Por una regla no escrita, pero que se materializa a lo largo de la vida, las historias siempre tienen una nueva lectura y mucho más si -equivocadamente- las provocan pensando que, si alguna vez dio resultado positivo enfrentar contingencias, porqué no seguir el mismo camino.
En alguna oportunidad sostuvimos, en nuestras entregas, que en política aquellos que han hecho escuela y demostrado estar preparados, formados y tener criterio siempre repiten: “Subestimar al enemigo político, es el peor error que se puede cometer”.
Las comprobaciones de esta afirmación son múltiples, pero vamos a recordar la más cercana: el hoy ex presidente y casi desaparecido Mauricio Macri, evidentemente mal aconsejado, subió al escenario principal de la disputa electoral a Cristina Fernández de Kirchner, a quien ya había derrotado y pensaba concretar nuevamente para repetir mandato. Fue un grueso error táctico.
Muchos la vieron y procuraron advertir que un “cuerpo político” de la envergadura de la ex presidenta, que supo sortear muchas dificultades durante sus mandatos, estaba en un campo minado, sin opciones posibles para competir en el plano electoral. Y Macri le estaba limpiando el terreno.
El ex presidente “amarillo”, y su entorno, subidos a la soberbia que contagia el poder y a los egos sobredimensionados, hicieron caso omiso y la vieron fácil oponente.
El tiempo mostró la realidad de los efectos que produce la subestimación, la empoderaron y armó su gobierno, poniendo otra gente y logró aquello que parecía imposible de concretar. Se colocó de vicepresidenta y le resultó equivocada la evaluación de su candidato, dado que quien sobresalió como empleado de los Kirchner, nunca mostró capacidad de mando.
Volvió a caer el poder de Cristina frente a un personaje surgido del ámbito de la economía, con mucho de faranculesco, pero con notables estrategias y esencialmente con una formación mental en la cual no existe lugar para la derrota o el fracaso. Un apolítico: Javier Milei.
Nadie daba chance al hoy presidente libertario, que se dice liberal, anarcocapitalista y se siente líder de latinoamérica, pero ganó. Sí, es cierto, lo ayudaron los derrotados de Juntos por el Cambio, que supusieron podrían ser los gestores políticos de quien no tenía ni respaldo legislativo, ausencia de poder provincial y creyeron acudiría presuroso en busca de los nombres que el macrismo puso sobre la mesa. Nada de eso ocurrió.
Otra vez la subestimación hizo estragos y la capacidad estratégica basada en el denominado “triángulo de hierro”, integrado por Javier Milei, su hermana Karina Milei y el asesor estrella, legado del ecuatoriano consultor internacional Jaime Durán Barba, un ignoto personaje salido de los “libros”, Santiago Caputo, pusieron, sacaron, arreglaron y rompieron todo aquello que no les gustaba o no respondía sumisamente a los mandos naturales.
Hoy estamos ante episodios similares, sino iguales, en torno a la figura de Cristina Kirchner, condenada a seis años, con inhabilitación perpetua a ocupar cargos públicos de cualquier naturaleza; situación que podría haber constituido la desaparición de los escenarios de la política nacional, pero el efecto producido ha sido el contrario al que podría resultar para cualquier ciudadano, o ciudadana que, comprobados determinados delitos, debe cumplir con una condena.
Las argumentaciones esgrimidas por el senador cordobés Luis Juez, más allá del tono que caracteriza cada una de sus apariciones, sostuvo que han convertido en un “santuario” el lugar donde está hoy cumpliendo la prisión domiciliaria determinada por la Justicia.
El enojo del legislador marcaba claramente que le han permitido a Cristina volver a tener presencia en el marco de la política nacional. Agregó Juez: “los privilegios no corresponden y eso facilita que quienes la siguen y manifiestan estar presentes para respaldar a quien hoy está purgando una pena, puedan tener su palabra y sentirse eufóricos ante la promesa de: ‘Vamos a volver’”.
Solo hay una forma de mirar los acontecimientos, todos están haciendo lo imposible, pero nadie da por terminado el episodio de la condena y el cumplimiento. El profundo resentimiento que muestran algunos comunicadores los lleva a interpretaciones antojadizas, que para nada favorecen a la paz social.
Lo mismo ocurre con funcionarios y legisladores del oficialismo que están siendo escrachados por grupos afines al kirchnerismo, creando un clima beligerante que no beneficia a nadie. Un gesto reprochable que no condice con los paradigmas de una Democracia.
La multitudinaria marcha que, en alguna medida se desactivó cuando se conoció anticipadamente la resolución de la Cámara Federal, generó numerosos inconvenientes en los ingresos a Capital Federal y las arterias que fueron utilizadas para llegar hasta plaza de Mayo.
El árbol les está tapando el bosque y aquellos que están dedicados a la campaña del desprestigio, olvido y terminación del kirchnerismo, están facilitando y canalizando el efecto contrario.
El tiempo futuro mostrará la realidad y dejará afuera los análisis de las partes interesadas.
Lo real, hoy, es que Cristina sigue vigente, todo lo demás es parte del relato.
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