Uno podría llegar a presuponer que esos ataques de iracundia que se fueron acrecentando desde que asumió la presidencia de la Argentina, eran parte de una obra que, montada en un escenario público, logrados algunos objetivos, comenzarían a mermar.
La realidad nos indica que nos equivocamos, aumentaron; se pusieron más agresivos, los matiza con denuncias judiciales y amplió el marco de sus enemigos: ya no son solo quienes piensan diferente, los políticos adversarios opositores, los degenerados fiscales, ahora los elegidos son los periodistas que se atreven a emitir opiniones, además son parte de sus exabruptos niños autistas, mujeres, jubilados y la lista sigue.
También se esperaba que los planes desregulatorios y de transformación del Estado, fueran criteriosos, apuntando a reordenar y simplificar las funciones de la estructura del gobierno, siguiendo los lineamientos que marca las plataformas de Federico Sturzenegger.
Hoy, el titular del Ministerio que se ha convertido en el “verdugo” del país bajo la consigna que hay que lograr mantener equilibrio Fiscal y superávit, a costa de eliminar reparticiones, organismos descentralizados de todo tipo y naturaleza, apuntando a las provincias, sistema de salud, universidades, entre muchos otros ámbitos que están señalados en las reformas desregulatorias, prepara una nueva tanda que se ejecutarán en los próximos días.
A escasos sesenta días del final de las Facultades Delegadas que le han permitido al presidente poner en marcha el exterminio de todo aquello que -a su criterio- conspire con la estructura del país que pretende liderar.
A fuerza del látigo -y sin tener en cuenta que gobierna 46 millones de seres humanos, con sectores empobrecidos, otros directamente en la extrema pobreza y con escasas posibilidades de superar esos niveles de indigencia-, quiere dar por finalizada esta primera etapa.
Es difícil entenderlo, dada la complejidad de sus acciones en las que siempre impera el “yoismo” como paradigma del gobernante poderoso, que pretende imponer a cualquier precio sus objetivos.
Una rara mezcla de misticismo, con creencias religiosas de varias vertientes, la práctica del odio y la agresión como una fórmula para obtener sumisión, como una norma de gobierno de quien pretende erigirse en el paladín de la Democracia liberal.
Por momentos se reencarna en Moisés, liderando a los judíos y conduciéndolos a la tierra prometida, sacándolos del yugo del faraón en tierras Egipcias... También en este posicionamiento cuasi religioso tiene ambivalencias que no permiten acceder con claridad al pensamiento del presidente libertario.
Ahora, en esa conjugación “mesiánica”, sale a buscar apoyos -otros también lo han hecho- en el poder de una línea religiosa que reúne un número importante de seguidores siempre útiles a la hora de poner el voto.
El presidente Javier Milei participó el sábado pasado, en Chaco, de la inauguración del “Portal del Cielo”, el nuevo templo de la Iglesia Cristiana Internacional.
Con una capacidad para 15 mil personas y a salón completo, en calidad de principal orador Milei habló en el mayor templo evangélico del país y apuntó contra el peronismo: “Por suerte están empezando a caer presos”.
Fue un encuentro político-partidario, con reminiscencias religiosas evangélicas, que le permitió volver a expresarse haciendo una mezcla de la situación económica del país, los contenidos religiosos que deben imperar, la lucha emprendida para desarraigar políticamente al kirchnerismo...
Entre otros aspectos señalados en su exposición, el presidente libertario-anarcocapitalista Javier Milei dijo: ‘‘La izquierda, por su naturaleza anticapitalista, ha tergiversado los valores y principios judeocristianos que hicieron grande a Occidente en su moral retorcida, que es una distorsión de la moral sobre la cual la civilización fue construida, ha invertido el orden de los factores que conducen a la prosperidad”.
Raro, pero propio de la información que normalmente surge de sus reflexiones.
Es, sin lugar a dudas, la búsqueda de un liderazgo centroamericano que lo coloque en el marco de su prédica liberal-libertaria, tener injerencia en los que hoy están liderando el primer mundo, fundamentalmente procurando imitar al presidente republicano Donald Trump.
La realidad nos está señalando que la “guerra” emprendida por Milei, que él denomina “batalla cultural”, entre otras definiciones que atribuye a sus economistas de cabecera como Thomas Sowell y Jesús Huerta de Soto, cuestiona el concepto de justicia social, sobre la que dijo que es un “pecado capital”.
El camino emprendido tiene claros objetivos para el plan elaborado por el “triángulo de hierro”. Todo indica que no habrá normalidad en la transición y naturalmente que eso significará un profundo y doloroso daño colateral, no cuantificado aún, pero que amenaza con ser de considerables dimensiones, generando grietas insalvables en el tejido social argentino.
Los sucesos son traumáticos y elevan considerablemente la temperatura social.
Es necesario percibirlo para evitar males mayores.



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