Una mezcla del trastorno antisocial, histriónico y narcisista al que tratamos de encontrarle una explicación medianamente racional y, de esa manera, comprender que está sucediendo en la Argentina en un año y medio del gobierno libertario.
Una sucesión de hechos, sumados a los dichos, que dada su continuidad la sociedad los está internalizando y se los ve como normales, más allá que pueden ser considerados inmorales o condenables y que causan indignación y gran impacto público.
Con mucho asombro, digamos que rayando en la perplejidad, la aceptación como normal que, hacía el periodista que lo entrevistaba, mientras se escuchaban las explicaciones del titular del área de Desregulación y Transformación del Estado, brindando un panorama de los “éxitos” que esta logrado el presidente Javier Milei.
El gobierno libertario se marcó una serie de objetivos, aggiornados por las reformas de Federico Sturzenegger, bajo las consignas de lograr el Superávit Fiscal y evitar a cualquier precio el déficit presupuestario.
La frase reiterada en múltiples ocasiones: “¡¡¡ NO HAY PLATA!!!”, agregándole condimentos como: hay un Estado elefantiásico, al cual el presidente Javier Milei, llama el “maligno”.
“Lo vamos a destruir, para crear la nueva Argentina”. “Basta que el Estado responda a todas las necesidades del país. En las provincias, que se hagan cargo los gobernadores y sino pueden que hagan como nosotros achiquen el Estado”.
Todos son consejos que habitualmente hace el presidente libertario, enmarcado en su particular visión de la realidad, donde se mezcla el misticismo, la religiosidad con muchas deformaciones interpretativas y el gravísimo problema que surge de un profundo “mal o síndrome de Hubris”.
Recordemos que el periodista y profesional de la medicina neurológica Nelson Castro, le atribuía padecerlo a la entonces presidenta de los argentinos, Cristina Fernández de Kirchner.
Hoy toda esa sintomatología descripta se materializa en el presidente Javier Milei, elevada por sus ataques agresivos, la furia desplegada contra periodistas, científicos, médicos, universitarios, niños y una misoginia que debería ser preocupante.
El “síndrome de Hubris” se refiere a un patrón de comportamiento caracterizado por una excesiva confianza en sí mismo, arrogancia y desprecio por los demás, a menudo asociado con personas en posiciones de poder. Es un término que proviene del griego “hybris”, que significa “desmesura” o “soberbia”.
Tiene especiales características como: “Excesiva confianza en sí mismo: una creencia exagerada en las propias capacidades y logros. Menosprecio hacia las opiniones y sentimientos de otros, especialmente aquellos que no están en posiciones de poder. Visión grandiosa de sí mismo. Creencia en la propia superioridad y singularidad”.
“Comportamiento impulsivo y despreocupación por las consecuencias. Actuar sin considerar los riesgos o el impacto en los demás. Dificultad para aceptar críticas o consejos: Rechazo de cualquier retroalimentación que contradiga la propia visión saludable debido a la falta de empatía y consideración.
Es importante señalar que el síndrome de Hubris no es una enfermedad mental reconocida en los principales manuales diagnósticos (DSM y CIE). “Es un patrón de comportamiento caracterizado por comportamientos disímiles, la grandiosidad y la falta de empatía, a menudo asociado con el poder y el éxito, que puede tener consecuencias negativas tanto para el individuo como para quienes lo rodean”.
Todas manifestaciones nos plantean seriamente que se está haciendo indispensable un profundo análisis de los sucesos que están ocurriendo y que alegran al presidente libertario Milei, celebran el hacedor Sturzenegger y numerosos sumisos aplaudidores respaldan; cuando es notorio que están hundiendo al país en una grieta, no solo ideológica que compete al pensamiento humano sino a la destrucción sistemática de las instituciones gubernamentales y autárquicas.
Es en verdad una realidad que ya no se puede ocultar con explicaciones simples, intentando minimizar que se está destruyendo el país y poniendo en riesgo su aparato productivo al restarle el apoyo científico que le ha dado preponderancia en el mundo.
Que es factible mejorar el sistema, ninguna duda cabe. Todo en la vida del ser humano es factible de corregir. Para aquello que no está preparada la sociedad es para ser destruida, minimizada al punto de convertirse poco menos que en súbditos, dejando de constituir seres libres, con decisiones propias.
Lo cierto que hoy nos muestra el país es realmente un “escándalo”. Todo se viene tergiversando en aras de una planificación que poco tiene que ver con el crecimiento y futuro de la mayoría. Tal vez de unos pocos, pero el presidente tiene la responsabilidad de gobernar para 46 millones de habitantes.
Pero Javier Milei, el mandatario argentino, ha desestimado pensar en el prójimo y solo se mira en el espejo que lo refleja como el más poderoso.
La actitud señala un fenómeno que tiende a eclipsarse si el daño sigue aumentando.



Escriba su comentario