Estamos llegando al límite del destrato entre humanos. Algunos consultores y analistas políticos consideran que ya se ha desbordado esa marca invisible que impone respeto y la consideración hacia el otro, piense como piense.
Los reveses que está sufriendo el gobierno del presidente Javier Milei se generan por una suerte de intento gubernamental de imponer a la fuerza una manera de pensar y sentir la política.
Un conocido hombre de la actividad pública sostenía que es el mismo gobierno el que se autoinflinge daños internos, que se desestabiliza y entrega, en su erróneo manejo de la actividad política, herramientas para que sean utilizadas en su contra desde los sectores llamados opositores o enemigos íntimos.
La resultante de las recientes resoluciones surgidas de la sesión de senadores poniéndole freno al veto presidencial sobre la ley de Emergencia en Discapacidad y marcando pautas en una nueva fórmula para emitir los DNU fue no solo una frustración del gobierno libertario, sino que puso al descubierto la trama de violencia interna donde se producen, a través de los grupos afines denominados “trolls”, aberrantes ataques a la integridad moral de quienes fueron partícipes de los votos positivos.
Uno de los que fue señalado resultó el senador Luis Juez, de la provincia de Córdoba, quien tuvo palabras de agradecimiento para sus iguales que votaron devolviendo derechos a los incapacitados, recalcando que lo hacia “en nombre de su hija y esposa”. Sabido es que su hija padece de una discapacidad que nunca fue ocultada por el político de la docta.
El repudiable tweet referencia a la hija minusválida del senador y a la esposa, provocando reacciones negativas desde varios ámbitos, siendo uno de los más notorios el de Guillermo Francos que sostuvo: ‘‘Lo repudio totalmente, me parece fuera de lugar, repudiable, no puede aceptarse de ninguna manera ni la grosería”.
La actitud de Daniel “Gordo Dan” Parisini, autor de los mensaje, es una muestra clara del clima de violencia que ha instaurado el presidente libertario entre sus seguidores y la ausencia total de limites morales que son canalizadores de reacciones de igual o similar calibre, dejando claramente expuesta la falta de convivencia ciudadana.
Las señales de mantener presente la confrontación -que ya no es solo de ideas sino que se proyecta a los niveles personales, procurando dañar, herir sentimientos y burlarse de quienes padecen un problema que está enmarcado dentro de las dolencias discapacitantes- están rompiendo la estructura social de la Argentina.
Hoy ya no se puede pedir prudencia, respeto, consideración por el otro. Como dice el refrán: “El que siembra vientos, recoge tempestades” y, lamentablemente, es parte de lo que estamos viviendo.
No nos sorprende nada, lo comentamos pero sin asombro, pareciera que está dentro de la “génesis” del ser humano, cuando la realidad indica que es una distrofia psicológica que amerita ser tratada con urgencia para evitar males mayores.
En este furibundo ataque de los trolls, también cayó el Jefe de Gabinete, a quien se señala expresando: ‘‘Francos por ahí no entiende de la vehemencia y de la frontalidad históricas para decir la verdad que caracterizan a LLA porque cuando nosotros estábamos haciendo campaña con todo el aparato kirchnerista en contra y bajo persecución y amenazas constantes de ir presos por enfrentar al sistema podrido DE FRENTE, él formaba parte del gobierno de Alberto Fernández”.
Estas manifestaciones, así como algunas de legisladores de LLA, marcan claramente que la “guerra” no perdona ni a los de adentro y, naturalmente, mucho menos a los de afuera, dejando explicitado que lo sembrado por el presidente libertario anarcocapitalista, Javier Milei, está brotando y por momentos pareciera se saldrá de los cauces originales para procurar un poder que hoy se está debilitando.
Lo real indica que ni Parisini ni los restantes trolls que se han amuchado en rincones del gobierno mileista serían trascendentes si el presidente no les permitiera mantenerse en esa trinchera de combatir con cualquier recurso a quienes piensen y obren diferente.
Todo señala que estamos tocando fondo. Se maneja un vocabulario impropio, la inmoralidad, el comportamiento incorrecto nos está desvirtuando como sociedad.
El futuro de los argentinos y argentinas está en juego.



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