Un suceso que se observa en cada charla que se tiene con vecinos, amigos, en reuniones de café, lugares donde surge la franqueza sin intencionalidades políticas, aparece como un signo generalizada la incertidumbre que reemplazo a la esperanza de un cambio.
Cuando la ciudadanía o parte de ella optó entre elegir continuidad que era quedarse con el terror de repetir errores y ver que pasaba con el personaje farandulesco que ofrecía desde su formación economicista el cambio, no lo penso demasiado tiempo y un 56.7 por ciento de la sociedad, dijo por ahí vamos. La idea fue “peor no nos va a ir”.
Hoy muchos de esos argentinos que optaron entre el espanto y lo nuevo, han comenzado a decirse: “Nos equivocamos”. Evidentemente no son todos, porque a ese personaje creado en la televisión, disruptivo, agresivo, sin freno verbal, que mostraba una consigna, que ya de por si es violencia pura: “Viva la libertad carajo...” los cautivó.
Era la expresión genuina del rebelde que prohijaba la rebelión de un grupo etáreo castigado por los fracasos de gobiernos anteriores y que estaban optando por abandonar sus afectos en busca de un futuro.
Hoy Argentina es un enorme escenario beligerante, agresivo, denostador de quienes no piensen como uno, donde el insulto se ha convertido en moneda corriente, los malos ejemplos cunden y abonan una violencia ciudadana que esta costando muchas vidas.
Se ha montado un aparato represivo basado en estrategias y conductas de las fuerzas de seguridad que pareciera estar destinado -únicamente- a combatir las expresiones populares que se registran en marchas callejeras, que hoy han dejado de ser las promovidas por los que lucraban con la pobreza, para convertirse en un formal reclamo de mejorar sus estados económicos -por caso los jubilados- y hacia ellos se ha dirigido la acción represiva.
Mientras esto ocurre y medio millar de personal de fuerzas del orden, llamese policía de CABA, Policía Federal, Gendarmería, Prefectura, entre otras fuerzas de asalto impiden que un centenar de personas mayores reclamen, mientras a una cuadras de esos ámbitos hay entraderas, la delincuencia ha ganado las calles y para los vecinos es hoy una aventura, cuyo final desconocen, el salir hacia sus trabajos, llevar sus hijos a la escuela o simplemente salir a gozar de un paseo dominguero.
Esto esta sucediendo, es una realidad, pero los políticos de la nueva y vieja acción pública, parecieran ignorarlo. Usan el dolor ajeno para mostrarse humanos y preocupados por el avance del narcotráfico, la delincuencia armada, la minoridad sin control, como una mascarada que intenta ganarse el “voto” de quienes tendrán que elegir a quienes prefieren para conducir el país y las provincias.
Las rencillas internas de los sectores que hoy figuran en el escenario nacional, quedó en evidencia en esta cercana prueba eleccionaria para elegir legisladores de CABA.
Cada uno por su lado cree que podrá cautivar un electorado díscolo, decepcionado, que sufre los efectos de un ajuste que esta generando inestabilidad social a niveles que realmente, pareciera, no ven o están negados a aceptar, que las cosas no están bien.
El proceso electoral que se desarrollará en CABA de acuerdo a los contenidos que se van conociendo, proclaman será su actividad en favor de la sociedad porteña, ha dejado de ser local, circunscripta a la Ciudad de Bs.As. para nacionalizarse y convertirse en un claro plebiscito para el gobierno liberal de Javier Milei.
Del resultado surgirán -según se den los números- lineamientos que brindarán como quedaría el mapa electoral en todo el país. Y no es solo CABA donde juega decididamente el macrismo en la persona de Jorge Macri, sino que responderá, según se den los números y las diferencias a las posibilidades de otras líneas que aspiran a jugar fuerte en octubre cuando se desarrollen las legislativas nacionales y ver en ese cuadro de situación como están posicionados para el 2027.
En este cuadro de situación política nacional, surge con absoluta claridad donde esta anclado el poder gubernamental. La figura de Karina Milei, Secretaria General de la Presidencia, crece en forma desmesurada alentada por su hermano, el presidente libertario Javier Milei, quién entiende que “deben dejar de subestimar al Jefe, porque ella es quién tiene la lapicera”.
Es evidente y así lo ha demostrado Karina. Consolidó su propio “triángulo de hierro”, integrado por: “Lule” y Martín Menem. Que a diferencia del original -que incluye al Presidente y a Caputo- este tiene una característica más verticalista y homogénea.
Todo este manejo no votado en su integralidad, plantea un presente con muchas fisuras y marca la ausencia de un futuro en el que puedan perpetrarse los cambios anunciados, sin que ello provoque más desempleo, pobreza e indigencia.
Esto marca que esperanza como un estado de ánimo en el que se cree que algo deseado es posible, ya casi no existe ni puede generalizarse. Tal vez algún grupo la siga manteniendo, pero habría que ver que intereses se esconden trás ese objetivo.
Ya no hay analistas, consultores, encuestadores, sociólogos, licenciados en política, que puedan acertar hacia donde nos dirigimos. Hoy las diferencias que marcan las distintas interpretaciones de las actividades político-económicas de Milei señalan que todo es una gran incógnita.
Solo resta esperar. Milei solo, más allá del ejercicio del poder totalitario que ejerce, podrá concretar el cambio porque colaboradores incondicionales ya no le quedan o son muy pocos.
Como dice el refrán popular: “los acompañamientos son hasta la puerta del cementerio, que hasta allí llegan las lealtades. Acompañamos hasta la puerta, pero no entramos”. Es la premisa.
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