VIERNES 08 de Noviembre de 2024
 
 
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La dura porfía del presidente...

Es una actitud donde se conjugan la obstinación, testarudez, terquedad, empecinamiento, ofuscamiento, obcecación, como una herramienta para el logro de determinados objetivos.

Es el caso del libertario, primer mandatario argentino, Javier Milei a quien se le supone que ceder una posición asumida es mostrar una debilidad personal, que no figura en su estructura mental.

Su condicionamiento para el logro de determinados y significativos fines, nacen de varios factores que le han dado forma a una manera distinta, disruptiva y totalitaria de hacer política. Es una imposición de principios que transforman más de 200 años de una Argentina que, más allá de quienes marcaban las orientaciones ideológicas que llegaban a la ciudadanía y moldearon una sociedad, está encaminándose a un cambio que resulta traumático.

Es indiscutible que Javier Milei, titular del Poder Ejecutivo, ha puesto en evidencia que sus decisiones no son pasibles de análisis y mucho menos de revertirlas. Esto pese a que en algunas oportunidades -como la presente referida al financiamiento universitario- podrían haberse canalizado de otra manera.

Aceptar la regulación, dentro de parámetros que no atenten contra la educación y formación profesional de las nuevas generaciones. Imponer controles, donde no los hubiere, aceptable y totalmente razonable. Pero empécinarse en concretar un ajuste encubierto, al rechazar el pedido de respaldo económico a los niveles de estudios superiores, es enfrentarse a la sociedad en su conjunto.

No pueden analizarse con propiedad y razonabilidad las determinaciones del presidente que está en una “cruzada” de carácter bíblico, entendiendo que no puede ceder absolutamente a las sugerencias de quienes, acompañando sus decisiones, ven que es necesario morigerarlas y adecuarlas a la realidad que plantea la comunidad.

El déficit cero y el superávit fiscal son dos objetivos que, claramente, más allá del daño que produzcan, no está dispuesto a ponerlos en riesgo. Para Javier Milei, son las dos columnas que le permitirán concretar el plan regulador y la reformulación del Estado, según los principios del anarcocapitalismo, que le ha entregado Felipe Sturzenegger, quien ha elaborado su contenido.

Sustentado en ese andamiaje de resolución de una economía quebrada, Javier Milei, respaldado por el dúo con el que integra el “triángulo de poder” del gobierno junto a Karina Milei, Secretaria General de la Presidencia, y el asesor estrella Santiago Caputo, muestra una notable intransigencia que hoy ya ha comenzado a conspirar con su mandato.

La fogata estaba encendida, pero la determinación de ratificar el veto total representa un factor notoriamente irritativo, arrojar “nafta” al fuego cuando existía la posibilidad -según aclaran los entendidos en materia económica- de reformular el veto basándolo en algunos aspectos y dejando una apertura a la faz negociadora que indudablemente recaería en el Jefe de Gabinete.

Hoy ante el hecho consumado se plantea una disputa del que tiene más poder, cuando todo indicaba que la incidencia del financiamiento universitario no alteraba el proyecto gubernamental de mantener el déficit cero y superávit fiscal.

Pero el posicionamiento del presidente, ya se ha visto en otras alternativas de orden similar, se muestra inamovible, salga como salga.

En esta oportunidad el plano legislativo, pareciera, no es el mismo que se planteó cuando vetó la normativa que afectaba a los jubilados. El número de legisladores que respondieron favorablemente a mantener el veto anterior hoy, no seguirían con la misma conducta y podría darse el caso, insistieran con la ley, situación que abre un plano conflictivo cuyas consecuencias no pueden medirse.

Los analistas en líneas generales entienden que una insistencia legislativa volteando el veto era un riesgo innecesario que pone al gobierno en un escenario poco saludable, que lo debilita y por una cuestión que es producto de un exceso de “tozudez” política, dado que no existían riesgos reales de alterar los indicadores económicos que procuran blindar. Por lo menos eso dicen, contrariamente a lo que sostiene el gobierno.

De todas maneras estamos atravesando un convulsionado momento en la vida política que afecta severamente a la ciudadanía en líneas generales, apoyen o no al presidente Milei.

Resurge la incertidumbre, en un ámbito de confusión donde la política va y viene, procurando alcanzar lugares de poder, mirando el 2025 y de lograr objetivos electorales el 2027.

Vivir en Argentina no es fácil y no se observan mejoras sustanciales a futuro. La esperanza se comienza a diluir y aparecen las dudas si Javier Milei pueda concretar su proyecto de producir el cambio.

Solo hay que esperar y ver los resultados.

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