogar, para llorar nuestros fracasos, sin estar siempre buscando culpables por lo que está mal, y hacer fiesta con los pequeños o grandes logros, sin querer figurar u obtener reconocimientos personales por los esfuerzos de todos”, sumó.
Tras señalar que “el trabajo es un gran ordenador social, el trabajo dignifica a las personas”, dijo: “Pedimos una vez más a San Cayetano por todos los trabajadores de nuestra Patria, por todos, porque como Iglesia, valoramos todas las formas de trabajo: el empleo formal, los emprendimientos familiares, la economía popular, el reciclado, las changas. Toda actividad que, con esfuerzo, lleva dignamente el pan a la mesa merece ser reconocida, acompañada y protegida”.
A partir del pasaje bíblico en el que Caín pregunta si es custodio de su hermano Abel, subrayó que “somos custodios y guardianes de la vida de los demás, de los más pobres, de los más débiles, de los ancianos que siguen esperando una jubilación digna, somos custodios de los discapacitados y los enfermos”.
Tampoco “podemos desentendernos de los que sufren, de los que revuelven los tachos de basura buscando algo para comer, como el hijo menor de la parábola, que deseaba comer las bellotas que comían los cerdos. Y no lo hacen porque les gusta...”.
“San Cayetano, ayudanos a hacer de la Argentina una casa de reconciliación, en la que dejemos de descalificarnos, de odiarnos, de tratarnos mal, y de usar palabras que lastiman mucho”, exclamó García Cuerva.
Advirtió que “muchos jóvenes, muchos padres y muchas madres viven el drama de no tener un trabajo que les permita vivir serenamente, viven al día. Y muchas veces la búsqueda se vuelve tan dramática que los lleva hasta el punto de perder toda esperanza y deseo de vida”.
Hacia el final le pidió a San Cayetano: “Ayudanos a hacer de la Argentina una casa de hermanos, donde nos preocupemos por los demás, donde nos duela profundamente lo que sufren los desocupados, los marginados, los excluidos. No nos salvamos solos‘.
“San Cayetano, animanos a desterrar la cultura de la indiferencia y a vivir la fraternidad. Porque, así como bajó la inflación que es el impuesto de los pobres y que desde hace años perjudica a las familias, también le pedimos a san Cayetano que interceda por nosotros para que, nos comprometamos a bajar los niveles de agresión, de indiferencia, de individualismo, de crueldad”, sostuvo.
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